Libro #1
Él está destruído por dentro.
Ella tiene una vida casi perfecta.
Él está resentido consigo mismo.
Ella tiene que empezar de cero en un nuevo país y luchar para cumplir sus metas.
Él es incapaz de perdonarse sus errores del pasado.
Ella...
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"Amar no es solamente querer, es sobre todo comprender." -Françoise Sagan (1935-2004) Escritora francesa-.
Todos sabemos que, muchas veces, perdonar es difícil. Pero quizá para algunos sea especialmente difícil perdonarse a sí mimo. Alimentan sus errores dándoles vueltas en su memoria, porque parece que se empeñan en mantener abiertas sus propias heridas.
Una vez alguien dijo que «Pasarse la vida dando vueltas a los propios errores suele ser señal de un orgullo más refinado y destructivo» y justo así veía yo a Niklas. Su capa de chico fuerte hacia los demás no era más que la muestra de lo mucho que se estaba destruyendo a sí mismo por dentro. Era como encerrarte voluntariamente en una prisión, era como ofrecerte a ti mismo para ser sacrificado.
Entramos al cementerio, él lleno de dolor y de nervios y yo deseando saber qué hacer para ayudarlo, para que sintiera que todo iba a estar mejor.
Lo seguí mientras caminaba hasta que se detuvo en medio del camino. Me miró de nuevo y sonrió.
—Es la primera vez que vengo aquí con alguien. Antes venía con Willi pero ya deje de hacerlo, siempre que vengo quiero estar solo— dijo.
—Estoy aquí para ti, pero si en algún momento quieres que te deje solo, dime y te esperaré en el auto— respondí.
—¡No!, quédate aquí conmigo, por favor— rogó y yo asentí sin pensarlo dos veces. Miró hacia el cielo en medio de los grandes árboles que rodeaban el lugar. Apretó más fuerte mi mano y luego siguió caminando.
De repente nos detuvimos delante de un sepulcro.
Leticia Marie Stein ✝️
23.05.2002— 12.11.2002
Der Himmel ist froh über dich. *
Ahora era yo la que se quedaba sin palabras; 23 de mayo ese era el día de hoy. Hoy estaría de cumpleaños Leticia, por eso Niklas necesitaba venir y por eso hoy se le hacía mucho más difícil estar aquí. Miré hacia él y noté cómo una pequeña lagrima caía lentamente y recorría su mejilla.
Cerró los ojos tratando de evitarlo, su pecho se elevaba y bajaba cada vez más fuerte. Yo sabía que trataba de contener las lágrimas y su dolor.
Me acerqué un poco más a él y lo rodeé con mis brazos, dejó caerse sobre mí y escondió su rostro entre mis brazos. Me necesitaba y yo necesitaba verlo bien a él, ese dolor no se lo podría quitar nunca pero si la culpa, porque nada había sido culpa de él, nada había ocurrido por su culpa, ¡Él era un niño por Dios!, un niño solo a cargo de dos chiquillos sin saber qué hacer, ni a dónde ir, ni en quién confiar. Él no tenía que haber pasado por esto.
