Capítulo 3

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Ya se encontraba en el cuarto piso y al parecer no había nadie. Solo la luz de la luna iluminaba aquel lugar lleno de escombros y muebles viejos. El olor a humedad invadió sus fosas nasales. Un disparo la sorprendió y rozó su brazo, a la altura de su hombro, haciéndole un corte. Este comenzó a sangrar. Ella se escondió detrás de un muro, rápidamente. Soltó un gemido ahogado.

-Mi.erda.- susurró. profundo unas tres veces y se asomó. Disparó. Escuchó un quejido y sonrió. Quizá le había pegado al tipo. Salió de donde estaba y apunto para todos lados, moviendo el arma junto con la vista para fijarse que no hubiera nadie y que el tipo al que supuestamente le pegó, estuviera en el suelo. Pero no fue así. Detrás de un mueble, apareció un hombre apuntándole. Y no era cualquier hombre. Se le formó un nudo en la garganta.

Como no reconocer ese cabello castaño y esos ojos color miel. Era Justin. Su corazón se paró por un momento pero luego empezó a latir con fuerza, golpeando contra sus costillas, como si con cada latido, el corazón saliera de su pecho. Era él. Lo estaba viendo. Lo tenía en frente, después de un año. Aflojó un poco su postura y el agarre en el arma pero aún no habia dejado de apuntar. Se quedó estática. Mirándolo. Claro que él no la reconocía porque tenía el pasamontañas puesto. Se notaba que su musculatura había aumentado porque la camiseta blanca se amoldaba perfectamente a su cuerpo. Estaba un poco más alto. Si antes la volvía loca, ahora la hacía delirar. Su mandíbula estaba apretada y su semblante era serio.

-Baja el arma, nena.- le dijo. Esa voz ronca. Esa voz sensual tan familiar. Esa voz que siempre le había gustado, la voz que tanto le gustaba escuchar por las mañanas y por las noches. Dios, no lo podía creer. Quería besarlo, quería tocarlo, quería que la reconociera pero no podía moverse, se había quedado paralizada.- No quiero hacerte daño.- dijo impaciente él esperando a que le hiciera caso.

Justin la observó. De pies a cabeza con descaro. La penetró con la mirada. estaba vestida de negro. Un top negro que dejaba ver su ombligo con una chaqueta negra. Relamió sus labios. La pollera que estaba usando le remarcaba demasiado bien sus curvas y esos tacones le hacían unas piernas largas y bronceadas. Exquisitas. Al parecer su cabello era rubio ya que solo podía ver un poco de este que no estaba cubierto por el pasamontañas, su pequeña cintura, sus curvas. Le hacía acordar tanto a... Celia. Subió la vista rápidamente y se fijó en su rostro. Lo único que se veía de este eran sus ojos. Los ojos verdes de aquella mujer. Sintió como un espasmo recorría su columna. Esa mirada la conocía... la conocía muy bien. Bajó el arma lentamente y se acercó despacio. No le importaba si la mujer disparaba, solo quería sacarse la duda. ¿Y si era ella? su corazón se llenó de esperanza.

Para su sorpresa, ella no disparó, solo se quedó quieta. Cuando estaba lo suficientemente cerca, apoyó una de sus manos sobre el arma que la chica aun sostenía y la bajó despacio analizando cada actitud. Ella solo cedió a bajar el arma.

Siguió mirándola con detenimiento.

Él pudo notar que tenía un collar de oro... un collar demasiado familiar. Frunció el ceño. Ese era su collar, el que había perdido. Agarró con cuidado el dije de alas que tenía este y al hacerlo su piel rozo contra el pecho descubierto de ella, erizándole los pelos, como si la electricidad hubiese recorrido todo su cuerpo por un segundo. Contempló el dije. Volvió a subir la vista y chocó con los ojos de aquella mujer. Conectaron miradas. Había oscuridad pero el color miel de Justin podía apreciarse gracias a la luz de la luna.

-¿Celia?- preguntó con cierta emoción. Ella cerró los ojos cuando él pronuncio su nombre. Esto no debía ser así. No, no, no. Ni siquiera tenía que haberlo visto porque ahora sí que nadie se lo sacaría de la cabeza. Justin levantó una mano y agarró una punta del pasamontañas. Ella respiró profundo, quería que él la reconociera pero a la vez sabía que estaba mal. Espero a que quitara el pasamontañas y no hizo nada para detenerlo porque su cuerpo ya no respondía debido a las emociones que estaba teniendo. Antes de que pudiera sacárselo, un disparo se escuchó en la habitación y retumbó en los oídos de ambos. Los dos se agacharon por instinto, ella miró para atrás y Matías corría hacia donde estaba. La agarró del brazo sin percatarse que Justin también estaba allí y jaló de este, para salir del lugar. Celia corrió pero antes de irse, miró una última vez a Justin. Y él justamente la estaba mirando confundido, melancólico. Tan solo deseaba quedarse a su lado y explicarle como eran las cosas...

Bajaron los cuatro pisos. Al parecer todos los que no eran de Ricardo estaban muertos. Menos Justin. Estaban tirados en el piso, sangrando. Todos se dirigieron hasta las camionetas en las que venían y se fueron rápido del lugar.

-Lo hiciste bien.- le dijo Matías cuando ya se encontraban en la camioneta de camino a casa. Ella lo miró y asintió agradeciéndole. Fijó la vista en un punto y pensó en él. Estaba tan guapo.

Después de unos minutos. Demasiados minutos. La camioneta paro en la puerta de su casa. El mismo tipo grandote de la ida le abrió esta y ella bajo. Entró a su hogar y escuchó como el motor se prendía y la camioneta se alejaba. Se quitó la chaqueta y la tiro en el sillón. Subió las escaleras hasta su habitación y se tiró en su cama.

Y otra vez lo único que hizo fue pensar en él. Lo quería volver a ver, jo.der. estaba hermoso. Su cabello rubio despeinado como siempre lo tenía, su boca rosada y besable para cualquier mujer en el planeta. Y ¿Cuántas veces ella beso sus labios? Eran incontables, ¿Cuántas veces ella disfrutó de sus besos? De su boca acoplándose con la suya, de sus manos recorriendo todo su cuerpo, de sus ojos mirándola embobados mientras la hacía tocar el cielo con las manos, mientras la hacía olvidarse hasta de su nombre. Ella acarició sus labios suavemente y cerró los ojos para intentar recordar la sensación que le daba besarlo.

Estaba más caliente que antes. Estaba más maduro. Su cuerpo había ganado musculatura y las facciones de su rostro estaban bien definidas y estaba un poco más alto. Quería tenerlo otra vez como antes. Lo necesitaba más que nunca ahora que lo tuvo frente a ella después de tanto tiempo.

Without control 2Where stories live. Discover now