Capítulo 22

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Multimedia: Halsey Heaven in hiding

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¿Qué es peor que las palabras?

Lo es el silencio, lo es no saber que pasa por la mente de la otra persona. No saber sus emociones, sus sentimientos, que es lo que hace que tenga la mirada perdida y que pasa por su mente cuando te observa por unos breves segundos.

El silencio, es una gran arma.

Mamá no me había hablado en días y papá era el puente entre ambas, intentando que la tensión y el silencio no se formará cuando estábamos en el mismo lugar, aunque, el noventa por ciento de las veces no lo lograba.

Mamá estaba castigándome con su silencio. Cerré el libro con fuerza y dejé salir un suspiro pesado. Froté mi rostro con las palmas de mis manos y me quedé mirando el techo blanco de la habitación. Era deprimente, mamá no me hablaba, Derek tenía días sin ir a la escuela, Anne seguía sin comunicarse y estaba sola, completamente sola.

Dejé el libro sobre la mesa de noche y me levanté de la cama, caminé al baño y lavé mi rostro, algunas ojeras adornaban debajo de mis ojos. No había podido dormir bien durante las últimas noches, esa sensación de vacío persistía en mi pecho, no había nadie a quien llamar, alguien con quien hablar durante horas.

Estaba sola.

Salí del cuarto de baño y una ráfaga de aire colocó la piel de mis brazos de gallina, con el ceño fruncido y algo confundida me acerqué a la ventana y la cerré. Las cortinas dejaron de moverse instantáneamente y el silencio era lo único que reinaba en el lugar.

Giré sobre mis talones y un grito de terror estuvo a punto de salir de mi garganta, pero fue ahogado por la mano de Arthur haciendo presión sobre mi boca. Una sonrisa burlona se deslizó por sus labios y con un dedo de su mano libre me hizo una señal de que hiciera silencio, mientras apartaba su mano de mi boca.

—¡¿Qué haces aquí?! —cuestioné en un pequeño grito.

Sonrió de lado y dio varios pasos hacia adelante, haciéndome retroceder y chocar contra el escritorio detrás de mí. Colocó cada mano a los lados de mi cadera, se inclinó hacia adelante dejando su rostro a escasa distancia del mío, no tenía hematomas por la pelea de Derek, lucía mejor de lo que yo lo hacía.

—Vengo a buscarte.

—¿A buscarme? —inquirí confundida.

Asintió.

—No puedes seguir ignorando mis mensajes y llamadas, Layla. —Tomó un mechón de mi cabello y lo enrollo en su dedo índice—. Debes hacerte ver en las carreras, peleas o fiestas.

Tensé mi mandíbula y negué con la cabeza.

—Ya te dije que no iba a participar —musité, repitiendo las palabras que días atrás le había dicho cuando fue a buscarme al instituto.

El recuerdo de un amor ©Where stories live. Discover now