Tiempo de cocinar

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Era la primera vez desde que habían llegado a Alexandria en la que les encargaban a Carl y a ti una tarea en el circuito de labores con el que se manejaba la comunidad. No se parecía en nada a las cosas que solían hacer en la prisión, dado que Alexandria no permitía actividades de tal riesgo a niños como ustedes. A pesar de ello, ustedes aceptaron sin pensarlo dos veces. Era agradable ser tenido en cuenta para algo, incluso si fuera una tarea tan simple como cocinar.

Al parecer, en la noche habría una reunión y Carol se había ofrecido a cocinar para la ocasión. Ella, que sabía lo mucho que ustedes deseaban tener una oportunidad de probar que podían ser útiles para la comunidad, propuso que fueran sus ayudantes. Deanna aceptó de inmediato y Carol se apresuro para contarles la noticia.

Honestamente, aquella no era la tarea que tenían en mente cuando pensaban en probar su valor a la comunidad. Estaban acostumbrados a lidiar con situaciones mucho mas peligrosas. Tanto Carl como tú tenían la esperanza de que los dejaran salir en una expedición en busca de provisiones. Cuando supieron de las reglas estrictas de Deanna en contra de poner en riesgo la vida de los menores de edad, pensaron que tal vez lograrían que en algún momento les dejaran la tarea de vigilancia. Sentían que ayudar a preparar una fiesta era una tarea demasiado simple y mundana para personas con las habilidades que ustedes tenían, pero de todos modos aceptaron.

—Odio que me den el trabajo de sirvienta —murmuraste entre dientes mientras reunías los ingredientes que necesitabas para hacer brownies siguiendo la receta que Carol les había dado.

—Al menos es algo —contesto Carl, aunque sonaba igual de desanimado que tú—. Ya me estaba aburriendo de no hacer nada. Aunque admito que me hubiera gustado que nos asignaran una tarea un poco más complicada e interesante —agrego mientras te ayudaba a separar y medir los ingredientes siguiendo las indicaciones de la receta.

—Se que esto no es algo a lo que están acostumbrados, pero tienen que entender que así se manejan aquí —les dijo Carol al entrar en la cocina—. No les tiene que gustar, pero no les haría mal por lo menos fingir frente a los demás. Necesitamos ganarnos la confianza de estas personas si queremos hacer de este lugar nuestro hogar.

Carol tenía razón. Alexandria tenía tantos defectos como virtudes y necesitaban congraciarse con los demás miembros de la comunidad para poder llevar a cabo los cambios que necesitaba para mantenerse en el tiempo. Para su mala suerte, eso significaba participar de fiestas y demás eventos superficiales a los cuales ustedes no estaban acostumbrados. Pero todo valía la pena si al final del día se acercaban un poco más a su objetivo final: mejorar la comunidad para poder convertirla en su hogar y salvar a todos sus habitantes de su propia ignorancia en el proceso.

Carol les aviso que estaría cocinando en la casa de Olivia y les pidió que la llamaran si se encontraban con algún inconveniente antes de desaparecer detrás de la puerta. Se pusieron a trabajar en cuento se quedaron solos. Tú te ocupaste de derretir la mantequilla y los trozos de chocolate a fuego lento mientras que Carl se encargaba de batir los huevos con el azúcar. Tuviste que ayudarlo en el proceso porque continuaba fallando al quebrar los huevos. Con el primero aplicó demasiada fuerza y la cáscara se rompió por completo antes de llegar al contenedor. En su segundo intento el huevo llegó al recipiente, pero también pedazos de cáscara. Lo interrumpiste antes de que pudiera intentar una tercera vez y agregaste por ti misma los huevos al contenedor antes de que Carl destrozara otro.

—Y tu decías que era fácil —lo burlaste mientras te encargabas de batir los huevos junto con el azúcar—. Hazme el favor de controlar el chocolate y no dejes que se pase porque no tenemos mucho.

Te concentraste en seguir las instrucciones de Carol al pie de la letra. Tarareabas la melodía de una canción que llevaba atascada en tu mente desde el día anterior mientras usabas toda la fuerza muscular de tu brazo para integrar los ingredientes a la perfección. Batir parecía ser una tarea sencilla, pero luego de pasar unos segundos haciéndolo comenzaba a doler.

