Busqueda

682 43 10
                                    

Una pequeña loba de pelaje blanco, deambulaba entre los árboles de un inmenso bosque buscando su alimento. Iba olfateando el camino y siguiendo aquel exquisito olor a rata. Debía de apresurarse ya que el sol parecía ocultarse y no quería que su manada se preocupe. Rastreó el olor hasta un agujero debajo de un árbol, y dudosa si ese era el paradero, metió su nariz para confirmarlo, recibiendo de inmediato un mordisco.

Sacó rápidamente su hocico en medió de un chillido, y con ayuda de su pata calmó el dolor que tenía en su nariz. De pronto gruñó y metiendo todo el hocico comenzó una batalla con la rata que no dejaba de soltar chillidos.

Al final la loba se salió con la suya, llevaba entre pequeños trotes a la pobre rata en el hocico, mientras esta yacía ya muerta. Llegó al terreno de su manada en cuestión de minutos, donde cada quien comía lo que había atrapado para su cena, incluso otros disfrutaban de un venado entero.

La loba, de nombre Samantha, se acostó al lado de su hermana quien ya disfrutaba de una ardilla. Apoyó la rata entre sus patas delanteras y prosiguió a comerlo con paciencia.

Su manada sólo contaba con cinco integrantes, los últimos cinco licántropos que quedaban en el mundo. Habían ido desapareciendo gracias a su caza, era evidente que los humanos no sabían sobre la existencia de hombres lobo, pero su piel y carne era muy bien vendido en el extranjero.

Por ese motivo los últimos tuvieron que reunirse y esconderse entre las montañas, esas que se encontraban muy alejadas de la sociedad, por un largo tiempo de cincuenta años.

Esa era su cena de despedida, ahora que el lobo alfa había fallecido y su pareja también, tenían ellos que conseguir la suya, a su pareja destinada. Habían tenido la esperanza de que el líder logre tener muchas crías y así dar una pequeña luz de salvación a su especie, pero lamentablemente enfermó y días antes de que muriera, su pareja sufrió una caída de uno de los barrancos intentando conseguir comida.

Ahora solo quedaban ellos, pero no podían hacer nada. Todos tenían un órgano reproductor masculino y ninguno estaba destinado a estar con alguien del grupo. Ya que eso se sabe con solo sentir el aroma de tu pareja , es una sensación única e indescifrable.

Pero había un problema mas, nadie sabía dónde estaban sus parejas, ni siquiera una pista de donde encontrarla en este gran mundo. Sería una búsqueda exhaustiva pero tenian que hacerlo.

Acordaron que una vez encontrado a su compañera de vida, deberán de quedarse en aquel lugar y formar su propia manada, para poder expandir a su especie por el mundo. Diez años después volverían a aquel lugar, para poder reencontrarse y saber quien logro el objetivo y quien falló en el intento.

_Hermanos - llamó el mayor de todos.

No necesitaban hablar ya que como lobos, se comunicaban a través de sus pensamientos.

El resto se lamía las patas, limpiando los rastros de su cena cuando escucharon a su líder, se levantaron y comenzaron a rodearlo, formando un círculo al rededor de él.

_Ha llegado la hora de marcharnos - todos agacharon la cabeza con tristeza - sé que será un viaje difícil, ninguno de nosotros a salido jamás al mundo exterior desde que nacimos, pero ahora tenemos el destino de nuestra especie en nuestras patas, y es nuestro deber mantenerlo, como los últimos lobos que somos. Sé que podemos lograrlo, jamás se rindan y encuentren a su otra mitad, quiero verlos aquí diez años después, cada quien con su manada ¿me entienden? No quiero que falte ni uno, somos hermanos y somos familia, nadie quiere perder a alguien más. Desde ahora harán su camino solos y por favor, les vuelvo a pedir , no se rindan.

_Jamás lo haremos - respondieron los demás.

El lobo los miró con orgullo.

_Muy bien chicos, ahora cada quien tome su posición. Para encontrar a muestras parejas debemos de convertirnos en humano. Por favor - negó con gracia - no se rían si algunos de nosotros es feo.

Una Loba Como Mascota || Factor R Où les histoires vivent. Découvrez maintenant