Capítulo 4

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-Mi.erda.- refunfuño Joseph mirando a los hombres que se encontraban muertos.- maldi.to hijo de pu.ta.- dijo subiendo la voz y se agarró la cabeza. Justin lo miraba de reojo de vez en cuando mientras fumaba un porro al lado de la ventana. Él fue quien le informo lo que había pasado ya que era el único vivo allí. Entraron más de veinte hombres al edificio para sacar a los que estaban muertos, limpiar el lugar que estaba todo baleado, con vidrios rotos por doquier y cosas tiradas. Justin tiro el porro al piso y salió del lugar.

Respiro profundamente el aire fresco de madrugada. Observó el campo oscuro y tranquilo. Una imagen de la mujer que le había apuntado horas atrás se le vino a la mente. Sus ojos verdes se le hacían familiares, la forma en que lo había mirado le hizo pensar una sola cosa ¿y si era ella? ¿si era Celia? Mi.erda se estaba volviendo completamente loco. Ella se había ido hace un año y dudaba que ahora apareciera de nuevo además, ¿Qué hacía con los hombres de Ricardo? Su cabeza daba vueltas y vueltas siempre sobre el mismo tema. Siempre sobre Celia. ¿Y la cadena de oro muy parecida a la que él había perdido? Estaba seguro que esa era su cadena. Suspiro cabre.ado. "Ya deja de pensarla" pateó el muro de concreto furioso y respiro profundo.

-Justin.- lo llamó Joseph saliendo por la puerta. Él lo miro y dejo de dar patadas.

-¿Qué?- preguntó desinteresado y volvió su vista al campo. Agarro otro cigarro y lo encendió, dio una calada a este.

-¿Cómo es que tú eres el único vivo?- Él agitó los hombros.

-Estaba en el último piso, no me vieron.- mintió. Porque en realidad si lo habían visto. Una mujer muy parecida a Celia lo había visto.- ¿sabes si Ricardo esta trabajando con mujeres?- preguntó después de varios minutos. Joseph frunció el ceño.

-Él trabaja con hombres, no mujeres y las únicas que tiene que trabajan para él, solo las usa para ser intermediaria cuando intercambian drogas o fo.llarlas y tenerlas como diversión.- Él apretó la mandíbula. De solo pensar en Ricardo tocándola a ella, se le hervía la sangre. Estaba seguro de que esa era Celia. Su Celia.- ¿Por qué?

-Por nada, déjalo.- Aspiró el humo y lo largó.

-Seguro que Ricardo los mando para que me mataran a mí.- dijo de repente en medio del silencio y sonrió con malicia.- Me las pagará. El y toda su gente.

...

Ella no había podido dormir en toda la noche. La imagen de él estando tan cerca suyo se le venía a la cabeza una y otra vez. Hacia un maldi.to año que no lo veía. Ahora eran las 16:00 de la tarde y se encontraba en un edificio en el que Ricardo había enviado a llamar a todos los que anoche habían entrado a invadir el lugar de anoche.

Entró sin miedo y se dirigió hasta donde se escuchaban las voces. Abrió la puerta de una de las habitaciones y todos los hombres que estaban en ese lugar se giraron a verla, incluido Ricardo quien la miro con una sonrisa leve. Posaron la vista en su cu.lo mientras pasaba.

-Eras la única que faltaba, Celia.- le dijo el canoso.- quiero felicitarlos porque al parecer ninguno quedo vivo ayer.- dijo con orgullo. Pero se equivocaba. Justin si lo estaba.- aunque el objetivo principal era matar a Joseph. Él no estaba pero hicieron un buen trabajo.- todos comenzaron a reír y gritar como locos, pero ella no. seguía con el semblante duro. Ricardo le hizo una seña con la mano para que se acercara. Se levantó y se acercó hasta su escritorio.

-¿Qué?- Escupió de mala manera.

-Necesito que hoy entregues unas cosas.- ella frunció el ceño. Era la primera vez que ella haría algo como eso.- En un pub te estará esperando un hombre que es al que le debes entregar lo que te daré. ¿bien?- ella asintió. Ricardo busco algo en su escritorio y cuando lo encontró, le entrego un paquete pequeño, envuelto en una bolsa negra.

-¿Qué hay dentro?- le preguntó ella curiosa. El canoso la miró y negó con la cabeza.

-No es de tu incumbencia. Solo entrégalo.

-si lo es, si voy a entregar algo, necesito saber que hay dentro.- respondió siendo terca, como siempre. Ricardo suspiro para tranquilizarse ya que no estaba acostumbrado a que le preguntaran todo, exactamente todo. El solo mandaba a que hagan algo y lo hacían sin protestar, pero ella era lo contrario. No le tenía miedo a él.

-Droga.

Ella asintió.

-Bien.

-Tienes que ir a las 19:00. Él estará esperándote.

Without control 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora