TWD: Carl Grimes One Shots

Carta de amor

—Si tanto te molesta ocultarle las cosas creo que lo mejor sería que le digas la verdad —dijo Enid algo cansada.

Era la décima vez que hablaba del tema con Marcela en la misma semana y estaba comenzando a sentirse un poco repetitivo. Siempre acudía a ella por consejos amorosos pero nunca escuchaba lo que le decía. Era exasperante.

—¿Cómo se supone que le dices a tu mejor amigo que estás enamorado de él?

—Sólo te acercas a él y le dices, ey, estoy enamorada de ti.

Marcela puso los ojos en blanco y le arrojó un almohadón a su amiga, quien lo atrapó en el aire antes de que este impactara contra su rostro.

—¿Si fuera tan sencillo crees que aún seguiría con este problema?

—Honestamente, sí. Tienes el hábito de pensar demasiado las cosas. Tienes que relajarte y dejar que tus sentimientos hablen por ti.

—No puedo. Cada vez que estoy cerca de Carl es como si mi mente dejara de funcionar. Intenté hablar del tema con él antes, pero siempre me quedo muda. Y creo que él está empezando a sospechar que le estoy ocultando algo.

—Bueno, si te cuesta tanto decirle las cosas en persona, ¿por qué no lo escribes? —le sugirió Enid. Aquello logró captar la atención de Marcela, que paró de caminar de un lado a otro en la habitación para mirar a su amiga.

—¿Te refieres a una carta?

—Si, escribirle una carta debería darte la libertad y el tiempo necesario para encontrar las palabras adecuadas. Luego puedes entregársela para que la lea una vez que esté lista.

—Enid, nunca pensé que diría esto pero ¡eres brillante!

—¿Soluciono tus problemas y así es como me tratas? —se quejó la joven, continuando con la broma de su amiga—. Espera, ¿a dónde vas?

—A escribir la carta —contestó Marcela como si fuera obvio.

—¿Ahora?

—Cuanto más rápido lo haga, más rápido podré salir de este embrollo con Carl.

Y con eso, Marcela corrió a esconderse en la seguridad de su habitación con la esperanza de poder finalmente encontrar la forma correcta de expresar sus sentimientos hacia su mejor amigo.

Pensaba que no le tomaría mucho tiempo, ¿qué tan difícil podía ser escribir sobre lo que sentía por Carl en una hoja de papel? Mucho más de lo que pensaba, aparentemente. Se pasó todo ese día tratando de encontrar la forma de empezar la carta, pero solo lograba escribir dos oraciones antes de descartarlas y comenzar de nuevo.

Aquel fue un proceso que se repitió toda la semana. Escribía algo, lo leía, no le gustaba, lo borraba y volvía a comenzar. En siete días solo había podido avanzar un par de renglones. Una vez más, su obsesión con la perfección y pensar de más cada palabra que soltaba estaban uniéndose en su contra. En los momentos más frustrantes, Marcela contempló la idea de solo escribir en un trozo de papel un simple te amo con su firma. Pero siempre terminaba desechando esa idea. Sentía que le debía explicar mucho más. Después de todo, su confesión podría terminar arruinando su amistad para siempre. Si iba a arriesgarse, entonces tenía que hacerlo bien.

Además, lo que sentía por Carl era diferente, complicado, único. Un simple te amo no alcanzaba a describir lo que sentía en su interior cada vez que lo miraba a los ojos o lo escuchaba reír. Habían pasado por tantas cosas juntos, Carl se merecía saber todo. Ella necesitaba decirle todo. Necesitaba contarle cómo su corazón se aceleraba cada vez que lo veía, o la electricidad que le recorría todo el cuerpo cuando la tocaba.