Capítulo 8

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—Y bien, Amanda. ¿Freddie te estaba molestando mucho? —dijo Suzzanne guiñándome un ojo, mientras un camarero dejaba sobre la mesa dos tazas de té.

—Oh, no —dije sonriendo. Se comenzó a reír y yo también.

—Suzz, hazme el favor. Si soy un encanto —Freddie sorbió su té señorialmente. Supuse que Suzz era su forma de acortar el nombre de la chica. Parecía sentirse más cómodo ahora con sus amigas. Por mi parte, el trabajo se complicaba. Y llamémoslo trabajo porque esto es una actividad de riesgo para mí. Socorro.

—Uy, claro —ella hizo lo mismo.

Suzzanne me recordaba vagamente a Evelyne, pero mi mejor amiga era muchísimo más exagerada y presuntuosa. Un poco como Doris Day y Ava Gardner, fusionadas. Freddie también tenía esa actitud presuntuosa en ciertas ocasiones, pero sólo cuando estaban sus amigos. De igual forma, Suzzanne tenía su propia aura característica. Era más bien divertida y muy elocuente. Mary, por otro lado, permanecía callada sonriendo. Más como... ¡yo! Aunque tal vez también fuera porque parecía más joven... Me recordaba mucho a mí con menos años. Era bastante más medrosa que ahora, pero tampoco había cambiado tanto.

—Bueno, ¿y cómo es que os conocisteis? ¿Eres artista también? —preguntó Suzzanne con curiosidad apoyando la cabeza sobre sus manos.

—No, yo no —reí y bebí de mi té—. Fue en un concierto.

—¡Ah! ¿No me digas que tú eres esa chica a la que Freddie tiró de espaldas de un trompazo?

Freddie se llevó una mano a la cara y suspiró. Sinceramente esto me hizo reír demasiado.

Asentí— La misma.

—¿Roger te lo ha contado a ti también? —dijo indignado Freddie con un mohín señalando a Mary, que también se reía.

—Así es —añadió Mary riendo.

—Esa rubia no se puede estar quietecita, oye... —Suzzanne y Mary se partieron con ese comentario de Freddie. De primeras creí que hablaba de Mary, porque era rubia. Luego caí en que se trataba de Roger... y me reí también. No sabía que se llamaban por apodos, y el de Roger era bastante gracioso.

—¿De dónde eres? —dijo de repente Mary.

—De Dublín, mi hermano y yo vinimos a Londres hace unos años... —expliqué algo cortada y a bajo volumen. Los tres me estaban mirando y sólo quería dejar de hablar y que dejaran de observarme.

—He estado en Dublín, ¡es un sitio muy bonito! —comentó Suzzanne.

—Sí que lo es —dije bebiendo de mi té. Casi había agotado mi cupo de participación en la conversación—. ¿Vosotros sois de aquí?

Mary y Suzzanne dijeron que sí. Freddie sólo lo murmuró.

—¿Y a qué te dedicas? —preguntó de nuevo Suzzanne. Cuántas preguntas... No quiero seguir hablando de mí.

—Tra-trabajo de dependienta en una tienda, cerca de Hyde Park...

—Tendremos que ir a visitarte —dijo la pelirroja, ilusionada. No, por favor. No lo hagáis. Me daría algo—. Yo soy periodista, aunque aún no tengo un sitio en ninguna revista. Es muy frustrante.

Por fin alguien decía algo sobre sí mismo a parte de mí.

—Yo trabajo en BiBa, en el Kensington Market.

—Me encanta esa tienda —dije sonriendo a Mary.

—A quién no, es la mejor tienda de Londres. He ido muchas veces en autobús —Suzzanne alzó las manos y miró compenetrada a Freddie. No lo entendí.

Freddie bebió de su taza sonriéndole a Suzzanne captando su "mensaje" o lo que fuera aquello— ¡Completamente! Roger y yo teníamos un puesto de ropa de segunda mano al lado —ahora me hablaba a mí, porque probablemente sus amigas ya lo sabían—. Con lo que ganábamos comprábamos nuestra ropa allí.

—Allí conocimos todos a nuestra Mary —Suzzanne sacudió el brazo de la mencionada y ambas rieron.

—Trabajo en la segunda planta, en la sección masculina.

—Yo no compro ropa de hombre... Iba con Roger y Freddie —saltó Suzzanne. Tenía una forma muy rápida de hablar, y todo lo convertía en un chiste. Era muy agradable escucharla.

—¿Te acuerdas de los pantalones? —Mary se tapó la boca mientras reía.

—Oh, por Dios. Sí —Suzzanne se volvió a mí para contármelo—. Una vez me quise comprar unos pantalones super monos. Mary me dijo que me quedaban genial pero cuando fui a la caja me dijeron que eran de caballero, así por si me interesaba saberlo antes de llevármelos. ¡La tonta de Mary no me lo había dicho antes!

La mencionada soltó una risilla juguetona.

—Qué desilusión que se llevó —Freddie rió también.

—Me los compré, pero al final se los regalé a Brian por su cumpleaños. Era el único al que le quedaban bien..., a parte de mí. Ahora que lo pienso, debí quedármelos.

Todos reímos. Me di cuenta de que todos eran muy cercanos y muy buenos amigos. Parecían sacados de una película.

—¡Qué tardísimo se nos ha hecho! —Suzzanne miró el reloj de muñeca que llevaba—. Regina debe llevar esperando un rato ya.

Mary la miró sintiéndose culpable— Pobre, tenemos que irnos.

Suzzanne se giró a mí de nuevo— Ha sido genial conocerte, Amanda. ¡Espero que nos veamos pronto!

—Sí, tenemos que salir todos un día de estos —añadió Mary amablemente. Las dos parecían decirlo en serio.

—Claro, cu-cuando queráis —Freddie y yo nos pusimos de pie un momento después de ellas. Sonreí con sinceridad y sacudí la mano para despedirme—. Un placer haberos conocido.

—¡Igualmente! ¡Adiós!

—¡Hasta luego!

—¡Adiós! —dijimos Freddie y yo.

Pasó un momento hasta que nuestra conversación se reanudó.

—Disculpa por eso —dijo Freddie terminando su té y torciendo una sonrisa. Supuse que se refería a haberlas invitado a quedarse con nosotros.

Negué con la cabeza— ¡Oh, no! Son muy agradables. Me han caído muy bien, gracias por presentármelas.

—Sabía que te gustarían y que les gustarías —sonrió complacido—. Pero me temo que lo del tropezón en el concierto no caerá en el olvido hasta dentro de mucho...

—No es problema, lo superaré —dije bromeando.

—Espero que Roger lo supere, y deje de contarlo por ahí. Cada vez cambia algo de la historia.

—Al final terminará como que me clavaste un hacha en la espalda y me tiraste por un acantilado.

—Y después prendí fuego a tus restos y vi las llamas crecer hasta los cielos —gesticuló con las manos imitando al gran guitarrista.

Ambos reímos mucho. Me encantaba cómo se reía, era adorable. También era notorio el complejo que tenía con sus prominentes dientes. A mí me daba lo mismo. Me parecía que le daban personalidad. Le quedaban bien. Pero los complejos no son algo que controlemos. Yo sólo quería detener el tiempo para verlo sonreír. 

KEEP YOURSELF ALIVE #2: Let Me In Your Heart ♕Where stories live. Discover now