Solo apartaste la vista de tu tarea cuando empezaste a sentir un olor extraño que rápidamente reconociste como el chocolate quemándose. Corriste hacia Carl y apagaste el fuego antes de que todo se echara a perder. Lo regañaste por no haber prestado la suficiente atención, recordándole que los brownies tenían que ser perfectos si querían impresionar a los miembros de la comunidad.

—Mejor déjame hacer las cosas a mi, observa con atención y me ayudas cuando ya hayas visto cómo se hace —le dijiste invitándolo no tan sutilmente a que te dejara a cargo de la primera tanda de brownies.

A Carl no le quedó otra opción que asentir y apartarse del camino para dejarte trabajar. Te observo con cuidado, aunque no por las razones correctas. Se suponía que debía estar prestando atención a lo que hacías y las explicaciones que le dabas para justificar cada paso en la receta, pero su mente solo podía concentrarse en lo bonita que te veías.

Aquella era otra faceta de ti que no había tenido la oportunidad de ver con frecuencia. A pesar de que en un principio la idea de pasarte la tarde cocinando no te había hecho mucha gracia, ahora te movías con confianza por la cocina. Una leve sonrisa adornaba tu rostro mientras batías la mezcla, agregándole de a poco la harina que le faltaba. Tarareabas en voz baja una melodía que él no llegaba a distinguir, pero parecía ponerte de buen humor. Te veías feliz y eso puso una sonrisa en su rostro.

Cuando la mezcla estuvo lista, le pediste a Carl que te pasara la bandeja en la cual cocinarían los brownies. El sonido de tu voz lo sacó de sus pensamientos y se apresuró a cumplir con tu pedido para que no te dieras cuenta que no había estado prestando atención. Apoyando el recipiente sobre la mesada junto a la mezcla, envolvió sus brazos en tu cintura, abrazándote por detrás. Reposo la barbilla en tu hombro con delicadeza y depositó un beso en tu mejilla antes de decir:

—Te ves linda cuando cocinas. Bueno, siempre te ves hermosa, pero no había notado lo bien que te sienta el estar cocinando.

—Carl, no te pongas así aquí. Carol podría entrar y vernos —comentaste avergonzada.

Él no te contestó. Continuó acariciando tu cintura, ahora por debajo de la camiseta que traías puesta. Comenzó a besar tu cuello y entonces todo pensamiento racional desapareció de tu mente. Querías apartarlo, pero la euforia que recorría tu cuerpo ante sus caricias te lo impedía. Vigilabas la entrada de la cocina con la preocupación de que Carol (o cualquier otra persona) entrara y los encontrara allí.

Carl te hizo girar sobre tu lugar para poder mirarte a los ojos. La distancia que los separaba era tan poca que podías sentir su cálido aliento mezclarse con el tuyo. Sus labios se rozaban, pero ninguno de los dos hizo algo para acortar la distancia. La mirada de Carl viajó de tus ojos hasta tus labios, observándolos con una expresión de deseo. Cuando la tensión se volvió insoportable, fuiste tú la que dio el primer paso y unió sus labios en un beso apasionado.

—Yo que ustedes tendría mas cuidado —escucharon a Carol decir detrás de ustedes, obligándolos a separarse—, Daryl no estará muy feliz cuando se entere que tocaste a su nena. Mucho menos si los descubre así —agregó refiriéndose a la actitud sobreprotectora que Daryl demostraba contigo.

Los dos la miraron avergonzados y asintieron a sus palabras. Carol los observó ponerse a trabajar de inmediato con ternura. Podía notar la incomodidad en la forma en la que se movían y la vergüenza en el color rosado de sus mejillas. Una sonrisa se formó en su rostro. Ella los había visto crecer y enamorarse de cerca, por lo que el hecho de que ustedes hubieran encontrado la felicidad juntos alegraba sus días.

—Tienen suerte de que Rick y Daryl no estén —les dijo con un tono pícaro y guiándoles un ojo—. Pero trabajen primero, necesitamos la comida lista para la fiesta. Luego pueden besuquearse todo lo que quieran. Les avisaré si veo a Daryl llegar.






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Nos leemos la próxima c:

TWD: Carl Grimes One ShotsWhere stories live. Discover now