Capítulo 14

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Todo marchaba de lo más normal. Hoy era día miércoles y yo iba camino al supermercado por algunas cosas para la casa. El fin de semana había llamado a mi padre pero como era de esperar, él no me había atendido el teléfono, sino su asistente la cual me dijo que mi padre me llamaría hoy a las seis y eran las cinco menos diez así que debía apurarme si quería hablar con mi padre.

Hice mis compras rápidamente y llegue a casa cerca de las cinco cuarenta. Me duché y vestí tranquilamente y me dispuse a hacer la cena mientras esperaba su llamado.

Las seis con quince y nada y ya empezaba a desesperarme.

Un toque en el timbre hizo que me sobresaltara, haciéndome dejar la cena en el horno y e ir a abrir la puerta.

—Así que... Supe que estabas molestando a mi esposo.—Me dijo una voz bastante desagradable cuando abrí la puerta.

Me puse enferma de inmediato. Jamás pensé que ella estaría acá.

—Tu esposo es mi padre. Tengo derecho a saber de él.—respondí.

—¿Me dejarás pasar? Hace bastante frío y prefiero dejar las cosas claras dentro. No quiero que tus vecinos se enteren cuan arrastrada eres, a menos que tu quieras lo contrario...

La dejé pasar y recorrió mi casa con la mirada como si le diera asco o algo así. Claro, como ella cagaba dinero...

Era la primera vez que ella venía acá.

—Quiero que me escuches.—dijo. —Si la vez pasada no te quedó claro que no debes molestar a mi esposo, ahora te enterarás.—enarqué una ceja hacia ella.

—No quiero y no tengo por qué escuchar tus estúpidas quejas ni cosas. Creo que soy bastante mayor como para saber qué es lo que hago y qué no y estoy completamente consiente de que no he hecho nada malo—Dije apretando fuertemente mis puños.
¿Qué derecho tenía ella de venir hasta mí casa a hablarme así?

—¿En serio crees eso? Por dios, se nota que no sabes nada. Mira, lo explicaré lo más fácil que pueda; mi esposo no te quiere en su vida, ¿Lo entiendes? Él nos ama a nosotras, no quiere a una bastarda tan insignificante como tú. Mírate.. qué pareces.. —Dijo mirándome como si fuera una rata sucia.

—Estoy harta de tus estupideces, Polett. Puedes irte por donde has venido.—Lo fastidiada que estaba se podía notar a kilómetros.

—Tú destruyes nuestra familia. Déjanos en paz, no te queremos en nuestras vidas. Nosotros no tenemos la culpa de que tu mamá no te quiera y tu papá tampoco. Déjanos ser felices.—Dijo haciéndose la víctima y a la vez fallando totalmente.

—¿Como tú me dejaste ser feliz a mi?Dije retándola. —Largo de mi casa. Ándate ahora y así mi padre no sabrá que viniste.—amenacé.

—Él sabe que estoy acá, estúpida. Él me mandó.

—¿Quieres probarlo?—Dije tomando mi teléfono y marcándole a mi padre.

Por primera vez en muchos meses me contestó su celular. Él jamás lo hacía, siempre yo tenía que llamar a su oficina para hablar con el, pero daba igual, de cualquier forma no podía hablar con él, sólo con su secretaria.

—¿Bueno?—Contestó la voz de una niña. —¿____?

—Sí, soy yo.—Dije firme.

—¿Qué quieres, idiota? ¿Estás tan sola en el mundo que tienes que arrastrarte por el cariño de tu padre siendo que él no te quiere? Siempre dice: "____ no para de joder. Siempre supe que fue un error"—imitó a una voz ronca—deja de dar lástima, putita. Nadie te quiere, ni siquiera tus padres—Dijo ella.

Corté rápidamente el teléfono y pude ver que Polett ya se había ido.

Comencé a llorar desconsoladamente.

