Capítulo 2

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Cerré el cuaderno y miré por la ventanilla mientras me estiraba un poco. El álbum Let It Be sonaba en la radio del coche de Evelyne, gracias a que yo tenía una exquisita colección de cintas. Mi hermano, al volante, y ella, en el asiento del copiloto, charlaban de sus cosas. Curtis, de pelo corto castaño, llevaba una de sus odiosas camisas de cuadros con un chaleco vaquero. Juro que algún día le voy a quemar esas camisas. Evelyne, rubia de pelo liso, se había puesto uno de esos vestiditos de flores suyos que tanto le gustaban. Estábamos en octubre y el frío acechaba, pero eso nunca parecía ser un problema para ella.

Una hora y cuarenta y cinco minutos después, paramos a repostar. Los tres salimos del destartalado Morris Marina. Evelyne se colocó su enorme pamela, y ambas esperamos a que mi hermano llenara el depósito.

—Ev..., no hace sol... ¿Para qué es el sombrero?

—Es que esta pamela me queda muy bien —posó mientras se ponía también unas gafas de sol, mientras se pasaba las manos por los brazos, probablemente empezando a notar el frescor del día. Negué con la cabeza y dejé estar a la diva. Al menos no ha sacado los cigarrillos en toda la mañana. Ocasionalmente fumaba, mi hermano le había pegado la costumbre.

Volvimos al vehículo y en nada por fin habíamos llegado. ¡Por fin, sí! Ese horrible viaje en coche ha valido la pena. Pero qué cola había. Larguísima. Sigue valiendo la pena. Los tres nos colocamos en la fila a esperar. Me percaté de que necesitaba ir al servicio.

—Chicos, voy a buscar un cuarto de baño. ¿Os quedáis aquí? —no me prestaron demasiada atención, estaban diciéndose ternuras al oído. Puaj.

Me pareció haber oído un asentimiento por parte de alguno, así que me separé de ellos y busqué caminando junto a la fachada del edificio. Pregunté a un par de personas, que me indicaron dónde encontrar los servicios del establecimiento. La entrada de estos estaba en el exterior, porque si no presentabas tu entrada no podías pasar al interior, y si tenías una urgencia como yo, entonces sería bastante engorroso esperar a entrar.

Giré a la derecha, y vi finalmente una puerta un poco más lejos. Cuando iba a entrar, algo me embistió de forma fugaz, y me tiró hacia atrás. Caí de espaldas y me golpeé la cabeza contra el suelo. Probablemente perdí el conocimiento..., porque no recuerdo claramente qué estaba aconteciendo.

<...>

Abrí lentamente los ojos. Me sentía mareada, como si tuviera una peonza girando dentro de mi mente sin cesar. Me incorporé despacio. Aquello no era el suelo, estaba sobre algo blando.

—Vaya, ya se despertó.

—Hey, ¿te encuentras bien?

—La has tirado al suelo y se ha desmayado, ¿en serio crees que se encuentra bien?

Tenía la vista nublada. Me froté los ojos para ver mejor. Había dos muchachos delante de mí.

—Eh... ¿Qué ha pasado? —dije muy seria mientras trataba de levantarme. ¿Quiénes son estos?

—Pues, te chocaste conmigo y te golpeaste en la cabeza —un chico de pelo oscuro por los hombros y ojos pintados me miraba con culpabilidad.

—Oh... Debo mirar por dónde voy, lo siento —me sobé la cabeza. Ciertamente me dolía.

—Ha sido culpa mía, no debí salir tan rápido. Discúlpame, querida —¿"Querida"?

Encontré mi bolso junto a mí en el suelo y lo agarré. Me dispuse a marcharme— No... No pasa nada. Bueno, yo me voy ya. P-perdón por la molestia.

—Vaya, no nos conoce... Qué decepción —dijo el otro chico que había hablado antes. ¿Por qué debería de conocerles?—. ¡Espera! Déjanos presentarnos.

Me detuve y lo miré. Este era rubio con ojos claros. Qué tipos tan raros... No los he visto antes, eso seguro. ¿Por qué quiere presentarse?

—Yo soy Roger, encantado —dijo este último, tendiéndome la mano—. Y ese que te ha tirado al suelo antes es Freddie.

El tal Freddie me miró sonriendo y escondió la cara tras su mano. Tampoco parecía estar pasándolo muy bien. Detén a tu amigo Roger para que me pueda ir y todos tan contentos.

—U-un placer —estaba nerviosa y deseaba salir de allí. El tal Roger me miraba con curiosidad. Supuse que esperaba saber mi nombre también—. Yo soy A-Amanda.

—Espero que nos veamos luego, Amanda —¿Está... flirteando conmigo? Qué grima... ¿Y por qué puñetas tendría que haberlos reconocido...? Demasiadas preguntas y demasiadas ganas de escapar.

—Ya, bueno... A-adiós —me despedí rápido con la mano y salí de aquella extraña habitación.

Qué cosas te pueden suceder tratando de ir al baño, oye... Mejor voy después. Ya ni siquiera tengo ganas.

Me dirigí de nuevo a la cola, a reencontrarme con Curtis y Evelyne.

KEEP YOURSELF ALIVE #2: Let Me In Your Heart ♕Where stories live. Discover now