Desayuno

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Estaba completamente cansada, me había costado mucho dormirme después de la pequeña charla con Henry anoche. Había intentado ocultar los sentimientos que empezaba a sentir por la morena, ni siquiera sabía si era amistad u otra cosa...Y detestaba no saber, era un verdadero quebradero de cabeza que me llevó por la calle de la amargura durante algunas horas, hasta las tres de la mañana en que pude finalmente conciliar el sueño, lo confieso, con la ayuda de un somnífero.

Caminaba hacia la puerta de entrada con los brazos cargados de varias bolsas que contenían croissants y otros pasteles. Abrí la puerta con la llave que ayer me llevé cuando me marché, prefería abrir con ella por si Regina y Henry aún estaban dormidos.

Al empujar la puerta con un golpe de hombro, me encontré de cara con Regina que mantenía en alto un bate de béisbol que por poco no cae sobre mi cabeza.

«¡Hey! ¡Soy yo!» exclamé levantando las bolsas y usándolas como escudo

«Lo siento» resopló ella bajando el bate y haciendo que yo respirara de alivio, acababa de evitar lo peor.

«No importa, con esa llave que anda por ahí, es más seguro poder defenderse. Es más, eso me tranquiliza, prefiero que tenga algo con que defenderse. Sería terrible que algo le pasara, a usted y a Henry»

«¿Se preocupa por mí, Emma?» preguntó burlonamente la morena dejando el bate al lado de los paraguas, aunque la noté conmovida por la atención que yo le dedicaba, pero claro, eso ella nunca lo confesaría.

«¿Se sorprende?»

«Un poco, pensaba que usted era más del tipo de querer verme muerta»

«Hace algún tiempo, quizás, pero ahora ya no, no sé en realidad por qué, pero usted está más agradable de un tiempo a esta parte, y está bien, muy bien, le sienta mucho mejor a la piel»

«Si usted lo dice» dijo ella poniéndose seria, lo que me hizo sonreír. «¿Qué la hace sonreír, Emma?»

«Usted, solo es que es increíble, le hago un cumplido y se cierra con una ostra»

«No es verdad»

«Sí, y lo sabe muy bien. Y no lo digo para fastidiarla, sino porque es la verdad»

«Es verdad que usted tiene la tendencia de ser todo el tiempo honesta conmigo»

«¿Y eso le molesta? Puedo dejar de serlo, pensaba que prefería esto a las mentiras y...»

«Así es, Emma» me tranquilizó apoyando su mano en mi ante brazo sorprendiéndome, no era una persona por lo general muy de tocar, eso era más de mi estilo «lo aprecio de verdad, usted es la única en toda esta ciudad que me habla sin medias tintas» terminó de decir apartando su mano de mi brazo.

«Hay que decir que da miedo a todo el mundo»

«Pero no a usted, ¿verdad?»

«No, siento confesárselo» sonreí

«¿Por qué?» preguntó

«No lo sé, ¿es tan grave?»

«No creo...» resopló ella antes de cambiar de tema «¿Y si me explica que hace aquí tan temprano?»

«He traído croissants para el desayuno. Ha sido una idea de Henry, que me la propuso ayer después de que...bueno, en fin, aquí estoy»

«¿Después de qué?»

«Después de que usted se quedara dormida sobre mi hombro y la llevara hasta su cama»

«¿En serio?»

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