Capítulo 2

670 35 4
                                    

Abrió la puerta de su vieja casa. Hacia bastante tiempo que no entraba. Le recordaba tantas cosas volver a estar en Miami. Le recordaba tanto a él y todas las veces que hicieron el amor. Todas las veces que se besaron. Todas las veces que demostraban cuanto se querían en ese mismo lugar. Suspiró y se adentró. Limpió una lágrima que se le había escapado con dureza. "Ya, olvídalo" se decía a sí misma, pero se hacía imposible olvidar a alguien cuando significó tanto para ti. Observó su casa. No había cambiado en nada desde que se había ido. Los muebles estaban en su lugar. Prendió la luz del comedor y subió las escaleras con la maleta en su mano. Después de todo Ricardo le dijo que se quedarían un buen tiempo allí porque él tenía que organizar algunos "asuntos" y cuando hablaba de sus asuntos se refería a los negocios turbios. Y una de las cosas que Ricardo quería realizar era de la que tenía que encargarse ella esa noche junto con otros más. La mayoría de los que trabajaban con Ricardo se habían quedado en México y otros estaban repartidos por Europa. A ella le había tocado Miami junto con veinte más que supuestamente él, eran los mejores.

Jonathan se encontraba en Europa y enterarse de que Celia era parte de aquello, no le hizo ni un poco de gracia pero no pudo hacer nada porque ella se lo suplicó. No quería meterlo en problemas con Ricardo. Además estaba muy lejos como para reclamar.

Ella abrió la puerta de su antigua habitación. Su frazada color crema aún seguía tendida como la había dejado. Todo estaba ordenado. Dejó la maleta a un costado y se tiró como una bolsa de papas en su antigua cama. Era definitivamente más cómodo que dormir sobre un duro colchón con frazadas viejas en una habitación oscura. Dio vueltas varias veces y relajó un poco su cuerpo. Se reincorporó y se sentó. Miró hacia todos lados hasta que algo llamó su atención. Al pie de la mesita de luz había un papel todo arrugado y roto. Ella se inclinó hasta poder alcanzarlo y una vez que lo tuvo en sus manos, lo abrió. Era el mensaje que había dejado antes de irse. El mensaje que creyó que él nunca leería porque habían discutido la última vez que se vieron y le dejó en claro que debía estar lejos. No creía en que la buscaría otra vez. Supo que Justin había entrado a su casa en busca de ella y que lo había leído. Sus ojos se cristalizaron y arrojó el papel lejos suyo. Se levantó de la cama y comenzó a sacar las cosas de la maleta.

Organizó su ropa en los cajones, sus collares arriba del mueble, sus zapatos a un costado. Todo. Apoyó su perfume favorito sobre la cajonera. Caminó hasta la mesa de luz y abrió el cajón de esta. Lo único que había dentro era un collar de oro. Ese collar...

El que se había olvidado Justin una vez, ese que tenía un dije de alas. Lo agarró y lo contempló. Ella tenía en mente devolvérselo pero después paso lo que pasó y no pudo dárselo. Sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas. ¡maldi.ta sea! Todo le recordaba a él. Todo en esa maldi.ta casa tenía que ver con él. Todo el tiempo en su cabeza reinaba él, él y él.

No podía dejar de pensarlo. ¿Cómo estaba él? ¿estaba bien? ¿La extrañará? ¿Conoció a otra... mujer? Otra mujer con la que la haya ¿remplazado? No, no y no. No podía evitar sentir celos al imaginarse eso. Justin era suyo. Como ella también era de él aunque estuviesen lejos y no se hubiesen visto hace un largo tiempo.

Y tampoco se iban a ver.

Se colocó el collar, para sentirse cerca de Justin de alguna manera, sentirse protegida porque aunque sus fuertes brazos no estaban abrazándola en ese momento, sabía que los recuerdos de ellos siempre mantendrían algo vivo. Aunque fuera una pequeña llama, pero habría vida.

Siguió ordenando.

