Capítulo 39

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—¡Venga! Llevamos toda una vida esperando —oigo gritar con voz gutural a ese rubio de extraño peinado desde la calle.

—Ya bajamos, pedazo de idiota —respondo sacando la cabeza por la ventana—. Ya deja de gritar. Eres muy ruidosa, rubia.

—¿Os queda mucho? —pregunta Brian en el asiento del copiloto con la puerta abierta. Supongo que es un coche de Roger. Él está fuera, sentado sobre el capó.

—Freddie, hace un calor para morirse —me informa John en el asiento de atrás sacando la cabeza y un brazo por la ventanilla.

—No, ya salimos.

—¡Venga, Freddie! Me muero de hambre y Evelyne ya está esperando allí —refunfuña de nuevo Roger.

—Que sí, que sí.

Entró al interior de la casa, haciéndoles un gesto con la mano a los tres. Cruzando el salón, veo a Amanda saliendo de la habitación. Me quedo mirándola inconscientemente cuando llego al umbral de la puerta del pasillo.

—Lista. ¿Llevan mucho rato esperando fuera? —pregunta ella con esa dulce expresión de culpabilidad. Niego con la cabeza haciendo un gesto con la mano.

—Esos idiotas acaban de llegar y ya están liando la del pulpo —me cruzo de brazos y me recargo sobre la pared para observarla desde otro ángulo en su bonito vestido malva. Es el color que mejor le sienta—. Estás fantástica.

Amanda suelta una tierna risita y niega con la cabeza mientras saca las llaves de su bolso. Todavía no parece estar acostumbrándose a los cumplidos. Se lleva una mano al cuello para comprobar que lleva su colgante. Sonrío satisfecho porque yo ya lo había comprobado antes. Como me prometió, nunca se lo había quitado desde el día en que se lo había dado.

Cuando vamos a salir, le ofrezco mi brazo y ella se agarra, sonriente. Me pasa la otra mano por la cabeza, arreglándome el pelo. No ha superado el que me lo haya cortado y además me haya dejado algo de bigote, aunque los tiempos cambian. Eso le digo yo. Pero sigue sin convencerse.

Llegamos abajo, Roger hace una ovación de alivio por finalizar su espera. Una vez que ya estamos todos subidos, emprendemos la marcha. Amanda está algo ensimismada mirando por la ventanilla y tarareando al ritmo de un nuevo éxito de Randy Crawford, One Day I'll Fly Away, en la radio. Yo me entretengo en discutir sobre cosas absurdas con mi compañero rubio de debates, Brian se ríe de lo cansinos que somos, y Deacy hace comentarios sarcásticos para echar más leña al fuego y divertirse. Hoy parece ser un día tranquilo y animado, como siempre desde hace un tiempo. No necesito cambiar nada en mi vida para ser feliz.

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—¡Hey, ya habéis llegado! —Evelyne está sentada en los escalones con una copa de champán en la mano acompañada por Veronica. Cuando ya estamos acercándonos los cuatro, se levantan—. Todos están esperando dentro.

—Vayamos a buscar la comida —sugiere Roger con entusiasmo, cogiendo de la mano a Evelyne.

—Espero que no haya gambas... —bromea Brian. Todos subimos la escalera que guía al local.

Oh, claro, olvidé mencionar a dónde vamos. Hoy... es mi cumpleaños. Cumplo 34 años finalmente. Me siento todo un viejo. Con la mudanza y todo el barullo no tuvimos tiempo para organizar nada, mal que me pese. Pero Evelyne y Roger se ofrecieron a prepararlo todo, y desconozco qué habrán hecho. No sé por qué me pareció una idea sensata dejarlos a cargo de algo así. Desde que esos dos se han juntado, son un peligro. Pero está bien, con poder pasar un rato agradable con seres queridos me doy por satisfecho esta vez. Ya veremos el año que viene.

KEEP YOURSELF ALIVE #2: Let Me In Your Heart ♕Onde histórias criam vida. Descubra agora