Pesadillas

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Cuando llegaste junto a tu grupo a Alexandria pensaste que los días de vivir en un estado de alerta y miedo constante habían quedado atrás. Después de tanto luchar por fin habían encontrado un lugar seguro, una comunidad rodeada por muros que prometen mantener el peligro afuera. Te habías permitido bajar la guardia, solo un poco, cegada por la falsa sensación de seguridad que lugares como Alexandria generaban.

Pronto descubriste que las paredes no podían protegerte de todo. Haber pasado tiempo a la deriva contribuyó a que olvidarás que el único problema en el mundo no eran los caminantes o la falta de comida. Personas como los lobos o los salvadores eran el verdadero peligro, porque no respetaban muros o barreras y, francamente, eso te aterraba.

Era injusto, se suponía que en Alexandria todos encontrarían la vida tranquila que tanto merecían después de haber pasado por tanto, después de haber perdido tanto. Al parecer el destino tenía otros planes, y lo que debía ser un momento de relativa tranquilidad y descanso terminó convirtiéndose en uno de los peores momentos por los que habías tenido que pasar en tu corta vida.

Estabas acostumbrada a los caminantes, a la vida a la intemperie, a pasar días sin comer o dormir, pero los salvadores no eran nada parecido a aquello. No podían esconderse de ellos y tampoco podían simplemente dispararles en la cabeza como a los caminantes, pues eso solo complicaba más las cosas. Estaban atrapados en un callejón del cual dudabas que pudieran salir. No es que desconfiaras de las habilidades de los demás en el grupo, sabías que eran más que capaces de pelear para defender lo suyo, pero ya habían intentado enfrentarlos y gracias a eso Glenn y Abraham estaban muertos.

Tu mente no paraba de revivir aquel momento una y otra vez desde que había ocurrido. Habías visto gente morir antes, incluso personas cercanas a ti, pero nada se comparaba con aquella experiencia. El recuerdo de Negan destrozando a golpes las cabezas de tus amigos hasta que eran solo una pila de restos y sangre en el suelo no se borraba de tu mente. Ellos te habían ayudado y salvado la vida muchas veces, no estarías viva de no ser por ellos. Y tú no pudiste devolverles el favor. Habías estado obligada a observar con horror como dos grandes hombres abandonaban este mundo injustamente y de la forma más brutal que jamás habías visto, sin poder hacer nada al respecto.

Ese recuerdo te atormentaba a toda hora, aunque se intensificaba en las noches, cuando te encontrabas sola en la oscuridad de tu habitación. Cada vez que cerrabas los ojos tu mente repetía los eventos de esa noche como una película, volviendo casi imposible la tarea de dormir. Tus pocas horas de sueño con frecuencia se veían interrumpidas por pesadillas tan horriblemente vívidas que te mantenían despierta hasta que el sol salía.

Estabas acostumbrada a las pesadillas. Nadie sobrevivía tanto tiempo sin haber hecho cosas que los mantenía despiertos en las noches. Tu no eras la excepción. Algunas decisiones que habías tomado en el pasado te perseguirían hasta el día en el que murieras. Eso lo habías aceptado hace tiempo. No hacía que las pesadillas desaparecieran, pero si las volvían tolerables. Era casi como una rutina.

Pero las pesadillas ocasionadas por Negan no eran para nada parecidas a tus sueños normales. Por alguna razón eran mucho más intensas y angustiantes. Tal vez se debía a la culpa que sentías por haber iniciado el conflicto que llevó a la muerte de dos personas importantes en tu vida. O tal vez era la impotencia que te generaba saber que no habías podido salvar a quienes te habían ayudado tanto en el pasado. Probablemente era una mezcla de ambas. Tenías demasiadas emociones escondidas en tu interior y, al parecer, solo podías expresarlas a través de horribles sueños, violentos y repetitivos.

Casi todas las noches despertabas llorando y con un nudo en la garganta que te impedía hablar. En momentos así siempre era Carl quien te ayudaba. Ambos tenían una especie de acuerdo por el cual si alguno de los dos tenía una pesadilla o simplemente no quería estar solos, podían ir a buscar consuelo en el otro. Más de una vez habían dormido juntos gracias a aquello. Era la única forma que encontraban de acallar a sus subconscientes y descansar un par de horas.

TWD: Carl Grimes One ShotsWhere stories live. Discover now