Capítulo 4: El chico arrogante de la tienda de ropa

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"Todo cambia nada es

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"Todo cambia nada es."
Heráclito de Efeso (540 AC-470 AC) Filósofo griego.

Hace tres semanas estoy viviendo en Alemania y ese día por fin, era mi primer día en el curso de Alemán. Estuve aprendiendo un par de palabras—lo más básico de lo básico—por si llegaba a perderme en esta ciudad, defenderme un poco preguntando cómo llegar a casa, lo cual de seguro pasaría. Aprendí un poco a montar en tren y en bus, porque aquí cada uno tenía horarios de llegada a la estación cerca de mi casa. Y hablando de mi casa, papá y mamá sí que se habían esforzado en buscar un lugar dónde nos sintieramos mejor. Mi habitación nueva era el doble de grande que mi habitación anterior y como la nueva casa era más grande que la de colombia, ya no tenía que compartir habitación con Lilly.

Tenía mi primer día de clases planeado perfectamente: Me levanté a las 6.30 am, me duché y me vestí muy casual, no quería exagerar. Me eché un poco de maquillaje para no parecer un espantapájaros y además tenía que encontrar la forma de esconder la nueva criatura roja y redonda que habitaba en mi frente. «Maldito grano,¿No pudo buscarse otro hábitat más que mi cara?».
En fin, después de desayunar mi cereal, me dirigí hacia la estación de trenes. Tenía 45 min para llegar clases y solo necesitaba diez minutos en tren, caminando eran necesarios casi veinte. Decidí entonces que sería mejor caminar. Había ido dos veces con mamá antes, así que me sabía el camino de memoria o por lo menos eso creía. Tambien sabía que camino a la escuela de idiomas había un Starbucks así que entré a comprarme un White Chocolate para ese frío tan insoportable.

Primera cosa que odiaba de Alemania : El clima. Cuando vienes de una ciudad y en general de un país donde el sol brilla las veinticuatro horas los siete días a la semana, te das cuenta que el ambiente es totalmente diferente. Aquí caminas por las calles y lo único que notas es gente corriendo de un lado a otro, dirigiéndose a hacer no sé que cosas sin una pizca de motivación; sumergidos en su propio mundo de responsabilidades. Vale, no todos son así, pero en general se vive un ambiente de estrés continúo que crea una atmósfera algo densa para una persona como yo. Mi ánimo se deja influenciar mucho por el ánimo de los demás. Aquí estaba tratando de cambiar eso, sino andaría amargada todo el día.

Al salir de Starbucks seguí caminando e iba encantada con lo que veía, árboles por todos lados, edificios grandes y pensé que de verdad independientemente de lo que pensara del clima, estaba a gusto en este país.

Estaba nerviosa por mi primer día, era como dar por sentado el hecho de que esta nueva vida ha comenzado, que no eran vacaciones ni nada, sino el nuevo camino para cumplir mis metas; este lugar sería ahora mi casa.

Sumergida en mis pensamientos caminé y caminé hasta perder el rumbo y ya no sabía donde estaba. «Típico». Miré mi reloj : 7 y 52 a.m. Se supone que entraba a las 8:45 a.m.

Abrí mi morral en busca de mi celular para utilizar Google Maps. Primer bolsillo...nada. Segundo bolsillo...nada. Tercer bolsillo...nada.

«Fuck! ¿Por qué me pasa esto a mí? »

Había olvidado mi teléfono en casa.

«Te pasas te inteligente Salomé»— me dije a mí misma.

Justo en mi primer día de clases llegaría tarde, si es que acaso alcanzaba a llegar.

—¡Tonta! ¿Por qué no prestas más atención por donde caminas?—grité llena de rabia mientras lanzaba mi maletín con fuerza al piso.

Lo único que se me ocurría era preguntar, ahora si tenía un motivo para poner en prácticas las tres palabritas que había aprendido para preguntar como llegar a mi escuela. Había una pareja de ancianos con su perro sentados en una banca.

—Hi— dije tartamudeando.

El señor volteó hacia mí, regalándome una mirada que me daba la señal de que podía seguir hablando.

—Was brauchen Sie? (¿Qué necesita?) — respondió. No entendí ni pío.

Sonreí algo apenada.

—Deutch chule, jia, Name —dije a la vez que le mostraba la tarjeta con el nombre de mi escuela de idiomas. Obviamente que lo que dije fue una barbaridad. No sé en qué idioma estaba hablando,creo que era una clase de idioma para retrasados, porqué si lo tradujéramos sería algo como "Alemán escuela aquí nombre" y todo mal pronunciado.

El señor me miró y me respondió en inglés, cosa que me hizo confirmar que lo que había dicho en alemán era completamente patético.

—Do you need something? (¿Necesita algo?) —volvió a preguntar ahora en inglés.

—I just don't know where I am, I have to go to the language school and I don't really know how. I'm new here in the City. Can you help me please? It's the name of the School. (No sé dónde estoy. Tengo que ir a la escuela de idiomas pero no se cómo. Soy nueva en este lugar, ¿Podría ayudarme? Éste es el nombre de la escuela).

El inglés tampoco era mi fuerte, pero me defendía; hablar no era lo mío, pero entendía todo lo que me decían.

—I'm so sorry, but I don't know where it is.(Lo siento, pero no sé dónde queda)— respondió algo apenado.

Miré a la señora que lo acompañaba con la esperanza de que ella sí reconociera el lugar. Negó con la cabeza. Agradecí y seguí caminando hasta adentrarme más al parque.

Estaba perdida y ni siquiera sabía como ir ni a la escuela ni a mi casa.

Me senté sobre un pequeño muro que estaba ahí. Respiré profundo.

Seguramente después de veinticuatro horas me reportarían como desaparecida y la policía me buscaría por toda la ciudad. No estaba tan lejos de casa, así que no creía que tardarían mucho en encontrarme.
Reí ante semejante ocurrencia.
Luego mi risa se desvaneció al darme cuenta que si de verdad no encontraba el camino correcto a casa entonces eso pasaría.

—¡Ahhhhhhhh! —volví a gritar de rabia y frustración. Si Nate hubiese estado ahí conmigo, él me hubiese acompañado y nada de esto hubiese sucedido.

—Si estás esperando que tu príncipe azul llegue y te diga que luces hermosa, creo que te quedarás sentada esperando una eternidad, porqué luces horrible y un grito de esos espanta a cualquiera — esa voz, esa voz la conocía de algún lado y ese acento también. Me di la vuelta para ver quien era y «Maldición», pensé que mi día no podía ser peor. En frente mío estaba el chico arrogante de la tienda de ropa. ¿Nick, Nilson? Pff, no recuerdo su nombre ya. Y una vez más llegaba lanzando por todos lados su veneno y estupidez.

—¿Qué hacés tú aquí ?— respondí fastidiada a la vez que le lanzaba una mirada que le hiciera entender lo poco que me alegraba el hecho de tener que verlo.

Él estaba de pie en frente mío, mirándome fijamente con sus ojos marrones. Me miraba y sonreía falsamente y a la vez me intimidaba, era algo que no podía controlar.

NIKLAS I (Let me love you) Where stories live. Discover now