Capítulo 6

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Multimedia: Charlie Puth- Attention

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—Layla —susurraban en mi oído.

La voz se escuchaba lejana, intentaba abrir los ojos, pero no podía, los párpados me pesaban cada vez que los intentaba abrir. Sentía como sacudían levemente mi cuerpo, pero lo único que salía de mis labios eran quejidos.

—¡Layla! —gritaron en mi oído, haciendo que gritara del susto y terminara cayendo de la cama.

—¡¿Pero qué demonios te ocurre?! —bramé mientras me levantaba del suelo.

Anne estaba sentada en la cama; carcajeándose, sus manos estaban enrolladas alrededor de su estómago como si le doliera. Luego de unos minutos se calló y limpió algunas lágrimas que se escaparon de sus ojos.

—¿Ya terminaste? —pregunté de brazos cruzados.

Me observó con una sonrisa en su rostro.

—Sí.

Miré el reloj que estaba en la mesita de noche y apenas eran las ocho de la mañana.

—¿Estás loca? —cuestioné—. Son las ocho de la mañana.

—Es el cumpleaños de mi madre —se levantó de la cama—. Tu mamá entró hace unos minutos y dijo que el desayuno ya estaba listo, ¿no escuchaste? —Negué con la cabeza—. Cuando duermes caes en un coma.

—Estoy cansada, no hemos dormido nada. ¡Además, roncas!

Buscó el bolso que había traído el día anterior, sacó algunas cosas y colgó en su hombro izquierdo una toalla.

—Yo no ronco. —Arrugó la nariz.

—Pero si te quejas, parecía que querías golpear a alguien.

Alzó sus hombros y le restó importancia. Pasó por mi lado, entró al baño y en cuestión de segundos escuché como el agua empezaba a correr. Tendí la cama mientras que ella se bañaba y busqué en el closet ropa para entrar a bañarme.

—¡Rayos! —gritó desde el baño.

Salió del baño ya vestida y secando su cabello con una toalla.

—Se me olvido el regalo —me miró asustada—. ¿Cómo se me pudo olvidar?

—No lo sé, pero después de desayunar podemos ir a comprarlo.

—Sí, pero tenemos que ir a casa a buscar dinero. Papá seguro llevará a mamá a desayunar, así que tengo algo de tiempo. —Comenzó a contar con los dedos—. Creo que con lo que tengo ahorrado será suficiente para el regalo.

—Bueno.

—¡¿Entonces qué haces aquí?! —gritó y me sobresalté—. ¡Ve a ducharte y cepillarte, tu aliento es fatal!

El recuerdo de un amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora