Capítulo 28

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—¡Amanda! Amanda, ¿piensas levantarte? —Curtis dio golpes seguidos en la puerta de mi cuarto.

—Mmm... —alcancé a murmurar, enterrando la cabeza en las almohadas.

—Me tengo que ir al trabajo. Habla tú con Evelyne.

—... Mmm...

—¡Adiós! —segundos después oí una puerta cerrarse.

—Mmmm...

Intenté desperezarme un poco y me puse boca arriba. ¿Había sido un sueño? Giré la cabeza hacia la silla de mi escritorio. La ropa que llevaba la noche anterior reposaba allí, todavía bastante empapada con un pequeño surco de agua en el suelo bajo ella. No fue un sueño. Pasó de verdad. Oculté la cabeza bajo las sábanas y una risa tonta me impidió pensar por unos momentos. Me sentía como una cría. Había empezado un nuevo capítulo de mi vida sin casi verlo venir. ¿Es posible que esto me esté pasando a mí? ¿La torpe de Amanda ha tomado una senda correcta esta vez? Pateé el colchón varias veces, sacudiéndome entre risotadas bobas.

Pasado un rato conseguí desperezarme y me levanté, aún caminando con cierta somnolencia y una sonrisa atolondrada en la cara. Le serví un tazón de leche a Lily en la cocina, que estaba tranquila sobre la manta que le habíamos dejado en el suelo de la sala de estar. Apareció de la nada a paso tranquilo y fue a beberla.

—¿Evelyne...? —dije entre bostezos. Nadie respondió, pero podía oír unos sollozos.

Busqué en el salón y en su dormitorio. Sólo me quedaba comprobar el baño, que estaba cerrado. Llegué hasta la puerta y di unos golpecitos.

—¿... Sí? —respondió Evelyne desde el interior del cuarto de baño, con voz muy nasal. ¿Está resfriada... en verano?

Evelyne, ¿qué te pasa?

—Nada... Nada —dijo entre sollozos demasiado notorios y exagerados como para ocultarlos.

—Pero estás llorando.

—No lloro..., es la alergia...

—Tú no tienes ninguna alergia. Abre la puerta.

—No...

—Evelyne..., si no quieres que entre por la fuerza y destruya esta puerta que tanto dinero costaría arreglar, ábrela —dije recurriendo al miedo que compartíamos los habitantes del lugar por los gastos extras.

—Estoy bien, Amanda. Estoy bien... Déjame... —llamándome Amanda y no Mandy... Esta chica no está bien...: está fatal.

—Muy bien. Tú decides —me preparé con bastante poca confianza en mi fortaleza en un combate contra una puerta... y la pateé. Vi las estrellas, el sol y la luna. Mi dedo pulgar del pie derecho se veía al borde del colapso, creí que se me caería de lo rojo que parecía estar.

—¡Amanda! —dijo alertada con su mocosa voz.

—¡Abre de una vez! —dije agarrándome el pie a la pata coja y sufriendo en silencio.

—Voy, voy... —escuché abrirse el pestillo de la puerta y giré el pomo de ésta para entrar.

Estaba sentada en el inodoro con un vestido de fiesta puesto, supuse que el de la noche anterior, su pelo rubio alborotado y el maquillaje sin quitar, corrido por las lágrimas. Francamente, estaba terrible. La preocupación me embargó. Si Evelyne se encontraba en esas condiciones, algo muy malo tenía que estar sucediéndole.

—Evelyne —me senté en el borde de la bañera a su lado—..., ¿qué ocurre?

—Nada, Amanda... De verdad... Soy una tonta... —se limpió las lágrimas con la manga de la camiseta.

KEEP YOURSELF ALIVE #2: Let Me In Your Heart ♕Onde histórias criam vida. Descubra agora