Capítulo 12

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Su celular vibro, haciendo que se despertara sobresaltada. Se fijó la hora en el reloj, era muy temprano como para que estén molestando a esas horas de la mañana. Estiró su brazo y palpó con su mano en la mesa de luz hasta que encontró su celular. Atendió.

-Hola.- Saludó con voz ronca y escuchó una risa del otro lado de la línea.

-¿Olvidaste que hoy Ricardo quería que entrenáramos?- pregunto Matías. Ella frunció el ceño, lo había olvidado por completo. Se levantó de la cama con rapidez.

-No, estoy yendo.- Mintió. Matías volvió a reír.

-Si claro, hace una hora deberías estar aquí.- Celia gruñó y buscó las calzas en el cajón del mueble.

-En un rato llego.- Anunció y después corto la llamada, dejando a Mike con la palabra en la boca. Se puso una musculosa negra, buscó su chaqueta con la vista y cuando la vió, se la colocó. Rápidamente salió de su casa, subió al auto que había alquilado por el tiempo que se quedaría en Miami aunque en realidad no sabía hasta cuando estaría allí. Empezó a conducir a bastante velocidad para poder llegar rápido. Después de unos 20 minutos, llegó. Estacionó el auto en una esquina, bajó y entró al callejón, buscó la puerta escondida que había en este y se adentró lo más normal, cerciorándose antes de que no pasara nadie por la calle. Ricardo dirigió su vista a ella cuando entro, al igual que los demás. Él tenía un gesto cabre.ado. Sus cejas fruncidas, sus ojos entrecerrados. La estaba regañándola con la mirada.

-No puedes venir a la hora que se te canta el cu.lo.- Le dijo entre dientes. La sonrisa falsa que siempre tenía, había desaparecido pero eso a ella no le importaba. Agitó sus hombros.

-Tuve un inconveniente.- se excusó.

-Por más inconvenientes que tengas, debes llegar a tiempo cuando nos reunimos.- Habló el. Los monos que estaban a ambos lados de él la miraban como una presa.

-No pienso apurar mis cosas por venir a este repugnante lugar.- contestó sin miedo. Ricardo se sorprendió por su manera de hablarle como todos los demás que estaban ahí observando todo. Si fuera otro que le contestaba así, ya estaría muerto y tirado en algún riachuelo. Pero con ella no podía hacer eso. Por más que le jo.diera como se dirigía a él, era hábil para sus planes y la necesitaba en estos. Gruñó con desesperación y fastidio.

-No me hagas hacer algo que no quiero hacer.- Advirtió. Celia  lo miró desafiante. Ella también sabía que la necesitaba para sus planes, estaba segura que no le haría nada si la quería trabajando.

-Me da lo mismo.- Respondió con simpleza, sosteniéndole la mirada. Ricardo apretó la mandíbula y contó interiormente unos segundos para calmarse.

-Solo ten cuidado en como te diriges a mi.- Volvió a advertir. Quitó su mirada de ella y observó a los demás quienes miraban expectantes.- Vayan a practicar.- Ordenó sin más ganas de hablar, después de que ella lo hiciera quedar como idi.ota y salió de su habitación junto con los dos hombres vestidos de negro. Los otros que estaban allí empezaron a hablar entre ellos mientras se preparaban para entrenar. Según Ricardo eso de entrenar era muy importante. Les enseñaban a pegar, cortar, pelear, lastimar... matar. Aunque ella ya sabía hacerlo. Un año en México donde aprendió con más facilidad que alguno de los hombres que estaban allí. Matías se acercó a ella con una sonrisa.

-Wow.- Aplaudió felicitándola, Celia se giró sobre sus talones para verlo. Él se acercó.- Nunca había visto que le contestaran así a Ricardo y si alguien lo hizo, puedo asegurarte que está a metros bajo tierra.- dijo burlón. Ella se encogió de hombros sin darle importancia.- ¿Por qué tardaste tanto en venir?- Le peguntó cuando ella volvió a girarse sin prestarle atención, dejándolo ver su espalda.

-¿Debo darte explicaciones a tí también?- Contestó ca.breada con otra pregunta.

-Nena, eres una amargada.- Le dijo acercándose más. Agarró la mano de ella, por lo que se giró a mirarlo con mala cara.

-¿Quieres que este feliz estando en este lugar?- preguntó con una ceja levantada.

-No hubieras aceptado estar aquí.- Ella soltó una risa sarcástica y lo miró como si fuera ingenuo.

-¿Estás diciendo en serio? Sabes que hasta que no aceptes hacer lo que quiere no para, ¿cierto?- Él agito los hombros e hizo una mueca.

-Yo fui quien decidió meterse en esto.- Ella lo miró sin comprender.

-¿Por qué?- Interrogó. No entendía como alguien podía querer meterse en toda esta mi.erda, en todo este chanchullo. Él se acercó un poco más y respiró profundo.

-Tenía problemas con el dinero y se me presentó la oportunidad.- Explicó mirándola. Ella bufó.

-No sabía eso.- Le habló de buena forma por primera vez. Él le sonrió. Tenía que admitir que Matías tenía bonita sonrisa.

-Si nunca me dejas hablarte.- Reclamó él un poco molesto.- Hay muchas otras que desearían hablar conmigo.- Habló, presumiéndose, ella sonrió y levantó ambas cejas.

-Bueno, entonces vete a hablar con ellas.

-Pero yo quiero hablar contigo.- Dijo como un niño pequeño.

-Es una lástima.- Se encogió de hombros, falsamente apenada. Quitó su vista de él y miró al frente, caminó hacia adelante para ir con todos los demás que ya estaban preparados para entrenar pero antes de que pudiera hacerlo, Matías la volvió a sostener del brazo. Hizo que chocara bruscamente contra su torso y sus bocas quedaron muy cerca. Ella inmediatamente alzó su rodilla, le dio un golpe en su entrepierna, haciéndolo soltar un grito ahogado. Él se agarró la parte afectada y se retorció en el lugar.

-Mi.erda, Celia.- se quejó.

-Buen intento.- Se burló para después irse junto con los demás, dejándolo con un gran dolor en sus cojo.nes.

Without control 2Where stories live. Discover now