Capítulo 30

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—¿... Mandy?

Ignoré a Evelyne. Cerré la puerta de un golpe y me tiré en la cama. Había aguantado las lágrimas todo el camino, pero ahora necesitaba soltarlas.

—Mandy —Evelyne entró con cautela en mi habitación y se sentó en el borde de mi cama—..., ¿qué ha pasado?

—¡Soy una completa imbécil! —grité con la cabeza hundida en la almohada.

—¿Por qué dices eso? ¿Qué ha ocurrido?

<...>

Ya casi había llegado al final de la calle, necesitaba huir de esa situación. Yo no debería haber oído eso... No debería haberme enterado de que Freddie me estaba utilizando. Vivir en la ignorancia siempre es mejor...

—¡Amanda! —oí tras de mí. Mierda... Sigue caminando... No te pares, Amanda...

Seguí adelante sin importarme que alguien estaba corriendo hacia mí y gritando mi nombre. Apreté los puños temblorosos y continué con paso firme.

—Amanda, espera.

Me agarró del hombro e intentó frenarme, pero me deshice de su agarre y continué mi camino.

—¡Amanda! ¿Qué...? ¿Qué te...?

—¡Déjame en paz! —atiné a decir con voz aguda y entrecortada, andando más rápido. Él me seguía de cerca.

—... Amanda, si has escuchado lo que...

—Me da igual. No es de mi incumbencia lo que hagas con tu vida.

—No es...

—Pero lo que no voy a permitir —le interrumpí— es que me utilices y me tomes por idiota. Puedo ser una estúpida, pero no una idiota —llevé los ojos hacia atrás y le lancé una mirada dolida.

—¡No es lo que piensas! En serio, Amanda. Si me dejaras explicar...

—¡No! ¡No quiero ninguna explicación! Déjame.

—Tú no lo entiendes, Amanda —me tiró del brazo—. Por favor, déjame que...

—¡Suéltame!

De un tirón me zafé de su mano y continué andando con ira y decepción. Giré una esquina y un chico en bicicleta chocó conmigo. La rueda delantera impactó directa contra mi pierna y me hizo caer de lado. Genial... Así cualquiera se va con la cabeza alta... El muchacho quiso socorrerme tras levantarse con energía del suelo, pero le pedí disculpas y me levanté dignamente por mí misma.

—¡Amanda, ¿estás bien?! —Freddie corrió unos metros hasta llegar a mí.

Volví a pedirle disculpas al de la bici y me sacudí los pantalones.

—¿Te has hecho daño? —Freddie me miró preocupado y sofocado por la situación.

Me limité a mirarle a los ojos con lágrimas en los míos, y sin decir nada me marché. No me siguió de nuevo.

<...>

—Mandy, lo siento... —Evelyne me abrazaba y yo lloraba con energía.

—Y a parte del dolor de corazón —agarré un pañuelo y me soné la nariz—, también me duele todo el cuerpo por culpa de esa bici...

—Mi pobre Mandy... ¡Será cerdo! —alzó el puño—. ¡Asqueroso puerco sin sentimientos!

—Ahora entiendo la actitud de Suzanne hacia mí... Debe de odiarme... Yo también me odiaría —volví a usar el pañuelo.

—No digas eso. Tú no sabías nada —Evelyne me apartó un mechón de pelo de la cara y me acarició la cabeza.

—Ni siquiera sé qué ha estado pasando en estos últimos meses. No somos nada, en realidad —se me escapó un sollozo—. Todo esto ha sido una pantomima...

—Valiente pedazo de mierda —se levantó y dio vueltas con enfado por la habitación—. Se va a enterar.

—¿Qué dices...? —cuestioné tapándome con una manta y llorando como un bebé. Lily saltó encima de la cama y se acurrucó en un rincón.

—¡Que le voy a dar su merecido! Le voy a decir que es un capullo sin sentimientos y que no puede...

—No le vas a decir nada. Ni tú ni yo. Se acabó... Todo este rollo se ha terminado... Ha sido suficiente...

Suspiré. ¿Así es como va a acabar todo? Evelyne siguió despotricando y yo me hundí en mis pensamientos. Pensé en Suzzanne. En aquella conversación que tuvimos sobre algo que le preocupaba. En su mirada triste en la parada del autobús cuando nos separamos, y en sus ojos llenos de lágrimas de hacía un rato hablando con Freddie. Todo encajaba ahora. Y todo apuntaba a mí. Pensé en mi hermano. Evelyne había conocido a Roger por mí. Cortaría con Curtis por mi culpa. Pensé en mis padres. Pensé en todas las personas a las que había perjudicado sólo por estar ahí cuando no debía. Yo era la causante de todo ese dolor. La culpa me oprimía el pecho. Seguía llorando sin remedio. Daba igual cuántas lágrimas derramara, todo aquello era por mi culpa y nada lo solucionaría. Jamás me había sentido tan vacía. Tan nociva. Tan estúpida.

—¡Mandy, para! —Evelyne me sacudió por los hombros, sorprendiéndome—. Sé que te estás echando la culpa de esto. Te conozco. Mandy —me miró a los ojos—. Nada de esto es culpa tuya. No has hecho nada malo, ¿me oyes?

Volví a romper en llanto. No creía en lo que me decía. Me abrazó y trató de decir palabras de consuelo, pero no servían. Lo único que oía en mi cabeza eran palabras de despecho y recriminaciones.

—Tranquila, Mandy... Ya verás como...

Un estruendo en la entrada del piso interrumpió a Evelyne. Se separó de mí y me miró con duda. Alguien aporreaba la puerta de nuestro apartamento.

KEEP YOURSELF ALIVE #2: Let Me In Your Heart ♕Where stories live. Discover now