Capítulo 52: Él sabía perfectamente a lo que estaba jugando.

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"De golpe sentí que era culpable de todo, de lo mío y de lo ajeno"

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"De golpe sentí que era culpable de todo, de lo mío y de lo ajeno".
~Celia Del Palacio

Niklas Heine:

No sé en qué momento llegué hasta este punto.

No sabía realmente desde cuándo me había estado ocultando todo eso. Lo único que sabía era que estaba realmente molesto con ella, no, estaba molesto conmigo por no haberme dado cuenta antes; estaba molesto conmigo por permitir que se metiera en toda mi mierda, estaba molesto conmigo por no protegerla, por no cuidarla cómo ella se lo merecía, estaba molesto conmigo por no haberle hecho caso, por no haberle escuchado desde un principio.

Ella era mi todo.

~•~
Tiempo antes:

Ese día después de darle su merecido al imbécil de Nate, había sido corrido de la casa. Y ¿cómo no? Si había sido protagonista de tremendo espectáculo en casa de mi suegro– que de por cierto ya me tenía entre ceja y ceja– y había empeorado un poco más la situación.

Pero no me arrepiento de nada.

Nate merecía ese golpe y muchos más que me hubieran encantado darle, a no ser por Roberto que lo sacó a él de patitas a la calle antes que a mí.

Disfruté ver su cara al momento en que Elena le advirtió que no se atreviera a asomar sus narices en esa casa y/o en la vida de Salomé y eso sin contar con las ofensas que salieron de la boca de Roberto, quién minutos después se disculpó con Salomé para seguidamente molestarse por el hecho de no tener conocimiento de la situación. Y minutos más tarde, tuve que aguantarme el sermón de Elena sobre "No dejarse llevar por los impulsos y fomentar la violencia" del que no hice más que quedarme callado y darle la razón. Pero por dentro gozaba de la satisfacción de haberle dejado un recuerdo a la nariz de ese idiota, que poco hombre había sido.

Luego de eso, estando más calmado Roberto me ordenó –bastante furioso– que me fuera de la casa y no viniera "hasta nuevo aviso". Cómo chico educado que era, pedí disculpas por mi comportamiento, siendo realmente hipócrita porqué a ciencia cierta había disfrutado con cada parte de mi mano aquel golpe que le proporcioné al tipejo.

Salomé fue a despedirse de mí en la puerta, yendo–como siempre–en contra de las advertencias de su padre. Le pedí que no lo hiciera, lo hice delante de él, no quería causar más inconvenientes y malas impresiones de las que ya existían. Pero ella siendo la chica tan terca que es, hizo caso omiso y fue felizmente a despedirme, regalándome un beso de esos que te dejan sin aliento.

Fue un beso salvaje en el que toda su boca y su esplendor se adueñaron de mis sentidos y en el que mi lengua no hizo más que ser sumisa ante la suya. Sabía tan bien.

—¿Y eso porqué fue?— pregunté estupefacto.

—Porqué eres el mejor novio del mundo— respondió risueña, abrazándome nuevamente— Gracias por siempre preocuparte por mí.

NIKLAS I (Let me love you) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora