Capítulo 56

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Multimedia: Zahara- Con las ganas

Escondí mis manos dentro de las mangas del suéter, era un suéter de lana color beige

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Escondí mis manos dentro de las mangas del suéter, era un suéter de lana color beige. Recuerdo que mi padre me lo había regalado dos años atrás por mi cumpleaños, y aún me quedaba. No tenía frío, la razón por la cual había escondido mis manos dentro de las mangas era simple; tenía miedo y estaba nerviosa.

El miedo es muy poderoso, puede privarnos de intentar algo nuevo, puede hacer que huyamos, puede consumirnos. Intenté dar un paso hacia adelante, pero terminé girando rápidamente sobre mis talones, y escondiéndome detrás del árbol en el cual me llevaba ocultando en la última semana.

La puerta principal de mi casa se abrió y de ella había salido mamá, luego papá, quien la acompañó hasta el auto y le dio un beso de despedida, después de que el auto se alejara él entró en la casa.

Solté un suspiro tembloroso que parecía más un jadeo de dolor, y apoyé mi frente en el tronco del árbol. Tenía miedo de sus reacciones, tenía miedo de verlos, tenía miedo de ver cuán destruidos estaban por mi culpa.

—Te extrañan —susurraron a mis espaldas. Giré, encontrándome con Lucy (la niña que vivía al lado de mi casa) estaba montada en una bicicleta de color verde, su cabello rubio estaba amarrado en una trenza, y sus ojos cafés me observaban con reproche, mientras que se bajaba de la bicicleta y la sostenía del manubrio.

—Lo sé —murmuré.

—¿Entonces por qué no tocas la puerta? —inquirió con el ceño fruncido—. Te he visto hacer lo mismo varias veces, vienes, te quedas detrás de este árbol y luego te vas.

—Porque soy cobarde.

—No parecías cobarde cuando te escapaste por la ventana de tu habitación, sabiendo que tus papás te habían prohibido salir de la casa. Parecías valiente.

Agaché la cabeza y sonreí de lado.

—Eso fue un acto de estupidez no de valentía.

—Mamá siempre dice que tengo que ser valiente —susurró. Levanté la cabeza, encontrándome con sus ojos y su ceño fruncido—, que tengo que enfrentar mis miedos. Tú deberías ser valiente, la señora Margaret ya no me sonríe como antes, ahora solo me da una sonrisa de boca cerrada.

Giré mi cabeza hacia un costado para ver mi casa. Ser valiente, eso sonaba fácil, pero no lo era, cerré mis ojos con fuerza e inhalé aire, para luego exhalar. Mamá no era la misma, ya no lo era, lo peor es que era por mi culpa.

—No es fácil —susurré aun con la mirada en la casa.

—Sí lo es. —Un gruñido salió de sus labios, y giré a verla—. Yo le tengo miedo a andar en bicicleta, y ahora mira. —Señaló la bicicleta—, estoy enfrentando mi miedo.

Sonreí de lado.

—Entonces... ¿debo ir a tocar la puerta y enfrentar mis miedos?

Asintió con la cabeza repetitivas veces

El recuerdo de un amor ©Where stories live. Discover now