Capítulo 27 - El Almacén

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El japonés se encontraba sentado en una de las esquinas de la gran cama, apartado de las dos personas que dormitaban a su lado. Estaba sentado como se sentaría alguien que acaba de levantarse luego de haber dormido en posición fetal, y miraba a (T/N) con algo que parecía ser diversión, sus labios curvados en una pequeña y traviesa sonrisa mientras sus ojos permanecían calmados, sus cabellos algo despeinados y su piel sonrosada en algunas zonas.

Ella le miró por unos instantes, admirando lo... ¿bello que se veía? Era belleza, no atractivo ni algo así, era... como si fuese una especie de deidad que había venido a visitarla.

Dejando eso de lado, lo miró a los ojos algo confundida. ¿Por qué le miraba sonriendo de esa forma? ¿Tenía algo en el cabello, en la cara?
¿Qué era tan divertido?

Solo entonces se percató de algo: el japonés tenía una cámara de fotos en su mano. Al parecer, él se dio cuenta que ella notó el aparato, y lo lanzó en el aire hacia arriba a la altura de su cabeza, atrapándolo en un rápido movimiento y tomándole una foto a la joven y a algo más sin que ella tuviese tiempo de reaccionar.

Había tomado la foto a ella, pero no le apuntaba directamente. Entonces, ¿a qué estaba apuntando? Había posicionado la cámara de modo que ella entraba en la foto, pero no era el centro.
Y por la inclinación, debía haber tomado una foto en la que salía ella y quien sea que estuviera a su lado contra su espalda.

(T/N) giró lentamente su cabeza hacia la izquierda sin dejar de mirar al japonés, como si el asiático estuviera esperando que ella viera algo. Entonces, la joven volvió sus ojos hacia la persona que podía sentir a su lado que no era Peter.
Y se encontró con el inglés.

Arthur se había movido durante la noche –probablemente mientras dormía– hasta quedar espalda contra espalda con ella, algo encogido en una bola pero no tanto como el niño. Tenía una expresión bastante vulnerable, ahora que lo notaba, en contraste con su usual expresión de "tengo todo bajo control, soy un caballero".
Casi podía decir que parecía un ángel.

Bueno, eso resolvía el misterio de la cosa que había sentido contra su espalda al despertar que emitía calor propio. Había sido el inglés.

La joven se liberó del agarre del pequeño con mucho cuidado y se puso en pie lentamente para no despertar a ninguno de los dos Kirkland. Gateó fuera de la gran cama en silencio y, una vez fuera, se colgó la máscara al cinturón y deshizo su moño alborotado para re-hacerlo.
Pudo oír cómo el japonés tomaba un par de fotos en su dirección, pero realmente no le importó.

En cuanto terminó, se giró para ver al otro que estaba despierto y lo encontró tomando fotos a las caras dormidas de todos.
Una vez parecía satisfecho, se bajó de la cama rápida y silenciosamente, como si fuera un gato, y guardó la cámara en su riñonera.
Ella decidió no cuestionar lo de las fotos y habló en un susurro desde donde estaba.

—¿Preparamos el desayuno? — preguntó, no muy convencida de lo que proponía ya que "preparar" no era lo más adecuado, no había qué preparar.
—Mejor busquemos en el almacén por si hay comida. — propuso el asiático amablemente.
—Esa es una mejor idea. — apremió ella, deteniéndose a pensar en algo. — Pero, ¿y si los demás despiertan mientras no estamos?

Kiku estaba por contestar para cuando ambos oyeron a alguien removiéndose en su sitio, como si despertara. Se giraron en dirección al sonido y pudieron ver la figura del canadiense estirar sus brazos hacia el techo y sus piernas hacia delante, desperezándose.

—Tú ve con Williams y yo me quedo con los demás. — dijo el japonés, mirando al canadiense como si armara una especie de plan en su mente.
—¿Seguro? — inquirió ella, ya que después de todo había sido su idea.
—Por supuesto, yo los espero. — afirmó, regalándole una pequeña y fugaz sonrisa.

Agua, por favor [Hetalia]Where stories live. Discover now