Capítulo 36

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Multimedia:  Ellen- Kindly calm me down

Los padres siempre tienen ideas raras y descabelladas

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Los padres siempre tienen ideas raras y descabelladas. Lo que creí que sería una cena de cinco personas se multiplicó. La casa estaba repleta de personas, entre ellos estaban varios integrantes de mi familia, algunos conocidos de mi parte y amigos de mis padres; según ellos querían celebrar que su hija estaba cumpliendo la mayoría de edad, y que pronto sería una universitaria.

La palabra pequeña para mis padres significaba:

—Tiene que estar todo el mundo.

Durante la tarde, el abuelo y mi padre estuvieron arreglando la casa, la abuela y Derek cocinaron y terminé sorprendiéndome, ya que él cocinaba muy bien. Mi madre me había llevado a la peluquería y a comprar algo para la noche, cuando estábamos en una de las tiendas, Jazmine llegó. Ahora entendía porque había dicho que nos veríamos más tarde.

—Esto está muy bueno —habló Jazz con la boca llena.

Sonreí, estábamos sentadas en el patio trasero de la casa. Con platos de plástico en nuestras manos.

—Todo gracias a la abuela —contesté y metí otro pedazo de pastel de chocolate a mi boca.

—¡Oye, yo también ayudé! —objetó Derek a mi lado izquierdo.

—Ciertoo. —Alargué más la O de lo debido.

Fue extraño regresar a casa y volver a verlo. Cuando entré en la cocina se me quedó mirando, y por alguna razón, mi rostro terminó rojo como un tomate. Cada vez que los sucesos de la sala se reproducían en mi cabeza, una sonrisa tonta se creaba en mis labios. Por otra parte, había sido al principio incomodo estar junto a Jazmine y él bajo el mismo techo; pero ella no había mentido y él le agradaba.

—Creo que te voy a contratar para que hagas mi pastel —habló la rubia—. ¿Te parece, Derek?

—Lo haría, pero voy a cobrar —explicó mirándola—. Ni creas que lo haré de gratis.

La rubia abrió su boca y colocó una mano en su pecho, fingiendo estar indignada.

—Pensé que éramos amigos, pero —se levantó del suelo—, veo que no valoras mi amistad, así que mejor me voy a buscar otro pedazo de pastel para ahogar mis penas.

Me eché a reír por su actuación y Derek también lo hizo. Nos dio una mirada divertida y entró en la casa.

—Ella está loca —afirmó, después de parar de reír.

Volteé a verlo.

—Pero es una buena persona —añadí.

Asintió.

No dijimos nada y seguimos comiendo. No me sentía forzada a empezar una conversación con él, porque el silencio que se instalaba entre nosotros era cómodo. La luna brillaba en el cielo, y las estrellas formaban las constelaciones, el viento soplaba una leve brisa y abrigaba mi cuerpo.

El recuerdo de un amor ©Where stories live. Discover now