Extra 3

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Había llegado la epoca de la secundaria y los pequeños niños, ahora eran todos unos adolecentes que hacían sentir orgullosas a sus madre a su manera.

Al pasar de los años habían cambiado muchas cosas. Lia pasó de ser tímida, a ser la típica diva de la escuela. Pero a diferencia de muchos, eso solo era en la apariencia. Tenía un corazón tan noble como el de Rivers.

Joel, un rebelde apasionado por la música rock y amaba tocar la guitarra electrica. Siempre se escapaba con su tia Ari a conciertos. Había sido regañado muchas veces junto a Ari. ¿pero qué más podrían hacer? Esos dos eran muy unidos.

Mathias, todo un galán y con un prospecto futuro estafador, ¿por qué decirlo así? Era demasiado bueno con estratégias y engaños, le gustaba demasiado el dinero. Pero su tía Nuvia poco a poco lo está guiando al mundo de los negocios, ese talento puede servir perfectamente en ese círculo.

Y Pepito, su cambio físico fue demasiado asombroso. En el comienzo de su adolescencia, logró pasar de altura a su madre Rivers, ahora ya casi media dos metros con apenas diecisiete años. Se volvió más corpulento desde que decidió acompañar a su madre Rocio a sus rutinas en el gym. Pero lo que más orgullo le daba a Rivers, es que su hijo quería seguir sus pasos, tenía pensado ingresar a la academia de policía en cuanto salga del colegio. 

Sus hermanos aveces tenían que aguantar las pequeñas burlas que sus compañeros decían de ellos. Según la mayoría, ellos parecían unos pitufos a su lado, incluso tenían que levantar la cabeza para hablarle.

_Mamá - Joel llegaba de la escuela - sigo insistiendo, ¿no cambiaron a Pepito cuando nació? Es que míralo - señaló a su espalda, el nombrado llegaba sonriente, otra vez le habían dicho enano a su hermano.

_Joel - Rivers servía los platos, ese era su día libre y lo estaba aprovechando para engreir a su familia - deja de molestar a tu hermano con eso. Ya lo habíamos hablado.

_¡Es que mamá, mide como dos metros! ¡Y mírame a mí! - se colocó al lado de su hermano, quien reía - ¡Le llego al pecho!

_Tranquilo, hermanito - Pepito palmeo su cabeza - ya crecerás.

Joel viró los ojos.

_¿Qué pasa? - Rocio bajaba, estaba en pijama.

Joel volvió a virar los ojos al ver la cara que puso su madre Rivers al ver a Rocio.

_Mamá, ya sabemos que te gusta. Están casadas y tienen hijos - bufó, golpeando su frente.

_Uy, alguien está de mal humor - Rocio rió. Llegó al lado de Rivers y abrazó su cuello, dándole un suave beso - hola, cariño.

_Ya está el almuerzo, no desayunaste así que ahora comes el doble - advirtió.

_Lo que me pidas - coqueteó.

_¡Mamá, estamos aquí! - se quejó Joel, ¿por qué todo con su familia era amor y paz?

_Bueno, ¿y a tí qué te pasa? - Rivers preguntó con curiosidad.

_Lo terminaron - respondió rápidamente Pepito, antes de subir corriendo a su habitación.

_¡Idiota! - Joel fue tras él - ¡Nadie te preguntó a tí!

La castaña levantó sus hombros, riendo junto a su esposa. Rivers aprovechó que estaban solas y la atrajo de la cintura, volviendo a besarla.

Lia entró a casa, quedándose quieta al ver a sus madres así de cariñosas. Tuvo que carraspear cuando Rocio estaba bajando su mano por el abdomen de Rivers.

_¡Lia, cariño! - respondió Rocio con una sonrisa nerviosa.

Rivers saludó dándole la espalda.

_¡Hola, cariño! Ya está el almuerzo - señaló la mesa, aún sin girar.

Lia iba a hablar, pero su rubio hermano entró corriendo y casi empujándola. Mathias cerró la puerta rápidamente y pegó su espalda a ella, respirando agitado.

_¿Y tú porqué estás así? - preguntó Lia a su lado.

_Yo...- su mirada iba de sus madres a su hermana, nervioso - ¿Nada? - forzó una sonrisa. Al instante, se oyó las sirenas de las patrullas fuera de la casa. Las miradas incrédulas y molestas fueron a él - puedo explicarlo.

