Capítulo 60 - La Reunión

926 154 43
                                    


El día siguiente transcurrió de una manera similar al del incidente de los Darksiders: no hicieron mucho.
No había mucho que hacer, tomando en cuenta que la única acción que los movía en su pequeña aventura era acercarse al recinto. Y eso lo hacía la camioneta, por lo que ellos se quedaban sin hacer mucho.

Perdiendo tiempo en las paradas para comer e ir al baño, la noche cayó sin que hubieran sido capaces de divisar la entrada.
Se encontraban cerca, sin embargo, por lo que decidieron que era muy probable que llegaran mañana en la mañana si se detenían a descansar ahí.

Echada en la cama con Peter entre sus brazos, (T/N) no podía conciliar el sueño. Estaba demasiado nerviosa, dándole vueltas en su cabeza a la idea de que por fin todo terminaría.
Por fin llegarían al lugar que habían estado buscando por tanto tiempo y por el que habían pasado por tantas dificultades.
No podía creerlo.

¿Qué tendrían que hacer dentro del recinto? ¿Estaría ahí el dueño del diario para guiarlos? Era probable que hubiera ingresado antes y les estuviera esperando en la cámara final.
Su cerebro no paraba de darle vueltas al asunto.

Al final, la luz del sol por la mañana se coló entre las cortinas del camper sin que la (nacionalidad) hubiera logrado cerrar los ojos en toda la noche.

El resto del grupo se levantó con la camioneta en movimiento. La joven supuso que Arthur se habría despertado temprano y habría decidido que era mejor ir avanzando mientras los demás aún dormían.

En cuanto una buena parte se levantó, detuvieron la marcha para desayunar en silencio.
Todos estaban demasiado nerviosos como para pronunciar palabra.

La mañana se fue con tranquilidad mientras avanzaban por la nieve. Nadie se dignaba a comentar algo, nadie jugaba. Todos estaban sentados en silencio, esperando ansiosos llegar al recinto.
El único sonido además del motor de la camioneta, era (T/N) tarareando Voices, sentada entre el alemán y la ucraniana en el sillón más grande del camper.

Hasta que se detuvieron.

Todos en el vehículo se quedaron en silencio, algo confundidos acerca de la razón por la pausa. Eran cerca de las once de la mañana, demasiado temprano para almorzar.
¿Entonces?

—Eh, ¿qué pasó ahora...? —masculló entre dientes el italiano.
—Tal vez ya llegamos. —supuso el noruego, haciendo que todos tragaran saliva.

¿Ya habían llegado?

—Ya llegamos. —anunció el inglés, ingresando por la puerta del camper sin molestarse a cerrarla de nuevo.

Lentamente, los que se encontraban presentes se pusieron en pie y se abrigaron en silencio. Peter tomó la mano de la (nacionalidad) sin decir palabra, y dejaron el vehículo envueltos en sus capas.
Ella con su máscara y él con su gorro de capitán.

Estaban en medio de la nada. Aún había nieve a todo su alrededor, pero ahora tenían una gran estructura rocosa frente a ellos.

Debía tener unos cuatro metros de altura, y unos diez de ancho. Era una especie de caverna oscura que no llegaba a ningún lado, ya que a los cinco metros de ingresar se podía ver una pared deforme de rocas con una única puerta metálica, llena de los símbolos presentes en el purificador de agua.

El grupo se reunió al lado de la camioneta y frente a la pequeña caverna, observando ensimismados lo que tenían en frente. Era enigmático. No era impresionante, no era la gran cosa; pero sí que resaltaba entre toda la nieve a su alrededor.

Yekaterina se sorprendió en cuanto se giró para mirar a la camioneta.

—Viene alguien. —susurró incrédula, lo suficientemente audible como para que los demás la escucharan.

Agua, por favor [Hetalia]Where stories live. Discover now