Capítulo 6: ¿Estás segura de que tienes cerebro?

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"La sonrisa es la llave que abre el corazón de todo el mundo"-Anthony J

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"La sonrisa es la llave que abre el corazón de todo el mundo"
-Anthony J. D'Angelo.

—No soy Nicolás–dijo de repente.

—¿Qué? ¿De qué hablas?— Era difícil escucharlo mientras intentaba concentrarme para mantenerme en la posición correcta en la bicicleta.

—¿Ya lo olvidaste? Me llamaste Nicolás y Norman hace un rato. Sólo quería recordarte mi nombre, me llamo Niklas—agregó indiferente.

— ¡Ah!—dije. Me detuve al mismo tiempo que él al ver que la luz del semáforo estaba en rojo— Esto...¿Qué acaso no es lo mismo que Nicolás?—respondí.

Me miró fijamente mientras fruncía el ceño. Su frente se arrugó y me miraba confundido.

—Vale, me preocupa. ¿Eres tonta o te has resbalado hoy en la ducha y golpeado la cabeza? ¿Estás segura de que tienes cerebro?— Y ahí estaba otra vez el Niklas de hace unos minutos y del primer día que lo conocí. Puse los ojos en blanco.

La luz del semáforo cambió a verde, dándonos paso para continuar. Me apresuré para que no viniera un comentario de él diciéndome que "soy más lenta que una tortuga" o algo parecido. Niklas no era de mi agrado. Definitivamente no. Pero no quería discutir con él, sobretodo por que por alguna extraña razón me ofreció su ayuda para guiarme hasta la escuela de idiomas y por una razón aún más extraña me había ayudado tanto después de mi caída.

—Ya casi llegamos, es justo a la vuelta. — señalaba con su dedo la dirección por donde teníamos que ir.

Lo miré de reojo, su perfil era casi perfecto, tenía una nariz muy linda y sus facciones masculinas muy bien definidas. De no ser por su personalidad tan patética y lo animal que era, todo sería perfecto en él. Con su cuerpo bien entrenado, su forma de vestir y si tan sólo fuera un poco—mucho—más caballeroso y menos patán cualquier chica caería a sus pies.

«Ay Dios mío, ¿Pero que burradas estoy diciendo? No hay chico más perfecto y más hermoso y atento que mi Nate»

— Yo soy...—intentaba decir mi nombre cuando él interrumpió.

—Salomé, yo sé— dijo. ¿Sabía mi nombre? ¿De dónde? No recuerdo habérselo dicho ni siquiera aquella vez en el centro comercial—Nunca me lo dijiste, al abrir tu mochila para buscar las curitas, vi tu cartuchera y ahí estaba escrito tu nombre —agregó como si hubiera adivinado lo que estaba pensando.

Seguimos pedaleando y a lo lejos vi un letrero que decía "Prolanguage Institut", era gigante y muy hermoso. Bajamos de las bicicletas y esperé mientras Niklas las aseguraba. Dos chicos se acercaron a él y lo saludaron en su idioma. Niklas chocó sus manos y les lanzó una sonrisa. «Wow, de verdad tenía una sonrisa perfecta».

—Ven vamos— dijo extendiéndome su mano–Es por aquí, te muestro —le dí mi mano, fue una sensación extraña pero agradable. Me condujo hasta un pasillo. La escuela era gigante— Allá es la Anmeldung, osea allá te tienes que registrar por ser tu primer día. Te dirán que llegas tarde y que te has perdido de la bienvenida y bla bla bla... ¡Puras tonterías!, te aseguro que no te has perdido nada espectacular—prosiguió.

De verdad que conocía muy bien este lugar, juraría que estuvo más de una vez aquí y no fue precisamente para buscar a sus amigos y salir a tomar. Pero no quise preguntar. Quizás él mismo había aprendido español ahí.

Nos acercamos a la recepción donde decía Anmeldung, llevábamos unos cuantos pasos en el lugar cuando depronto:

—¡Niklas!— escuché decir a la recepcionista toda emocionada. Se levantó de su asiento y apresuró a abrazar a Niklas, quien solo tenía cara de avergonzado y trataba de no reírse. Sólo entendí que le devolvió el saludo y unas cuantas cosas más. Supuse que a lo mejor la recepcionista era amiga de su familia y por eso lo saludaba con tanta confianza, ya que en repetidas ocasiones le escuché decir las palabras 'Papá' y 'Mamá'.

Carraspé un poco y los dos voltearon a mirarme. No podía quedarme todo el día viéndolos hablar, se me haría aún más tarde.

—¡Oh, cierto! Barbara, ella es Salomé habla español y es una nueva alumna del instituto. Ya sabe que vino tarde y sabe que se perdió la grandiosa bienvenida que siempre les dan a los nuevos. Así que no es necesario que se lo repitas otra vez—dijo Niklas al tiempo que ponía los ojos en blanco.

— Bienvenida señorita Méndez, la estábamos esperando, ya nos habíamos preguntado si iba a venir hoy o no — respondió Barbara muy entusiasmada. Su español era casi tan perfecto como el de Niklas. A quien por cierto aún no había preguntado porqué hablaba tan bien. Barbara me dio un documento que tenía que firmar y me indicó donde era mi nuevo salón de clases.

Niklas se despidió de Barbara quien no dudo en despedirse con abrazos y besos y luego me acompañó hacia el pasillo por donde habíamos pasado antes. Supuse que ese era el momento de despedirme de él; algo dentro de mí se alegraba de liberarme del arrogante de Niklas, pero otra parte—la parte agradecida, supongo—aceptaba que estás horas con él habían sido las más locas desde que llegué a Alemania.

NIKLAS I (Let me love you) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora