Capítulo 10 - El que patrulla

1.5K 185 85
                                    


Debían se cerca de las seis para cuando (T/N) se despertó.
Se sentó, se desperezó, se colocó la máscara y alineó sus botines y casaca y se puso en pie.
Despertó al resto y, mientras se estiraban, miró a su alrededor.
Algo faltaba.
Algo muy importante faltaba.

Cuando todos estaban comenzando a decir "buenos días" pudo oír risas alegres fuera de la estación.
Y entonces se dio cuenta.
¡Faltaba Peter!

Los calló a todos con un gesto de la mano y la miraron, confundidos.
Cogió su bate de entre las cosas y les indicó que saldría un rato, que se quedaran ahí.

Caminó con cautela hasta la salida de la comisaría, a cada paso que daba los sonidos se hacían más distinguibles. Podía oír a Peter riendo y a alguien más, pero no le reconocía.
La voz de esa otra persona parecía alterada por alguna otra máscara, igual que la suya.

Salió de la edificación y contempló lo que tenía en frente.
A unos metros de la vereda de su lado estaba una camioneta negra estacionada. Frente a esta estaba de pie el pequeño que buscaba, riendo; y sentado sobre el techo del vehículo estaba una persona haciendo malabares con unas cinco pelotas, también riendo.
Se acercó caminando con tranquilidad, no parecía haber un problema.
Cuando estaba más cerca, pudo oír de lo que hablaban.

—¿Pero cómo?— preguntaba Peter, su voz denotaba mucho interés y curiosidad.
—¡No lo sé!— decía alegremente la figura. La joven le identificó como una voz probablemente de hombre— ¡Dijeron que habían atravesado un cuadro con una pintura de un pez! ¿No suena extraño?
—¡Claro que suena extraño!— afirmaba animado el niño. — ¿Por qué llegarían a una galería de arte a través de un cuadro?
—¡Ya te dije que no lo sé!— reía la figura.

La silueta que conversaba con el niño detuvo sus malabares al recibir el golpe de una de las pelotas sobre su cabeza. El objeto rebotó hasta el piso y rodó lejos de ellos.
La joven lo recogió y se detuvo frente a ambos, quienes se voltearon a verla.

—¡Ah, (T/N)!— sonrió alegremente el niño al reconocerla. — Buenos días. — saludó, caminando un par de pasos hasta quedar a su lado.
—Buenos días. — le saludó de vuelta ella. — ¿Se puede saber qué haces aquí afuera?— preguntó con calma. No estaba regañándolo, aunque sí que se había llevado un susto y le podría haber avisado, al menos no pasó nada malo. Luego le pediría que avise si va a irse.
—Oí una camioneta estacionarse por la noche. — narró con tranquilidad. — Salí solo para ver quién era y despertarlos a ustedes si eran los maleantes, así que me asomé un poco por la puerta. Al final resultó ser este chico— señaló a la figura con su palma abierta. — que apagó el carro y se echó a dormir.
—Y supongo que volviste en la mañana por curiosidad. — comprendió ella.
—Sí...— Peter bajó la vista, dándose cuenta que la había preocupado. — Lo siento...
—Está bien, está bien, nada pasó. — le acarició la cabeza. — Pero la próxima vez avisas, ¿bien?
—¡Bien!— esbozó una gran sonrisa.
—Ve adentro y dile a los demás que allá voy. — le susurró.

El niño sonrió una vez más para ella, luego para la figura y trotó alegre dentro de la comisaría.
Por otro lado, (T/N) lo observó hasta que no pudo verle y se giró para encarar a la silueta. Caminó un par de pasos hasta estar frente suyo y relajó su postura.
Se tomó unos instantes antes de hablar para analizarle.

No podía ver mucho, pues al igual que ella, la silueta llevaba una máscara aunque no igual a la suya. Esta era un modelo de colección de la parte de boca y nariz de una máscara para presión, de esas que usan algunos pilotos o buzos. Los tubos que alguna vez debieron conectar con los tanques de oxígeno ahora estaban unidos, creando un gran tubito delgado que pasaba tras su espalda.
Traía puesto un casco de soldado que tenía visera semi-polarizada, por lo que apenas veía sus ojos. En la frente del casco había una estrella pintada a la rápida con, bueno, pintura blanca.
Al igual que ella, la figura también llevaba una capa. Era de color negro, estaba medio rota por debajo y manchada con tierra y, aparentemente, sangre seca y le cubría hasta las rodillas. En la espalda parecía llevar una especie de mochila o caja con cohetes.
El resto de lo que podía ver eran sus pantalones, los cuales eran unos jeens oscuros y desgastados, y unas zapatillas de skater que en algún momento debieron ser rojas, pero ahora tenían tanta tierra que ni se veía bien el color.

Agua, por favor [Hetalia]Where stories live. Discover now