Capítulo 32

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Al día siguiente Lily pasó por mí para ir al trabajo. Me hizo contarle todo, con lujo de detalles. Cuando acabé, gritó tan fuerte que tuve que taparme los oídos.

—¡No puedo creerlo! Es tan.. ¡Oh Dios mío! ¡Él es perfecto, ___!

—¿Podrías parar de gritar? Llevamos las ventanas abiertas, estamos paradas en un semáforo y los demás conductores están mirándonos con cara de odio.—puntualicé.

—¡Al carajo con la gente! ¡Que todos se enteren! ¡Mi amiga ayer tuvo una cita con el chico más romántico en esta tierra!—Gritó.

—Eres caso perdido..—Le dije.

Llegamos al trabajo y comenzamos nuestro día.

Alrededor de las diez con cuarenta de la mañana me llamó el Señor Bieber.

—¿Qué tal estás?—Me dijo.

—Muy bien, ¿y usted?

—Tu.—Me corrigió. —y bien también, gracias. Oh.. ¿Dónde estás?—Me preguntó.

—En el trabajo.—Dije.

—Así que no estás en casa.. bueno, es evidente ya que nadie abre la puerta aquí. Ahora lo que me preocupa, ¿estás trabajando?

—Claro. Ya sabe, usted.. bueno eso.—Dije tratando que esquivar las palabras correctas de 'usted me despidió' ya que sabía el él se arrepentía y no quería que se sintiera culpable. No después de lo que me había dicho la pasada noche. —Tenía que conseguir un nuevo empleo, debo pagar mis gastos y cosas.

—Uh-oh. ¿No quieres volver a trabajar en la empresa?

—Umh, creo que por ahora estoy bien acá.—Dije, y era la verdad.

Quería interponer algo entre nosotros. No quería que se arruinara lo que íbamos a empezar porque nos viéramos tanto tiempo. En el fondo tenía miedo de que él se aburriría de mi si pasábamos tanto tiempo juntos.

—Bien, supongo que debo aceptar tu decisión.—dijo dando un suspiro.

—Sí, uh..—No sabía qué más decirle.. —¿Por qué está en mi casa?

—Oh. Porque.. bah, no importa. ¿Quieres ir a almorzar hoy?—Me preguntó.

—Eso suena bien.

—Dame la dirección y voy por ti.—Se la di y el colgó después de decirme 'Adiós, princesa.'

Ahora iba a esperar impaciente hasta el horario de almuerzo.

**

La hora pasó lenta pero por fin era mi horario de almuerzo y el Señor Bieber me había pasado a buscar.

No pude dejar de pensar en cómo iba a saludarlo, o de qué hablaríamos, si nos daríamos un beso en la mejilla o en la boca. Realmente estaba nerviosa pero todo surgió natural.

El Señor Bieber al verme me abrazó y me dio un beso en la mejilla. Con sus labios pegados en mi mejilla lo cuál disfruté. Sus labios estaban mojados ya que siempre se los lamía así que dejó rastro de ése especial líquido en mi mejilla lo cual no quise borrar hasta que se secó solo.

Comimos, reímos y hablamos de nuestros trabajos.

—Allí ya nada es igual. No me gusta la nueva niña que está como mi asistente. No confío en ella, y pareciera ser tan torpe.—Dijo como un niño malcriado. Amaba cuando tenía ese tipo de reacciones sin que se diera cuenta.

—Pero debe darle una oportunidad. Yo no podía seguir ahí para siempre..

—Pero yo te quiero ahí.—dijo elevando su labio inferior en forma de pucherito. Yo reí ante aquella tierna expresión y remarqué la forma de sus labios con la llema de mis dedos. Nos quedamos en silencio un momento y yo disfruté la suave piel de sus labios en mis manos.

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