Eran las 20:00 de la noche. Ya estaba lista para que una camioneta la pasara a buscar y así hacer lo que le había encargado Ricardo. Tenían que ir ella y los otro veinte más a asesinar a un tipo que de seguro era algún mafioso entre tantos. Uno que era el "enemigo" de Ricardo. Cuando Celia le pregunto de quien se trataba, él no respondió y no le quiso dar el nombre. Solo sabía que era poderoso y tenía otras personas detrás suyo, un grupo de hombres que estaban en negocios sucios. Escondió el arma en su chaqueta y un cuchillo en el cinto que tenía debajo de la pollera negra, amarrado a una pierna. No estaba nerviosa. De hecho era la primera cosa que iba a hacer que fuera tan peligrosa, pero ella sabía cómo manejarse. Para eso había estado un tortuoso año en México.

Escuchó una bocina estruendosa e inmediatamente se asomó por la ventana. Habían llegado. Apagó las luces y salió de su casa. Un tipo abrió la puerta de la camioneta y ella subió sin ningún problema en la parte trasera. Allí había 5 hombres más todos vestidos de negro y armados hasta por la nariz. Los otros 15 que faltaban iban a llegar en otras camionetas según lo que tenía entendido. Pudo reconocer a Matías quien le sonrió levemente y se acercó a hablarle. Ella dirigió la vista hacia otro lado y se cruzó de brazos.

-¿Lista?- le preguntó. Ella sabía a qué se refería. Asintió con la cabeza.

-¿Tu?

-No es la primera vez que lo hago.- volvió a asentir, entendiendo.

-Ponte esto.- le ordenó después de varios minutos, el tipo fortachón que le había abierto la puerta y le arrojó un pasamontañas negro. Ella lo miró y frunció el ceño.

-Póntelo.- le dijo Matías.- Es mejor que no sepan quién eres.

El tipo robusto abrió la puerta corrediza de la camioneta. Vio como todos se levantaban y por la ventana, se fijó que otras tres camionetas negras llegaban y estacionaban cerca de ellos. Empezaron a bajar tipos de estas, armados y vestidos de negro con pasamontañas.

-Celia, ya póntelo.- le grito Matías mirándola, él ya había bajado del coche.- rápido.- la apuró ya que todos estaban saliendo de la camioneta y solo faltaba que ella se bajara. Se colocó el pasamontañas al instante y bajó con un saltito con rapidez. Corrió hacia donde todos corrían. Estaban en medio del campo, con todo oscuro y al fondo se podía ver un gran edificio percudido y descuidado. Abandonado. No era muy alto, debería tener cuatro pisos más o menos. Uno de los hombres que se encontraba a unos metros más adelantado que ellos giró la cabeza y miró a  la chica sin dejar de correr.

-Ustedes vayan por allá.- grito este y Matías asintió. Les hizo seña a los que estaban detrás de él y doblaron a un costado mientras los demás iban por otro. Se dividían para poder rodear mejor el edificio.

Matías dejo de correr ya que estaban cerca de la construcción.

-Ustedes entren.- les ordenó a los diez hombres que lo miraban atentos. Asintieron y entraron. Unos rompieron la ventana de un manotazo y otros entraron por la puerta. Inmediatamente se escucharon disparos. Matías y ella se quedaron agachados a un costado esperando su momento de entrar.

-¿Ahora qué?- preguntó, con su corazón latiendo a mil por hora. Él la miró.

-Espera.- se quedaron unos minutos así. Se escuchaba el ruido de las balas, de golpes y vidrios rompiéndose de adentro del lugar.- vamos.- le ordeno él y se levantó, ella lo siguió. Fueron a la parte trasera del edifico. Matías pateo la puerta de madera, tirando esta abajo y entró. Los de negro peleaban contra otros que al parecer estaban desarmados. Ya estaban la mayoría muertos en el primer piso. Los hombres de Ricardo disparaban por todos lados, por lo tanto tuvo que agacharse para llegar a la escalera sin recibir un balazo. Subieron al segundo piso donde también, ya se encontraban la mayoría muertos. Subieron hasta el tercer piso. No había nadie en este porque al parecer estaban todos en los pisos de abajo. Cuando iban a subir al cuarto, alguien agarro a Matías desde atrás. Celia se sobresaltó y vio que un tipo lo sostenía por los brazos y había logrado sacarle el arma, él logro soltarse con una patada pero el tipo le pego un puñe.tazo a Matías. Miro a Celia y le hizo una seña con la cabeza mientras forcejeaba, para que subiera ella sola. Y le hizo caso.

Subió sigilosamente escalera por escalera, con el arma al frente y observando todo con detenimiento. Ahora ella tenía que defenderse si alguien aparecía.

Without control 2Where stories live. Discover now