Capítulo 15

329 48 55
                                    

—¿Se encuentra bien?

—Freddie, has preguntado lo mismo unas diez veces. Cálmate un poco.

—Cállate, Roger.

—Callaos los dos.

—¿Se ha despertado?

—... ¿Cuándo ha llegado tanta gente aquí...?

—Chicos, creo que ahora sí se está despertando.

Me sentía desorientada y mi cabeza daba vueltas como una peonza. ¿Qué había pasado? Ah, claro. La bandeja. Me había desmayado. ¿Cuántas probabilidades hay de que algo así le suceda a alguien? ¿Es que me han echado un mal de ojo? ¿Ha sido esa gitana a la que no le compré una rosa en la entrada del Kensington Market hace dos semanas?

—¿Cómo te encuentras, Amanda? —Evelyne me miraba preocupada con una mueca rara. Tal vez fuera que yo no veía bien del todo.

—Menuda mala suerte —murmuró Brian cruzado de brazos.

—Ya te digo, de todas las personas de la cafetería esa bandeja ha volado directa a ella —comentó también Roger.

—Pobrecilla, vaya susto —añadió Mary al lado de ambos.

—¿Te duele mucho la cabeza? —Freddie se aproximó con semblante desasosegado. Me dio una bolsa fría con hielo.

Espera un segundo... ¿Dónde estamos? Estábamos en la parte de atrás de la cafetería. Parecía un almacén. Había cajas y estantes con cachivaches. También un sofá, que ocupaba yo entonces. Suzzanne y John ya habían llegado.

—¿Qué ha pasado? —dije despacio fingiendo no recordar esa vergüenza de suceso. Aunque yo no había tenido la culpa, pero aún así sentía que mi mala suerte sí que debía de ser crimen mío.

—Te han tirado una bandeja—explicó Ev. Mary me dio un vaso de agua—..., y te desmayaste por el golpe directo.

Sorbí el agua deseando atragantarme y morir. Fallecer de ese modo sólo sería el culmen de mi fracaso en este mundo.

—Al menos esta vez no ha sido Freddie el causante de tu desmayo —Roger se reía como una hiena mientras se sentaba en una caja de por allí.

Freddie lo miró frunciendo el ceño y le dio en el hombro, haciendo que el rubio se tambaleara. La caja se abrió bajo su trasero y él quedó atrapado dentro. Su cara de pánico el segundo antes fue lo más gracioso que había visto en mucho tiempo. Todos nos partimos de risa, y hasta él rió cuando por fin lo ayudaron a levantarse.

Pasado un rato, cuando ya no estaba tan mareada, salimos del establecimiento. El dueño se disculpó conmigo y me dijo que la próxima vez que volviera me invitaría, a mí y a mis amigos, a lo que quisiéramos. Fue muy amable y parecía muy apenado por lo sucedido.

Una vez en la calle, todos iban caminando tranquilamente, charlando de cosas y riendo. Al menos la estúpida bandeja no era el tema de conversación. De igual forma ahora sí que me quiero ir a casa.

—¡No sabía que esa caja era tan grande! —dijo Roger desconcertado.

—Ojalá hubiéramos tenido una cámara, para inmortalizarte ahí dentro —rió Suzzi.

—Oye, Amanda —Freddie se acercó a mí, estaba detrás de todos, y me hizo perder el hilo de la conversación—. ¿Te encuentras bien?

—¡Sí! Sólo estoy un poco cansada. Tengo que mejorar mis reflejos de ahora en adelante, qué torpeza —una risa de lo más falsa se me escapó, aunque no creía que lo hubiera notado. Mis niveles de autoburla estaban disparados y sólo quería echarme en el suelo a llorar.

KEEP YOURSELF ALIVE #2: Let Me In Your Heart ♕Where stories live. Discover now