Capítulo 37: Abre los ojos

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Jared

Odiaba mi corbatín de moño, lo odiaba. No solo era incómodo y molesto; sino que también era rosa, mi color menos favorito. Pero no tenía otra opción, había quemado el otro al intentar plancharlo y este era el único que mi hermano había guardado en su closet.

—Qué curioso; tu moño parece ser del mismo color que su vestido— dijo Nick señalando a Eider en la distancia.

Mi mirada recayó en ella; y entonces, declaré al rosa como mi nuevo color favorito. Me di cuenta que mi corbatín no era horrible, de repente me parecía el mejor moño del mundo.

Eider se veía preciosa; parecía una de esas protagonistas de las películas que ella amaba. Incluso podría jurar que la iluminación había sido elegida adrede para hacerla ver como una princesa.

Mi corazón dio un salto cuando su mirada se posó en mí,

sonreí intentando ocultar mi nerviosismo.

—Supongo que ya tenían planeado venir al baile juntos y por eso están combinados—comentó Jules—. Tal vez debiste regalarle un moño del color de tu vestido, Lisa.

Lisa rodó los ojos; yo le había preguntado el color de su vestido en varias ocasiones, pero ella se negó a decirme. Al final, compré un moño negro, pero ocurrió un pequeño incidente que hizo que terminará con el rosa.

Esa pequeña coincidencia molestó a Lisa; lo sabía por la extraña forma en la que me vigilaba para que no me alejará más de dos metros de ella. A decir verdad, no tenía problema con ello, de alguna forma me ayudaba a conservar la calma, ya que en lo único que pensaba era en buscar a Eider con la mirada siempre que pudiera.

Aunque una parte de mí, se moría por acercarme a ella; la parte razonable, me detenía de hacerlo. Podía sonar tonto, pero la conversación con Greg seguía dando vueltas en mi cabeza.

Sabía que Greg tenía razón; tenía que tener cuidado con mis acciones para que estas no confundieran a Eider, hasta que aclarara lo que sentía por ella.

Había hecho el enorme esfuerzo por mantenerme a raya; pero todo se fue al carajo cuando vi a Sean bailar con ella. ¿Había necesidad de acercarse tanto?

—Jared, ¿podrías ir por un poco de ponche para Lisa y para mí?— dijo Jules guiñando un ojo.

Enarqué las cejas con sorpresa, no pude decir nada por qué Jules ya estaba empujándome hacia el ponche. Estaba a punto de regresar con ellas, con los vasos llenos en las manos, cuando vi a Eider alejándose de la pista de baile.

No lo pensé dos veces, y me acerqué a ella apresuradamente.

—... Y una excelente maestra de baile, como yo —dijo hacia Sean.

Al diablo con el plan de mantenerme al margen; no podía permitir que ellos volvieran a bailar tan cerca el uno del otro. ¿Estaba celoso? Por supuesto que sí.

—¿Yo también puedo tomar clases?

Eider me miró con sorpresa.

—No soy tan buena profesora; solo estaba jugando —murmuro.

—Es una lástima, porque parecía que sabías lo que hacías hace rato.

Me di un golpe mentalmente; el comentario me había salido con más coquetería que amabilidad.

—¿Y Lisa?

—No lo sé, me mandó por ponche y la perdí de vista —respondí encogiéndome de hombros; realmente había olvidado que tenía que volver con ella hasta ahora.

Mi mirada se detuvo en sus labios, se veían más rojizos que de costumbre y ese brillo los hacían ver jugosos.

—Te ves muy bonita hoy —murmuré hechizado por su rostro—. Bueno, todos los días te ves bien; solo que hoy te ves aún más bonita.

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