Capítulo XI

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3...2...1...y me perdí en esos labios, me dejé llevar ante el fugaz beso de Ross. ¡Mierda, este chico sabía besar y lo hacía jodidamente bien! Sus labios eran suaves y perfilados y encajaban perfectamente con los míos.

¡Despierta, Laura! Gritó mi subconsciente.

Me separé jadeando, esto era por lo que me sentía incómoda y molesta, ¡quería besarlo, joder!

Ross me miraba con ojos cargados de pura intensidad. ¡Cálmate, Laura! Tomé una bocanada de aire para recuperarme del shock; lo fulminé con la mirada. No debía saber que había disfrutado de su manera de pedir perdón, obviamente no admitiría que me fascinó, ¡el chico sabía besar!

—¿Por qué hiciste eso?—por fin pregunté manteniéndome calmada.

—Quería disculparme...—respondió con cierta debilidad en su voz. Pues vaya, que manera de disculparse. Y al parecer leyó mi mente y continuó—: Soy un imbécil por lo de anoche y lo de ahora. No era la manera correcta de tratarte, lo lamento.—Terminó. Sentí mi corazón latir con demasiada fuerza, Ross estaba siendo sincero.

—Yo también, te debo una disculpa—le miré directo a sus hermosos ojos y hablé con total sinceridad—. No debí curiosear en tu recamara y mucho menos...—me encogí de hombros—besarte.

Ross asintió y me dedicó una pequeña sonrisa.

Pasó un minuto de silencio. Dos minutos...Tres minutos...Nada...Cuatro... ¡Mierda, di algo! Cinco...

—Entonces...—comenzó. ¡Al fin! Por poco y exploto—¿Qué te parecería terminar el proyecto?

—Mientras te comportes como es debido, claro que sí—Ross rodó los ojos y yo me reí torpemente. Él asintió y retrocedió un poco. Puse la mochila sobre mi hombro, auch. Hice una mueca de dolor. Sí, mi tobillo seguía adolorido, el raspón de mi brazo no estaba mal pero si dolía.

—Déjame a mí—dijo Ross. Me sacó la mochila y se lo colgó en su hombro.

—Gracias—musité, tal acto de caballerosidad me había dejado desconcertada.

Caminamos sin decir nada, hasta llegar al estacionamiento, justo donde estaba aparcada su moto. Era igual a como la recordaba el primer día que la vi, color negra con pequeñas llamas grises tatuadas en el tanque de combustible y el asiento de cuero. Ross ató las mochilas en el soporte de atrás, posteriormente se montó, quitó el casco del manubrio y me lo pasó. Me miró extrañado cuando no lo acepté.

—¿Qué?—dijo.

—Ni creas que me subiré a esa cosa—respondí. Sí...no era muy fan de las motos, o más bien viajar en una.

—Laura, ponte el casco—ordenó Ross.

—No—respondí. Ni loca me subiría.

—¿Has traído auto?—negué—¿Alguna idea?—volví a negar—Bien. Entonces podrías ponerte el puto casco y subirte a la moto ahora—De nuevo el Ross egocéntrico apareció.

—No me subiré, ¿no sabes lo peligrosas que son?—contesté irritada.

—Laura, no te pasará nada, créeme—habló con seguridad—.Te prometo que estarás bien. Llevo dos años conduciendo y sigo vivo—dijo con bastante ironía. Bufé—.Vamos—insistió poniéndome de nuevo el casco enfrente.

—De acuerdo—accedí. Pasé una pierna sobre el asiento y me senté detrás de Ross—¿Seguro que no pasará nada?—dije dudosa de mi decisión.

—Totalmente. Mi Harley es la más segura—respondió con orgullo. Tragué saliva y me coloqué el casco. Ross hizo lo mismo con el otro casco. Será de Rydel, supuse.

FULL MOON {Raura/Rydellington}Where stories live. Discover now