Capítulo XLV

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Faltaban algunas semanas para que el invierno se fuera totalmente de Portland y entonces la primavera arribara. Nadie tenía idea de dónde se encontraba Ross y cada día era doloroso para mí tener que mentirles a mis amigos. En mi casa no sospechaban nada, mi madre solo estaba pendiente de las citas con sus amigas y su marido casi ya no aparecía.

Por la tarde, Ellington, Kate, los gemelos, Connor y yo estábamos en casa de los Lynch. Ethan llegaría luego de revisar la salida de la ciudad, lo hacía cada tarde desde que Ross desapareció. Ninguno en la sala confiaba en la nueva familia de Ross. ¿Cómo de la nada regresan?

En breves momentos Rydel y Ellington se miraban por largos segundos. Resultaba un poco incómodo porque yo sabía que mi mejor amigo seguía amando a Rydel, no importaba si Ross le hubiera quitado la memoria, por otro lado también estaba Connor. Hubo un día en el que Rydel y yo platicamos solas, fue la primera vez en mucho tiempo desde que el hechizo se rompió en mí. Sabía lo importante que era Ellington para ella, pero también me contó sobre Connor. Yo le había dicho que lo que sentía por Connor no era amor, sino un cariño y no podía ilusionarlo con un futuro después de lo que se aproximaba.

— ¿Pueden ya besarse o algo? Siento que nos excluyen en cuanto se miran—murmuró Emma. Ella una cabeza más baja que yo y con el cabello rubio castaño.

Rydel se sonrojó y apartó la mirada. Ellington miró a otra dirección mientras Connor se removía en su asiento. Finalmente exhaló.

—Es una jodida tontería esperar a Ethan—exclamó—. Puedo rastrear a Ross rápidamente.

—Ya lo hablamos, Connor—le replicó Emma—. No lo harás.

Él gruñó en respuesta.

Una hora más tarde Ethan apareció, y nuevamente sin ninguna noticia. Yo no quería pensar en cosas negativas por lo que preparaba algo de té y les servía a los demás.

— ¿Te preocupa que Ross se aloque y se vuelva un asesino en serie o algo parecido?

La voz de Connor provocó que un escalofrío me recorriera la espalda. Dejé las tazas de porcelana sobre la charola. Me quedé callada. Ross hubiese querido que me mantuviera cautelosa.

—Lo amas demasiado—declaró. Seguí callada—. ¿Él te advirtió sobre no confiar en nosotros? Seguro que lo hizo—Se movió entre la cocina, cogiendo una manzana de la barra—. Haces bien. No deberías confiar en nadie, preciosa—Le dio un mordisco a la fruta—Yo no confío ni en Ross.

—Es tu familia—pronuncié apenas.

—Puede que compartamos a la misma madre, pero no somos iguales. Tengo curiosidad, sin embargo. ¿Qué viste en él?

Le observé tirando el resto de manzana. Esa acción me hizo recordar a Ross, él solo le daba tres mordiscos a la fruta y la arrojaba al cesto. Sip, Connor me ponía nerviosa.

—Tú quieres a Rydel ¿cierto?

Esa pregunta lo tomó desprevenido pero fingí no darme cuenta.

—Realmente no importa lo que yo quiera—dijo con naturalidad—. Y ahora lo importante es lograr que Ross aparezca antes que el loco de mi manada venga por nosotros.

Connor se dio media vuelta y se retiró, dejándome sola con mis pensamientos colisionando y haciéndome estar confusa con mis sentimientos.

Era la cuarta semana. El viento soplaba frio en las noches pero era más soportable. En la escuela solo se hablaba de una cosa: El baile de primavera. Sería en un mes pero las entradas se estaban vendiendo muy rápido.

Había evitado ese tema cuando estaba con Raini. Sin embargo, yo no tenía cabeza para pensar en ello. Necesitábamos encontrar a Ross antes que el resto de la manada de donde pertenecían los gemelos y Connor decidiera hacernos una visita que incluía derramar sangre.

Caminando en el pasillo me encontré con Kate. No diría que nos volvimos mejores amigas pero nos tratábamos bien. ¿Para que añadir otro problema a la lista?

Parecía un poco nerviosa cuando me llamó, o al menos eso demostraba su mano que temblaba levemente.

— ¿Sucede algo?—Cuestioné.

—Yo he...—los libros que llevaba fueron soltados. Ella llevó sus manos hacia su cabeza y cerró sus ojos—. Me duele mucho la cabeza. Mierda.

Maldijo unas tres veces más. No podía llevarla a la enfermería porque esto no se trataba de algo humano. Ya le había sucedido una vez.

Abrió sus ojos. Gruñó y apretó más su cabeza—. Necesito salir de aquí.

Estaba cambiando. Lo sabía. Lo había visto de Ross.

—Te llevaré a mi auto—recogí los libros y los metí rápidamente a mi mochila—. Vamos.

Maldijo de nuevo.

—Vamos Kate.

Kate optó por caminar sola. Llegamos a mi auto. Ella volvió a gruñir.

—Aguanta un poco más, Kate.

Saqué el auto del estacionamiento y metí la segunda velocidad en el momento de llegar a la carretera. No sabía hacia dónde ir.

— ¿Dónde está tu casa, Kate?

—No iremos ahí—se retorció en el asiento—. Llévame a casa de Dan.

Apretó las manos ocultando las garras. Le dije que sí y conduje en la dirección que me proporcionó.

En un semáforo rojo le envié un mensaje a Rydel diciéndole que avisara a los demás y los veríamos en casa del viejo brujo.

—No puedo...

Solo escuché como el cinturón de seguridad era arrancado y la puerta de mi auto se abría.

Grité un par de veces el nombre de Kate pero ella corrió más rápido.

Cogí el móvil y le hablé a Ellington—. Tienen que darse prisa.

Dicho eso volví mi atención a la autopista. Me ajusté el cinturón y pisé el acelerador.

Cuando llegué a casa de Dan me dije a mi misma que era valiente para abrir la puerta.

Lo extraño era que se encontraba abierta pero no había nadie. Había cosas rotas y los sillones estaban rasgados.

Quizá no debería merodear sola ahí. Llegué a la cocina. Había un olor desagradable, era algo quemado. Tuve que cubrirme la nariz para acercarme a la estufa.

Había un líquido azul verdoso. De ahí provenía el asqueroso olor. Una olla cayó provocando que saltara.

—Casi me matas del susto—exclamé. Connor estaba parado en la entrada de la cocina—. Creo que hemos llegado tarde, no hay nadie aquí.

—Eres muy buen observadora—respondió—. ¿Qué crees que haces?

— ¿Dónde están los demás?

—Ethan y Evan están revisando el perímetro. Y no has respondido mi pregunta.

Puse los ojos en blanco.

—Buscaba alguna pista.

Connor se acercó y olfateó la olla. Gruñó y luego soltó una palabrota.

—Esto es malo.

Él cogió un poco de ese líquido en un vaso y salimos de la casa. Llamó a todos.

Emma y Evan lo olieron.

—Mierda—masculló Evan.

— ¿Qué es?

—Es un brebaje que ha utilizado Dan, y estoy seguro que su víctima ha sido Ross.

— ¿Qué puede hacer ese brebaje?—Pregunté temerosa.

Emma respondió—. Nada bueno.

Su gemelo gruñó—. Están aquí.

Connor le dijo que se controlara. Evan gruñía y Emma aulló.

Suponía que Evan se refería a su manada. Demonios. No era bueno.

FULL MOON {Raura/Rydellington}Where stories live. Discover now