Familia Feliz

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Era una mañana tranquila, la más tranquila que la gente del grupo liderado por Rick había pasado en mucho tiempo. Y todo se debía a que habían podido descansar tranquilos, bajo un techo seguro, sin tener esa sensación de temor continua, ese estado de alerta constante que no los dejaba dormir como se debía. Por más de que no era su primer día bajo la protección de los muros de Alexandria, esta había sido la primera noche en la que el grupo durmió dividido en distintas casas, apoyando sus cuerpos sobre la comodidad de una cama, sintiendo una seguridad que no experimentaban desde que dejaron la prisión.

Rick despertó temprano a causa de los llantos de su pequeña hija Judith. No le tomó mucho tiempo darse cuenta de que la bebé lloraba por hambre y, mientras la envolvía en sus brazos, bajó las escaleras rumbo a la cocina de su nueva casa. Carl despertó al igual que su padre por el llanto de su pequeña hermana y ayudó a Rick a alimentarla.

No tenían mucho que hacer. Al ser los recién llegados todavía estaban en periodo de prueba y Deanna no les había asignado ninguna tarea. Era la primera vez en mucho tiempo en la que podían pasar tiempo juntos como familia, sin preocuparse por nada. Por primera vez, Rick se sentía libre de "escapar" a sus responsabilidades ya que aquí no tenía ninguna, no hasta escuchar la palabra de Deanna.

Al pasar las horas, Judith comenzó a ponerse inquieta. Ya no se mantenía calmada con pequeños juegos o las voces graciosas que le hacía Carl para distraerla, así que ambos hombres tuvieron buscar la forma de entretenerla. No tenían mucho, pero con las cosas para la bebé que les habían proporcionado cuando llegaron tendría que bastar. Rick tuvo la idea de improvisar unas marionetas con medias de colores que tenían guardadas por alguna razón y creó junto a Carl un teatro de títeres. Sentaron a la bebe en la mesa y ellos se agacharon detrás de esta dejando a la vista sólo sus manos con las medias cubriendo estas.

—¿Estás seguro de que esto va a funcionar, papá? —preguntó Carl. No estaba muy convencido de que la idea de su padre funcionara, ya le había tocado lidiar antes con una Judith de mal humor y nada parecía funcionar en esos momentos.

—Estoy bastante seguro, funcionaba contigo al menos.

—¿De verdad?

—¡Claro que sí! —exclamó Rick—. Tu madre y yo solíamos hacer esto para divertirte cuando eras pequeño, sólo que con marionetas de verdad. Te encantaba.

Ambos rieron, pero la nostalgia se veía en la mirada de los dos. Recordar esos momentos los hacía felices, pero a la vez dolía. Los recuerdos de una familia feliz, su antigua casa, la mascota familiar... recuerdos de un mundo normal, el cual no veían hace mucho y sospechaban que jamás volverían a ver. Pero no dejaron que aquellos sentimientos nublaran la felicidad que les generaba pasar un día en familia.

Comenzaron con la representación, haciendo diferentes voces para cada personaje, una más ridícula que la otra. Judith reía y aplaudía feliz, pero no lograron mantenerla entretenida por mucho tiempo.

—Genial, ¿ahora qué hacemos? —preguntó Carl y ambos se miraron mientras intentaban pensar que hacer para mantener a Judith contenta. Entonces Rick recordó algo que solía hacer cuando su hijo mayor era aún pequeño.

—No lo sé, pero creo que hay alguien aquí que puede ayudarnos.

Al principio Carl miró extrañado a su padre, pero conforme a que observaba los gestos y muecas de transformación que hacía Rick recordó y entendió perfectamente a qué se refería.

—Oh no, Judy, ¡es el monstruo de las cosquillas! —exclamó siguiéndole el juego a su padre— ¡No voy a dejar que ataques a mi hermanita, monstruo de las cosquillas! —agregó y acto seguido corrió a buscar a Judith para protegerla.

TWD: Carl Grimes One ShotsWhere stories live. Discover now