30

10 0 0
                                    

—Solo voy a decirle una cosa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Solo voy a decirle una cosa. —decía Gary mientras manejaba y yo apoyaba mi cabeza en la ventanilla. 

Por un momento sentí el deseo de mirarlo fijo y oír atentamente lo que tenía que decir. Pero este cuento ya me lo sabía, simplemente diría lo mismo que dijo tantas veces cuando acudió a la casa de Daniel. Repetiría su monologo de como esto haría enfadar demasiado a mi familia, que debía respetar mi legado, etc. 

Sabía que esta vez era mucho peor. Aunque no quisiera admitirlo, era por lejos peor estar viéndome con alguien sin dinero que nadie conoce. No era algo que a mí en particular me molestara, pero a mi familia... Siempre jugando a las apariencias.

—¿Te gusto? —inquirió Gary, devolviéndome a la realidad.

La pregunta me tomo completamente por sorpresa. Me removí en el asiento trasero, sintiendo como mis mejillas y orejas ardían en llamas. Supuse que en ese entonces estaría tan rojo como un tomate, lo cual delataba demasiado mis actividades. 

—Ah... Yo... A mí... Eh... Pues veras... —intenté decir pero mi propia lengua me hacía una mala jugada. 

Tomé aire y pensé demasiado que responder a aquello. Quería serle sincero, después de todo Gary era más mi padre que el verdadero, ¿qué sentido tenía engañarlo a él? 

—Sí. —admití, un poco temeroso de lo que vendría. 

Gary sonrió y soltó una risa entredientes. No era burlona, no tenía el tono de sarcasmo. Parecía una risa como cuando un padre esta orgulloso de que su hijo ya haya crecido. Sentí entonces como mi corazón se achicaba. 

—Entonces, no hay porque hacer tanto escandalo, ¿verdad? —dijo, mirándome por el espejo retrovisor interior.

Suspiré entre aliviado y cargando una nueva culpa. Quizá eso significaba que mi padre no lo sabría, pero no dejaba de significar que Orion estaba en problemas. 

—La madre de Orion no piensa lo mismo que tú. —dije. 

—Bueno, supongo que será un poco conservadora —murmuró Gary—. Pero al final, no va a poder reprimir si hay algo entre ustedes. ¿O crees que esa Don Nadie podría contigo?

Eso parecía más una insinuación de que si esa mujer me tocaba algún pelo, aparecería muerta en circunstancias extrañas. 

—¿Quieres algo de comer? —inquirió mi guardaespaldas, desconcertándome—Podemos ir a algún restaurante. Debe haber alguno bueno por aquí.

—Pero... Las cámaras. La gente comenzará a sacarme fotos y yo...

—Oiga. Creo que usted no lo sabe pero no tengo esposa ni hijos. 

¿A donde va este discurso?, me pregunté. 

—Cuando tenía veinticinco años y vi al pequeño bebé que llevaba en brazos, le prometí a su madre que siempre lo cuidaría como si fuera mi propio hijo. —explicó con un hilo de melancolía. 

Creo que siempre fui tan egoísta en pensar que solo a mí me dolió que muriera que jamás pude notar que Gary realmente... Creo que la amaba, que realmente estaba enamorado de ella. 

—Lo protegí de absolutamente todo lo que pude —continuó hablando—. Y sabiendo que a su madre le haría feliz verlo siendo quien realmente es, siempre permití sus visitas a lo de ese mocoso que jamás me cayó bien, el Daniel ese.  Tuve que haberle roto las piernas en cuanto lo tuve delante de mí.

Mierda. 

—Tuve que ponerle un freno en cuanto vi los patrones. No crea que soy idiota, ¿o cree que no vi jamás los hematomas? ¿Cree que desde afuera no escuché todos los gritos?

Mierda, mierda, mierda, mierda. 

—Pero este chico... No parece ser así. Parece alguien respetable y claro que me encargue de investigarlo a fondo en cuanto se acerco a usted. No volvería a permitir que alguien le pusiera una mano encima, no iba a cometer el mismo patrón y mucho menos iba a deshonrar la promesa que le hice a su madre. Primero prefiero morir antes de saber que ella me esta viendo en algún lado y piensa que yo... Yo no estoy cuidando bien a su niño.  

Sin darme cuenta las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Nunca había notado lo tanto que se preocupaba por mí. 

—Y yo quiero que sea feliz. Alexander, de verdad quiero que seas feliz. Te diré esto desde el corazón, tú eres lo más cercano que tengo a una familia. Yo te veo como si fueras mi propio hijo, te he visto crecer, he visto todos tus errores y tus aprendizajes. Te vi cuando comenzaste a caminar, escuché tu primera palabra, vi tu primer día de clases, vi tu primer recital, colgué tu primer dibujo en mi nevera, estuve allí en cada momento importante en tu vida. Y jamás permitiré que alguien te vuelva a dañar, jamás me voy a permitir volver a dudar. Esa sonrisa tonta que traes hoy es lo que quiero para ti toda la vida, esa ilusión adolescente, ver que tus ojos brillan de nuevo... No quiero en verdad volver a verlo lastimándose por un idiota, no quiero volver a cargar con su cuerpo luego de encontrarlo en la bañera con las venas cortadas. No tenemos la misma sangre, pero es que eres mi hijo y yo voy a estar para lo que sea, no me importa que este pasando, siempre voy a estar para protegerte. 

—Por favor, para un momento el carro. 

Sin pensarlo, me obedeció. Se estacionó en la esquina de la calle y me miró girando su cuerpo para verme mejor. Claro que no esperaba para nada que saltaría sobre él y lo abrazaría. 

—¿Esta bien, señor? —me preguntó al notar que mi llanto se volvía más fuerte. 

—Gracias —lloriqueé—. Gracias por siempre estar para mí y por quererme de verdad. Gracias por haber sido mi padre. En serio, creo que mi madre estaría muy orgullosa de ti. 

Por primera vez en mi vida vi como Gary comenzaba a lagrimear. Siempre lo vi como una roca inquebrantable, una frialdad que jamás podría derretirse o una persona oculta detrás de una enorme coraza. Siempre lo deshumanice por ello, pero aquellas palabras simplemente me aliviaban. 

—¿Me promete que este chico jamás le hará lo que Daniel? —preguntó angustiado. 

Asentí sin romper el abrazo. 

—Por favor, cuídate. Eres lo más preciado que tengo en esta vida, pequeño caprichoso. 

Reímos por un momento. 

—Te quiero. —me susurró. 

—Y yo a ti. 

Lágrimas azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora