Almuerzo familiar

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Cuando llegué a la comisaria, me di prisa en contarle todo a Mary Margaret mientras la dejaba libre. Se había puesto contenta de saber que ya no era la sospechosa número 1 de la muerte de Kathryn, sino una más. Después me propuso ir a comer algo, pero tuve que rechazar, primero debía encontrar un lugar donde esconder esas llaves y después comenzar la investigación desde cero, ya que Mary no era la culpable...

Las llaves habían sido fáciles de esconder, ya que una caja fuerte, de la que yo solo conocía la combinación, se encontraba en mi despacho, pero por lo que se refería a la investigación debía reconocer que no era fácil, ya no tenía pistas, es más, tenía menos que antes, ya que algunas de las que tenía ya no eran utilizables a causa de esas llaves...

No había levantado la vista de los papeles cuando noté un agradable aroma, lasaña, o quizás algo gratinado. Decidida a acabar con el suspense, cerré rápidamente la carpeta, para darme la vuelta en la dirección del olor, cuál no fue mi sorpresa cuando me encontré un par de ojos marrones a pocos centímetros de mí, Henry, me había olvidado completamente que quería comer conmigo.

«Hey, chico, ¿cómo ha ido la escuela?»

«Bien, entonces, ¿es verdad que has dejado libre a la señorita Blanchard?»

«Sí, tu mamá ha perdido una de las llaves, así que Mary Margaret está libre»

«Yo no la he perdido, me la han robado, matiz» lanzó una voz que no tuve ningún problema en reconocer, Regina, decididamente la estaba viendo muy a menudo últimamente, y por extraño que parezca, no me desagradaba tanto.

«Es lo mismo, ¿no?» respondió Henry «lo importante es que la señorita Blanchard está libre»

«Es verdad» sonreí yo pasando una mano por sus cabellos, despeinándolo tiernamente.

«Di, ¿mamá puede comer con nosotros? Había olvidado que tenía que comer con ella hoy» pidió lo más inocentemente que pudo el pequeño moreno.

Al levantar la mirada, me crucé con la de Regina que pasaba su peso de un pie al otro, bastante incómoda, con un plato entre las manos.

Sorprendida de verla así, cuando tenía la costumbre de verla segura, asentí dulcemente intentando sonreír mientras que mi cerebro giraba a cien kilómetros por hora, ¿qué estaba tramando Henry?

Fuera cual fuera la respuesta, estaba segura de una cosa, no me iba a gustar.

«Si no le molesta comer conmigo, por supuesto» dije yo acompañando a mi asentimiento

«Mamá, si ella está aquí es que no le molesta» confirmó Henry como si fuera algo evidente y estuviera hablándole a una niña que no ha comprendido bien.

«Ah, sí, por supuesto, voy a quitar las cosas de la mesa, Henry, si puedes ir a buscar los platos que guardo en la despensa mientras tanto»

«¡Voy!» dijo él con entusiasmo y corriendo para llegar a su meta lo más rápido posible

«¿Puedo ayudarla?» sonó la voz de la morena detrás de mí

Lo que me hizo darme la vuelta para mirarla, se había enderezado con respecto a hacía un momento e intentaba parecer lo más tranquila posible, aunque puede notar cierto nerviosismo tras sus palabras, lo que a mí se tranquilizó.

Yo no era la única en tener sus dudas sobre ese almuerzo visiblemente preparado.

«Todo bien, gracias» le respondí

«Sepa que porque sea la alcaldesa de esta ciudad, no quiere decir que no sepa usar mis manos» añadió ella visiblemente molesta porque yo pudiera pensar que era incapaz de hacer algo.

«Muy bien, si realmente quiere hace algo, vaya a buscar la silla que está allí para podamos sentarnos todos»

Asintiendo a mis palabras, dejó el plato sobre el borde de mi mesa, y se dirigió a uno de los despachos para coger la silla.

Una vez que mi mesa estuvo despejada, me dirigí curiosa hacia el plato que la morena había dejado para ver lo que era. Lasaña, super, mi plato preferido.

«¿Curiosa, sheriff Swan?» preguntó ella apoyada en el marco de la puerta con una ligera sonrisa divertida en los labios.

«¿Quién no lo estaría? Y además es mi trabajo ser curiosa» le respondí en el momento en que Henry regresaba con tres platos y tenedores y cuchillos

«Aquí están»

«Gracias, chico, ¿quieres poner la mesa?»

«Ok» respondió él acercándose al escritorio que nos iba a servir de mesa para colocar los platos y los cubiertos «Di Emma, ¿tienes vasos? Porque no encontré en la despensa»

«Es porque están aquí, la última vez que merendé con Ruby, no los coloqué allí y después me olvidé haciendo otras cosas. Puedes ir a la nevera de la sala de descanso, creo que me queda coca a la cereza, creo que es tu preferida, ¿no?»

«Sí, ¡genial Emma!» había dicho el muchacho antes de correr hasta la nevera para coger la bebida.

«Sí, genial» suspiró la morena sentándose en una de las sillas

«¿Algún problema señora alcaldesa?»

«Usted siempre es la persona genial y yo siempre soy la severa, ya cansa»

«Si intentara ser un poco más amable con él, quizás cambiara de opinión»

«Pero lo he intentado todo, le he comprado un nuevo videojuego cuando perdió su libro de cuentos, pero nada que hacer, nada es lo suficientemente bueno, lo suficientemente bonito para él...¿Soy tan mala madre para merecer eso?» preguntó finalmente Regina elevando la mirada para clavarla en mis ojos, y tuve que rendirme a la evidencia, estaba siendo sincera.

«Por supuesto que no, no es una mala madre, la mala madre aquí soy yo, soy yo quien lo abandonó al nacer...» le respondí

«Y sin embargo es a usted a quien prefiere»

«Supongo que me prefiere porque es la novedad»

«Y el hecho de que usted no sea la reina malvada, le...»

«¿Usted lo es de verdad?» dije sorprendida

«Es lo que cree Henry, sheriff Swan, y no la verdad...»

«También opino eso, y llámeme Emma, es mi pausa para comer, así que nada de sheriff Swan»

«Muy bien, Emma» respondió ella sorprendiéndome, ya que creía que lo iba a rechazar.

«Bien, he encontrado la coca» sonrió orgullosamente el pequeño moreno sosteniendo en cada mano una botella «te he traído agua mamá, sé que no te gusta el azúcar»

«Bien...gracias» escuché que respondía Regina, parecía sorprendida de que Henry se hubiese acordado de ella, él que tenía tendencia a ignorarla o cabrearla.

«De nada, ¿podemos empezar a comer? Tengo mucha hambre, espero que esté aún caliente» exclamó él sentándose en la silla colocada en frente de la morena, no dejándome sino la silla que estaba colocada al lado de Regina, pero ¿a qué está jugando Henry?

«Si no lo está, podemos calentarla, hay un microondas en la sala de descanso» le respondí mientras me sentaba, la cara de Henry se iluminó con una ligera sonrisa, era necesario que hablara con él y rápido.

El almuerzo juntos transcurrió bien, es verdad que yo no estaba completamente tranquila al saber que Regina comería con nosotros, pero para mi gran sorpresa, había sido una compañía bastante agradable, sonriendo ante las palabras de Henry que había decidido contar su mañana en la escuela, y durante la cual había recibido un curso de orientación, ella había contado incluso algunas anécdotas de sus años de mandato como alcaldesa de Storybrooke con el cinismo que le conocíamos.

El pequeño que era nuestro hijo había planificado que volviéramos a comer los tres juntos al día siguiente y tanto ella como yo no pudimos decir que no a esa carita de ángel. Tenía que tener una charla con él sobre lo que estaba tramando con Regina esa misma tarde, ya que me tocaba ir a buscarlo a la escuela, porque la morena tenía una importante reunión con no sé quién...


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