Enemigos {parte dos}

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La suave brisa del bosque golpeaba la cara de Alexa mientras corría. Su largo y sedoso cabello negro se movía con el viento, y el sol resaltaba aún más el bello color azul que había elegido para teñir sus puntas hacia ya un par de semanas. Su risa y la de Carl era el único sonido que se escuchaba en todo el bosque, junto a el crujido de las ramas y hojas secas bajo sus pies.

Los dos adolescentes estaban corriendo carreras alegremente en la tranquilidad del bosque. Era la cuarta vez que se veían en la semana, y como Alexa ya no tenía nuevas noticias para comunicarle a Carl, le había sugerido hacer algo más divertido que solo quedarse parados hablando. Aquello había desencadenado en la pequeña carrera que estaban llevando a cabo en el momento. Ella iba ganando, pero solo porque cuando Carl se le acercaba demasiado ella lo empujaba o obstruía su paso con alguna rama caída. No era para nada justo, pero prefería hacer trampa a dejar que le ganara.

La relación de Carl y Alexa mejoró muchísimo en el último mes y medio que había pasado. Se convirtieron rápidamente en amigos, y ahora ya no podían separarse el uno del otro. Se veían casi todos los días, siempre encontrándose en el mismo lugar que la primera vez, y pasaban tardes enteras hablando, leyendo comics o recorriendo el lugar. Disfrutaban mucho de la compañía del otro y no tenían miedo de demostrarlo.

Nadie más que ellos dos sabía sobre a dónde iban y qué hacían cuando salían de sus respectivas comunidades. Carl honraba su parte del trato intentando convencer a Rick de que retrasara los planes de ataque al Santuario, pero evitaba mencionar el vínculo que había desarrollado con la hija de Negan. Amaba a su padre y confiaba en él, pero no sabía cómo podría llegar a reaccionar si le proporcionaba esa información.

Alexa, por su parte, había logrado exitosamente ocultar de Negan —y de todos en el Santuario— la verdadera razón de por que desaparecía todo el tiempo. Hasta ahora su padre no le había dado ninguna señal que le indicara que sospechaba de lo que hacía en las tardes, así que Alexa simplemente asumió que no sabía nada. Cuando regresó del primer encuentro con Carl, su padre creyó en la extraña historia que había inventado sobre cómo perdió la ballesta que había retirado de la armería sin hacerle demasiadas preguntas. Al parecer Carl tenía razón y aquel hombre en el bosque era solo alguien que pasaba por allí. La suerte había estado de su lado por primera vez en su vida.

O por lo menos, eso creía ella.

—¡Te gané! —alardeo descaradamente Alexa cuando llego al limite que habían propuesto.

—¡Claro que no! —replicó Carl casi de inmediato mientras intentaba recuperar el aliento—. Te estaba ganando hasta que comenzaste a hacer trampa.

—¿Trampa, yo? —le contestó ella, haciéndose la desentendida—. ¡Por favor! Gané limpiamente gracias a mi increíble estado físico. Me ofende que insinúes que hice trampa.

Carl puso los ojos en blanco, pero comenzó a reír. Alexa lo imito, el sonido de su risa era demasiado contagioso. Pronto los dos terminaron en el piso, soltando carcajadas hasta que el estómago les dolió y los ojos se les llenaron de lágrimas. Ninguno de los dos estaba seguro de que era lo que resultaba tan gracioso, pero eso no representaba un impedimento para que dejaran que la risa saliera desde lo más profundo de su ser. Y esa era una de las cosas que más disfrutaban tanto cuando estaban juntos, el poder ser auténticos, espontáneos y divertirse sin importar nada más.

Luego de que lograran controlar sus risas, Carl sugirió que se quedaran sentados un rato leyendo comics y disfrutando del agradable clima y la tranquilidad del bosque. Alexa aceptó sin pensarlo dos veces. Correr tanto la había dejado bastante cansada por lo que descansar un rato no le vendría mal. Entonces se acomodaron uno al lado del otro, apoyando sus espaldas en el grueso tronco del árbol ubicado detrás de ellos.

TWD: Carl Grimes One ShotsWhere stories live. Discover now