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Tenía a un príncipe escondido en el closet de mi habitación y el gusto de sus labios sobre los míos

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Tenía a un príncipe escondido en el closet de mi habitación y el gusto de sus labios sobre los míos. ¿Qué mierda me estaba pasando por la cabeza? ¿Por qué estaba haciendo todo eso?

—Mamá, por favor —rogué a su inquietud de que hubiese mantenido relaciones sexuales con una chica, como si eso explicara el colchón en el suelo—. Simplemente traje algo para beber cuando llegue a casa y se cayó sobre mi cama. No tenía ganas de cambiar las sabanas o esperar a que secaran, así que decidí dormir en el suelo. Es todo. 

Creí que había sido una mentira bastante elaborada, tenía bastante sentido por donde la mires. Pero mi madre no se tragó ni una palabra, aunque sin decir nada se largó. 

Me pasé una mano por el cabello con algo de alivio de salir de aquella situación, por alguna razón sentía que me sacaba un peso de encima. 

Me dirigí hacía el closet pensando en todo lo que estaba pasando y abrí para que Alexander pudiera salir de entre mi mugrosa ropa. 

Una vez fuera, Alexander me sonrió. Por un momento creí que estaba delante de un loco. ¿Por qué sonreír cuando casi descubren que estaba en mi habitación besándonos? 

De cualquier forma, se deslizó hacía un lado, camino hasta mi ventana, la abrió y salió por ella. Mi cuarto daba justo al techo del garaje, por lo que no tendría muchas complicaciones en escapar de allí. Sin embargo, verlo caminando por el tejado y saltando hacía el césped me dejo mucho que pensar respecto a su persona. 

No sabía que podía animarse a cosas así, saltar de techos, esconderse en un closet y besarme. Besarme a mi. Besar a Orion Wood, un chico extraño y sin amigos. Un príncipe, es un jodido príncipe que besa a idiotas como yo. Y creía que eso era terrible, pero lo peor de todo es que lo bese yo mismo, con demasiadas ganas.

No sé en qué pensaba, ¿es enserio? ¿Por qué lo besé? ¿Qué carajo tenia en la cabeza cuando me acerque así? ¿Por qué me había gustado tanto?

Me acerque hasta la ventana y la cerré, dirigiendo una mirada a la calle húmeda y al chico que caminaba sobre ella. Vi como Alexander se alejaba, caminaba con las manos en los bolsillos, llevaba puesta una campera azul y se colocó la capucha. 

Me daba miedo. Tenía miedo de que Daniel lo encuentre, que lo lastime, o que lo lleve a Estocolmo. Tenía mucho miedo de que le tocaran un solo cabello y eso me estaba matando. Era solo otro chico, no debía preocuparme tanto por lo que le puede pasar. Pero, me torture mentalmente imaginando un escenario donde Daniel se acerca lo suficiente a Alex como para volver a hacer este tipo de estupideces.

Negué con la cabeza borrando cada estúpido pensamiento que me mantenía preso. Camine hasta las escaleras para bajar y tomar el celular que deje en la sala. Cuando caminaba tranquilamente, note que la puerta del cuarto de Leo estaba abierta y él estaba sentado en su cama con una guitarra.

Me acerque hasta ella, toque la puerta y lo mire esperando su respuesta. Leo no dirigió sus ojos hacia mi, supuso quien era y murmuró algo que se entendió como: Cuando uno esta tranquilo...

Lágrimas azulesWhere stories live. Discover now