Capítulo XXXI

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Fue difícil concentrarme en las clases, mi cabeza dolía demasiado que incluso podía escuchar el palpitar de mis sienes. Los susurros de los alumnos retumbaban como un fuerte eco dentro de mi cabeza.

Llegué a mi casillero al final del día, los murmullos se hacían cada vez más fuertes. Un escalofrío me recorrió la columna vertebral estremeciéndome, entrecerré los ojos, metí mis libros en el casillero con éxito, miré hacia mis manos, estaban temblando, sentía que iba a transformarme. Mierda.

El corazón me latía como un montón de caballos alborotados. Necesitaba controlarlo ahora.

—Ross tengo algo que...

Sus pequeños ojos se abrieron al verme.

— ¿Estás bien? ¿Qué tienes?—ella acercó su mano a mi frente—. Estás ardiendo—murmuró.

—Yo...—mi boca no quería cooperar con las palabras. ¿Qué me pasaba?

—Necesitas ir a casa de inmediato—dijo.

Negué. Yo podía hacerlo. Tenía que hacerlo solo.

—Vamos, te llevaré a casa.

Se colgó su mochila en su espalda. Pasó uno de mis brazos alrededor de su hombro y cuello. Puse todo de mi parte para llegar al estacionamiento. Llegué a la Harley a tropezones.

—Ni creas que irás en esa cosa—dijo Laura antes de que le pasara un casco—. Te llevaré.

—Tú no...

—Te llevaré en mi auto, Ross. No creas que conduciré esa cosa mortal—apuntó a la motocicleta. Una media sonrisa apareció en mi cara a pesar de toda la situación.

—Yo puedo—sacudí mi cabeza, intentando meter la llave de la Harley en el manubrio.

—Por supuesto que no. Yo te llevaré a casa. Calum puede llevar tu motocicleta. Y descuida, llegará en buen estado—pude captar algo de ironía en eso último.

Caminamos a su auto, entré y me senté en el asiento del copiloto.

—No tardo—dijo Laura.

La vi alejarse del auto para encontrarse con su amigo el pelirrojo.

Miré hacia mis manos, mis garras querían salir.

Segundos después Laura entró al auto. Puso el freno de mano después de encender el automóvil, movió la palanca para retroceder, y movió el volante para salir del estacionamiento.

—No tardaremos en llegar—murmuró.

Sentí mis ojos cambiar, los cerré diciéndome mentalmente que no me transformara.

—Laura...—logré articular mientras sentía la adrenalina correr mi cuerpo entero.

Ella pisó el acelerador. Noté sus manos apretando el volante. Estaba preocupada y asustada.





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Salí del auto con Laura ayudándome hasta llegar a la entrada. Mis padres no estaban.

— ¿Puedes subir?—preguntó Laura mirando a las escaleras. Asentí y subimos a mi cuarto.

Me recosté en la cama. Seguramente mi pulso había sobrepasado lo normal pero aún no me transformaba. Laura era mi analgésico.

Laura se acercó y volvió a tocar mi frente.

—Voy por algo de agua y unos trapos para ponerte en la frente— dijo—y traeré algo de medicina.

FULL MOON {Raura/Rydellington}Where stories live. Discover now