*****

_¡¿QUÉ HIZO QUÉ?! - el grito de Rocio asustó al nervioso rubio, quien estaba esperando a sus madres lo saquen de ese calabozo - ¡MATHIAS RIVERA TORRES! - el rubio retrocedió aterrado al escuchar su nombre completo.

Rivers trataba de tranquilizar a su esposa, pero la castaña le ganaba de fuerza, quería ir a donde estaba ese chiquillo desobediente.

_¡Rocio, tranquila! ¡Tranquilízate! - la abrazó de la cintura y empujó hacia adelante, pero Rocio seguía avanzando. Los pies de Rivers resbalaban, podía sentir lo molesta que estaba Rocio. Incluso ella estaba asustada.

_¡Mamá! ¡Mamá! ¡Espera! - Pepito se tiró de rodillas, abrazando su pierna derecha - ¡Trata de calmarte! - usaba toda su fuerza, pero estaba siendo arrastrado, ahora sí temía por la vida de su hermano - ¡Mamá!

Lia llegó corriendo frente a la celda de Mathias, este estaba pegado a la pared, estaba muy pálido por el susto de ver su castaña madre.

_¡Sueltenme! - se escuchaba los gritos de Rocio. Esta vez Joel se había unido para detenerla. Con la fuerza de los tres, estaban logrando que no avanzara.

_¡Pero sí que eres un idiota! - regañó Lia a su hermano - ¡Estafaste a más de dos mil personas! ¡¿En qué demonios pensabas?!

_¡Te juro que no pensé que me iban a comprar tantas personas! - su voz se agudizó - ¡Cuando entré a mi página ya habían muchas quejas y compras! ¡En la página les dije que eran álbumes falsos!

_¡Esa mierda apenas y se puede leer!

_¡Pues que abran los ojos!

_¡Pero está en árabe!

_¡Pues que aprendan árabe!

_¡SIGUE CON TUS IDIOTECES Y HARÉ QUE SUELTEN A MAMÁ! - advirtió. Mathias negó rápidamente. Lía se asomó en el pasillo para ver donde estaba su madre Rocio, y esta parecía tratar de calmarse, pero de igual manera no la soltaban - creo que te salvaste - volvió a acercarse - y a todo esto - susurró - ¿Cuánto dinero ganaste?

_Cuarenta mil... dólares - respondió por lo bajo y avergonzado. Lía estaba impresionada.

_Y...solo por las dudas - comenzó a jugar con sus manos - ¿Tienes que devolver todo el dinero? No tendrás un poquito para tu hermanita - sonrió con inocencia.

Mathias la observó incrédulo.

El lugar se convirtió en puro silencio cuando Rocio apareció, caminando tranquilamente hacia la celda, pero mirando seriamente a Mathias.

Rivers apareció detrás junto al resto de sus hijos, quienes tenían pronunciar alguna palabra. Lia retrocedió lentamente, acercándose a su madre de Rivers y escondiéndose detrás de sus hermanos.

_Señora, como es primer delito y por ser menor edad, esto será una advertencia - llegaba el oficial - su hijo tendrá que devolver todo el dinero y estará bajo vigilancia - el policía no quería hacer tanto papaleo, era mejor solo dejarlo ir si el problema de puede resolver - mañana tendrán que venir a firmar unos papel- se quedó sin palabras cuando sacó las llaves de su bolsillo, pero vió a aquella castaña abrir con enojo la puerta de la celda y romper en pedazos donde se colocaba la llave.

_Sal - mandó Rocio con voz dura, no dejaba de mirar seriamente a su hijo.

Mathias asintió, saliendo con temor y precaución, no se atrevía a ver aquellos ojos gatunos de su madre. Pasó muy de cerca frente a Rocio y tragó nervioso. Cuando estuvo cerca de sus hermanos, ellos junto a Rivers lo regañaron con la mirada y susurros.

_No se preocupe, devolverá todo - respondió de manera severa al oficial, que aún seguía anonadado - y sobre la celda, también lo pagaré. El oficial asintió, sin palabras - vamos a casa - mandó a su familia cuando pasó por su lado.

_Bueno, creo que me llaman del trabajo - Rivers sonrió nerviosa - hijos, suerte - palmeo sus hombros, saliendo rápidamente de la comisaría.

_¡Pero, mamá! - sus hijos casi y suplicaron. 


Una Loba Como Mascota || Factor R Where stories live. Discover now