Jamás podría hablar con mi padre.. Siempre que lo intentaba pasaba lo mismo. Ellas dos me trataban como su fuese una cualquiera. Polett me buscaba por cielo mar y tierra para decirme barbaridades... Yo nunca entendí por qué mi padre seguía con una mujer como esa y menos por qué no me quería o se interesaba por saber de mí..

Nunca me habían dejado tranquila.. yo sabía que me odiaban, pero no comprendía el por qué.

Y con estos pensamientos me sumí en un profundo sueño en el sillón de la sala.

********

Fuertes golpes en la puerta me despertaron rápidamente. Fui a verme al espejo y estaba horrible; tenía unas ojeras espantosas, mis ojos rojos porque había estado llorando y mi pelo todo alborotado.

Fui a abrir la puerta esperando que no fuera Polett o alguien así porque no tenía ánimos de nada.

Mi sorpresa fue muy grande cuando abrí la puerta y el Señor Bieber estaba parado ahí.

—¿Qué hace aquí Señor Bieber? Son las doce con cinco, es muy tarde.—dije con los ojos abiertos.

Él me miraba muy raro y de pronto caí y noté que él estaba borracho. Se podía notar su olor a millones de kilómetros.

—Siempre me recibes así..—Apenas podía comprender lo que hablaba.

Lo dejé pasar y casi cayó, así que decidí ayudarlo a entrar y sentarlo en el sillón que yo había ocupado hace un rato.

—¿Y bien?—Le dije para que me dijera qué hacía en mi casa y a esa hora.

—Mi auto se averió.. Ah, no. Eso ya lo usé.. —Dijo riéndose como un tonto.

—¿Qué?—No comprendía para nada lo que estaba pasando.

—¿Qué de qué?—Dijo mirándome confundido.

—¿Podría explicarme por qué está en mi casa, en estas condiciones y a esta hora?

—No.—Dijo riéndose y parando de inmediato.—Estabas llorando.

—No.—Dije seria, esquivando su mirada.

—Si, ven acá.—Señaló la parte del sillón que sobraba a su lado. —No muerdo.

Me senté a su lado con desconfianza. No quería que supiera que había estado llorando, o sea.. no era su problema, era el mío.

—¿Qué pasó?—Preguntó.

—Nada, Señor Bieber.—Dije sonriendo falsamente.

—No me gusta verte triste...—Dijo en un susurro casi inaudible.

—No lo estoy, Señor. ¿Le traigo un café? Creo que mañana tendrá resaca. ¿Lo vendrán a buscar?

—No, ___. Quédate acá.—Dijo en un tono apagado, triste.

Volví a mi puesto a su lado y el Señor Bieber me dedicó una mirada llena de tristeza.

No comprendía lo que pasaba.

—¿Qué puedo hacer para que me tengas más confianza?—Dijo de nuevo triste, pero esta vez estaba demasiado cerca para mi gusto. Yo me alejé bruscamente de él y lo miré extrañada.

—No le entiendo, Señor Bieber. ¿Lo vendrán a buscar?

El Señor Bieber de nuevo se acercó y yo ya no podía correrme más, estaba atrapada entre él y el sillón.

—¿Por qué quieres que me vaya?—Y luego de decir esto me besó.

El beso era suave y tranquilo. En sus labios me pude percatar del dulce sabor a vino que tenían estos. Era el mejor beso que jamás había dado. Era tierno, delicado pero sobre todo.. único.

Luego él se separó de mí y él se paró del sillón tendiéndome una mano para que lo hiciera también y así lo hice. No comprendía lo que pasaba, lo único que sabía era que sus labios eran perfectos. Me tomó de la cintura y plantó otro beso en mi boca.

Sus labios eran realmente suaves y adictivos. No quería separarme nunca de él, pero desgraciadamente eso tuvo que pasar quedando ambos con la respiración agitada.

—Vienen por mí.—Dijo y salió de mi casa dejándome ahí, en medio de la sala, totalmente desconcertada.

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