Mamá Snow White

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El despertar del día siguiente fue particularmente difícil. Hay que decir que con todo lo sucedido no me acosté antes de las tres de la mañana, y aun así, me costó una barbaridad conciliar el sueño.

No sabía cómo iba a hacer para que mi morena pudiera vivir al aire libre, conmigo...

Finalmente concilié el sueño acostándome en la cama de Regina, allí donde se encontraba su perfume...

Sabía que iba a necesitar mucho tiempo para convencer a todo el mundo de que mi novia había cambiado, pero lo más complicado sería convencer a mis padres.

Iba a ser necesario que comprendieran que yo ya no soy el bebé que ellos metieron en un armario en el mundo mágico para pudiera romper veintiocho años después una maldición, maldición lanzada por aquella que era desde antes de ayer mi novia.

Mierda, todo era un gran lío, capaz de provocarme un gran dolor de cabeza.

Finalmente bajé las escaleras solamente vestida con una camisa que cogí prestada a Regina y con la ropa interior, y entré en la cocina para prepararme un café y despertarme, y me di de frente literalmente con Snow y Ruby.

«¿Qué hacéis aquí?» pregunté colocándome bien la camisa, intentando esconder lo máximo posible

«La puerta estaba abierta» respondió sencillamente Mary con una ligera sonrisa

«No he preguntado cómo habéis entrado, sino qué hacéis aquí»

«Yo quería asegurarme de que estabas bien y Snow, bueno, que hable ella, personalmente me cansa y sin embargo es mi mejor amiga»

«Ok...voy a vestirme antes...porque presiento que va para largo, incluso para bastante tiempo» suspiré saliendo de la estancia y subiendo las escaleras. Me encerré en el cuarto de baño, pegado a la habitación de mi morena, me desvestí rápidamente para darme una ducha a ver si me despertaba.

Abrí el chorro de agua, y dejé que el agua fría corriera unos instantes para despertarme, no era tan eficaz como una taza de café, pero tendría que bastar por el momento, después cambié al agua caliente y cogí el gel de ducha puesto en una pequeña balda encima de la ducha. No me sorprendí al percibir el aroma a manzana que se desprendía. También aproveché para lavarme el pelo con su champú, también de manzana. Definitivamente era una adicta esta fruta.

Salí de la ducha, me envolví en una toalla y me dirigí rápidamente a la habitación de invitados para ponerme la ropa interior y unos vaqueros, después entré en la habitación de Regina, abrí su armario para buscar otra camisa, así tendría la sensación de que ella estaba aquí, conmigo...

Sorprendiéndome yo misma ante mis pensamientos, suspiré, me estaba convirtiendo en una ñoña, romántica empedernida, yo que me había jurado, después de lo de Neal, no enamorarme más, pues estaba servida.

Al bajar de prisa las escaleras, no me sorprendió ver a Snow caminando de aquí para allá, rebuscando todo en los armarios de la cocina de Regina, bajo la mirada impotente de Ruby.

«¿Qué? Si te molesto, dilo ¿Quieres ayuda para husmear en los armarios de mi novia?»

«Está buscando sus filtros de amor» se señaló Ruby con una ligera sonrisa divertida haciéndome poner los ojos en blanco.

«Regina no me ha hechizado, y no me ha hecho beber ninguna poción ni cualquier otra cosa, así que siéntate y deja sus armarios tranquilos»

Suspirando Snow se fue a sentar al lado de Ruby mientras que yo abría el armario de la derecha para sacar tres tazas que deje sobre la encimera al lado de la cafetera antes de encenderla.

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