Libro #1
Él está destruído por dentro.
Ella tiene una vida casi perfecta.
Él está resentido consigo mismo.
Ella tiene que empezar de cero en un nuevo país y luchar para cumplir sus metas.
Él es incapaz de perdonarse sus errores del pasado.
Ella...
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"Cuántas cosas perdemos por miedo a perder"~Paulo Coelho
Estábamos acostados boca arriba mirando el techo.
De reojo lo miré sin poder evitar hacerlo. Era incontrolable el deseo que tenía de verlo.
Su perfil era perfecto, sus pestañas, su nariz. Todo en él lo era. No podía negar la atracción tan grande que sentía por Niklas.
Debía ser por su físico, porqué él era un patán y no creo que pudiera encontrar atractivo el hecho de que lo fuera. Vi como en sus mejillas se dibujaban huequitos indicando que estaba sonriendo.
—Deja de mirarme de esa manera. Es algo extraño— dijo mostrando su sonrisa perfecta. Se volteó hacia mí y yo un poco hacia él de tal manera que quedamos acostados frente a frente. Él seguía sonriendo y yo sentía como mis pómulos se sonrojaban de vergüenza por haber sido descubierta mirándolo.
—No me molesta—dijo algo divertido— Es sólo que es extraño lo que siento cuando lo haces—agregó.
Escuchamos gritos y risas desde afuera, y el estruendo de los fuegos pirotécnicos, indicando que el reloj ya marcaba las doce en punto. Niklas se levantó de la cama y extendió su mano hacia mí . Yo la tomé y me levanté también.
Ninguno de los dos dijo nada. Hablábamos con la mirada.
Me llevó hacia la ventana–no me había dado cuenta antes de que esa ventana estaba ahí–y subió las persianas. La vista daba al lago y a los chicos que se reunían para ver el espectáculo. La luz de la pirotecnia se reflejaba en el agua; se me puso la piel de gallina de lo emocionante que se sentía ese momento.
—Es hermoso— susurré.
Niklas me miró, volví a ver en sus ojos ese mismo brillo que vi el día de la gala antes de besarnos. Estaba sonriéndome, aunque seguía sin decir nada. Me acercó hacía él y acarició mis mejillas. Me estaba haciendo sentir muy especial.
Quería que me besara, lo deseaba más que nada en ese momento.
Con su mano sobre mi cadera me acercaba cada vez más a él y seguía mirándome profundamente. Diciéndome tanto con sus ojos pero yo no lograba entenderlo todo. Miró mis labios y volvió a sonreir–su sonrisa perfecta, creo que es una de las cosas que más me gustaban de él–Y entonces se inclinó un poco hacia mí. Sentí sus labios rozar los míos, o no lo estaban haciendo, no sé, ya no sabía qué estaba pasando.
Volvió a empujarme un poco más a él–si es que eso era posible– y unió una vez más sus labios con los míos. Sin pensarlo dos veces mi boca le dio paso a su lengua para apoderarse de ella. Sentí como mis manos empezaban a sudar, sentí como mi corazón latía a mil; sentí cómo mis piernas flaqueaban; sentí sus manos tocar mi rostro cómo si tuviera miedo de que me alejara, cómo para asegurarse de que no interrumpiría el beso.
