Misión Gold

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Nosotras nos dirigimos al hospital justo después de comer. Estaba aún sorprendida de hasta qué punto Regina podía abrirse cuando quería, y yo que pensaba que se iba a colocar su máscara con Ruby por los alrededores.

Cuando le pregunté, mientras nos encaminábamos hacia el coche, simplemente me había respondido que estaba siguiendo mis consejos para hacerse apreciar un poco por los habitantes de Storybrooke. Me hizo sonreír, me gustó que pusiera atención a lo que yo pudiera decirle.

Al estacionarse en el parking del hospital, bajé rápido del coche y cogí la bolsa a mis pies en la que había ropa, esperando que Regina se uniera a mí para tomar la dirección hacia el hospital juntas. Una vez dentro, me arrastró por el dédalo de corredores hasta que empujó una puerta que daba al sub sótano del hospital.

«Es un poco lejos» susurró Regina apuntando a la derecha, y comenzando a caminar en esa dirección, mientras que yo me daba prisa en seguirla. Llegamos a una puerta ante la que se detuvo, la abrió. El lugar estaba hundido en la oscuridad «...¿Lacey?» se escuchó de nuevo la voz de la morena a la vez que un bulto al fondo del lugar se movía, caminando hacia nuestra dirección.

«¿Sí, señora?»

«Nos vamos»

«¿De verdad, señora?»

«Sí» respondió ella mientras la silueta seguía caminando hacia nosotras. La luz del pasillo me dejó por fin ver a qué se parecía Belle/Lacey. Era morena, ojos azul claro, era bastante bonita, en fin, supongo que lo sería después de pasar por la peluquería y una buena ducha, pero todo eso tenía que esperar.

«Creo que puedes darle la ropa que está en la bolsa, tiene que ponérselas para no llamar demasiado la atención cuando la saquemos»

Asintiendo, abrí la bolsa sacando una camisa azul, del mismo azul de sus ojos, unos pantalones pitillo negros que pasé a la morena frente a mí, a la que Regina no quitaba ojo.

«Gracias, señora» susurró la joven con una voz vacía de toda emoción, lo que hizo que sintiera escalofríos por la espalda. Parecía que no experimentaba ninguna emoción, creí por un instante que Regina le habría arrancado el corazón, pero me llamé al orden, tenía suficiente confianza en ella para creer que me lo hubiera dicho si así fuera el caso.

«De nada» respondí yo mientas que detrás de mí la voz de Regina se oyó

«Debes encontrarme ahora mismo despreciable, ¿verdad?»

«El simple hecho de que hagas esa pregunta prueba que has cambiado, que ya no eres la misma persona que encerró a Belle en este lugar»

«No has respondido a mi pregunta realmente» replicó ella volviéndose hacia mí con una expresión enfurruñada en el rostro

«Tenías tus razones para actuar de esa manera, sufrías y nadie estuvo ahí para curar tu pena, para estar presente para ti, así que, no, no te encuentro despreciable» dije yo observando sus ojos, que brillaban como si fuera a llorar, desvió la mirada concentrándose en Lacey que se estaba cambiando.

«Creo que también puedes darle los zapatos» me dijo Regina después de uno o dos minutos de silencio.

«Ok» le respondí yo antes de sacar un par de bailarinas negras de la bolsa, no era cuestión que se pasease por Storybrooke descalza, aunque no estaba previsto que se pasease mucho antes de encontrar a Rumple, nuestro plan para encontrar a Kathryn no podía ser interrumpido antes de completarse.

Después, una vez puestos los zapatos, salimos del hospital lo más discretamente posible, Regina y yo escoltando, cada una a un lado, a la joven hasta el coche de Regina a la que la hicimos subir. Tomamos rumbo al ayuntamiento, y los cristales tintados nos protegían para continuar con nuestro plan.

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