Capítulo 9

11.6K 963 270
                                    

Multimedia: David Guetta, Bebe Rexha & J Balvin - Say My Name

Creo que, a lo largo de mi vida he usado todos los colores posibles en diferentes vestidos, y ese año use el color champagne en un vestido largo que era pegado en el torso y suelto desde mi cintura, mi cabello estaba atado en un moño alto que deja...

Ops! Esta imagem não segue as nossas directrizes de conteúdo. Para continuares a publicar, por favor, remova-a ou carrega uma imagem diferente.

Creo que, a lo largo de mi vida he usado todos los colores posibles en diferentes vestidos, y ese año use el color champagne en un vestido largo que era pegado en el torso y suelto desde mi cintura, mi cabello estaba atado en un moño alto que dejaba algunos mechones sueltos para no hacerlo lucir tan formal, pero la verdad era que la fiesta de celebración que la empresa de papá organizaba todos los años era elegante y glamuroso.

Papá y su socio, el señor Dante y padre de Anne, siempre, antes de acabar el año hacían una fiesta junto a todos sus empleados, y cuando digo todos, son todos, ninguno podía faltar y siempre tenían que ir con su familia. Sin importar que mi padre y el de Anne eran grandes personas e iban en aumento cada vez más, seguían siendo humildes y amables con todos.

Una de las cosas que mi padre me dijo que mi abuelo le repetía cuando niño, era que nunca había que dejar que el éxito consumiera nuestro cerebro, no había que dejar que el dinero nos cambiara. Porque todo lo que sube, en algún momento también baja.

—Me duelen los pies —murmuró Anne a mi lado.

—Ya somos dos.

Volteé a verla y ella sonrió, se acercó a mí y se apoyó a mi costado, dejando descansar su cabeza en mi hombro y entrelazando nuestros brazos.

—¿Crees que dentro de unos años también nos encargaremos de las decoraciones? —inquirió en voz baja, observando como nuestras madres habían decorado el restaurante Rêves (1) Allí siempre era la cena navideña de la empresa.

—Quizás tú lo hagas, pero yo no tengo nada que ver con decoraciones, soy un asco.

Escuché su risa entre dientes y ladeé la cabeza hacia un lado. No sé qué me gustaba más de ella, si su risa contagiosa o sus ojos verde olivo que siempre demostraban cariño. No sé porque, pero siempre que estaba con ella, todo era mejor, era como si nada me faltará.

—Ciertoooo —alargó la O más de lo debido—. Tranquila, si en algún momento lo hacemos, yo diré que ayudaste colocando los manteles.

Solté una carcajada algo estruendosa que se ganó la mirada de algunas personas, a las cuales solo les sonreímos amables. Éramos las que recibían a los invitados y les decíamos dónde estaban sus lugares, y estar de pie tanto tiempo y con tacones me estaba matando los tobillos.

—¿Tienes hambre, Layla? —curioseó sonriendo.

Le devolví la sonrisa.

—¿Qué planeas?

—No lo sé, ¿recuerdas lo que hacíamos cuando niñas si teníamos hambre?

Me reí entre dientes al caer en cuenta lo que estaba proponiendo y negué con la cabeza, ya estaban todos los invitados y todos parecían estar disfrutando de la noche. Pero, todavía faltaba para que la cena fuera servida y mis pies dolían, mi estómago gruñía y tenía una propuesta tentadora enfrente de mí.

El recuerdo de un amor ©Onde as histórias ganham vida. Descobre agora