Capítulo 31 - Noche en el Supermercado

1.2K 172 62
                                    



Con Francis insistiendo y la mayoría suponiendo que no había razón alguna para negarse, el grupo acogió a Gilbert como un miembro más y regresaron sobre sus pasos para llegar al garaje.

Ahí, informaron a los otros cuatro de la nueva adición a la comitiva y el niño se presentó ante el prusiano.
Al ver la cara de confusión del albino al oír su apellido, Arthur saltó en la conversación diciendo que era su sobrino lejano, Peter asintiendo con una sonrisa para que nadie se confundiera.

De modo que se subieron a sus sitios en los vehículos (el nuevo acomodándose en la maletera junto con Matthew y el francés, donde dicho sea de paso ya no quedaba mucho espacio), y dejaron atrás la imprenta en dirección hacia la salida de la ciudad.

Ya había oscurecido para cuando divisaron el arco de salida a un par de cuadras de distancia. Sabían que no había forma de llegar durante la noche hasta las ruinas en la montaña, por lo que se desviaron un poco dentro de la ciudad en busca de un lugar dónde pasar la noche.

Lo primero que encontraron fue un supermercado.

—El cejón propone que paremos ahí. —dijo Alfred a través de los intercomunicadores, de fondo se oyó un "listen here, you twit" amenazante.
—Uh, ¿por qué? —cuestionó (T/N).— Digo, sé que podemos buscar comida y cosas por el estilo, pero... la prioridad ahora es dormir.
Well, su argumento era que suelen haber tiendas de colchones dentro de los supermercados. —informó el estadounidense tras unos instantes de estática.— Y vamos, realmente tengo sueño, no me parece una idea taaaan mala.

Tomando en cuenta lo que había dicho el inglés, el grupo se decidió a pasar la noche ahí, no sin un pequeño debate antes, por supuesto. Ingresaron con todo y vehículos dentro del gran local y recorrieron el área hasta encontrar una sección de colchones.
No había muchos, lamentablemente.

Se estacionaron al lado y bajaron, pisando en las camas. Alfred se había cuadrado en retroceso, por lo que al bajarse los tres de la maletera todos vieron el interior.
Y recordaron que era básicamente una cama más, por suerte.

Arrimando un colchón más cerca del auto, el grupo se dispuso a distribuir los lugares de descanso.
O dicho de otra forma, decidir quiénes dormirían en la maletera y quiénes no.

—Bueno, no es que sea tan grande como para que mucha gente pueda dormir ahí, por cierto. —aclaró el dueño del vehículo.— Podrán entrar unos cuantos sentados, pero ¿echados...? No lo sé.
—¿Qué grupos hay aquí? —preguntó el albino de pronto.
—¿A qué te refieres? —lo miró la ucraniana.
—Quiero decir... no sé cómo explicarlo... —Gilbert pensó por unos instantes.— Cuando tienes una historia, por ejemplo, y tienes veinte personajes, a veces puedes agruparlos entre ellos. A veces hay grupos de amigos o hermanos o parientes; preguntaba si ese es el caso aquí, para que ese grupo duerma en la maletera donde van a estar bastante cerca (apretados) entre ellos en comparación con aquí afuera.
—Entiendo... —murmuró Kiku. El grupo entero asintió, comprendiendo a qué se refería el nuevo.— Los únicos grupos que se me ocurren serían los tres hermanos europeos; los dos hermanos americanos; la señorita (T/N) con Peter y, alternativamente, Kirkland con Peter.
—Bien, pero puedes borrar ese último grupo. —habló Arthur con calma.— Recuerda que antes de todo esto yo no conocía al pequeño.
—Ah, cierto.
—Yo digo que la maletera la tomen los tres hermanos, (T/N) y Peter. —propuso Yao.— De esa forma todas las chicas dormirían ahí, y Peter es un niño.
—Yo apoyo esa idea. —sonrió el pequeño.
—¿Y qué hay de Ivan? ¿Él dormirá con todas las chicas? —se quejó Alfred.
—Dos de ellas son sus hermanas, genio. —soltó Arthur desde donde estaba.
—Eh, yo no tengo problema en dormir en los colchones con el resto. —dijo algo nervioso el ruso, pero su hermana menor se colgó de su brazo y lanzó miradas asesinas al estadounidense.
—Está bien que duerma con ellas. —sentenció el inglés, mirando al rubio de lentes.— Además, no creo que quieras discutir con la señorita que te está apuñalando con su mirada. —le susurró.
—Entonces los demás nos organizamos aquí afuera, ¿cierto? —preguntó Matthew sin esperar respuesta.— Voy a dar una vuelta por el lugar a ver si encuentro mantas o algo servible.
—Yo te acompaño. —se le acercó el francés.

Agua, por favor [Hetalia]Where stories live. Discover now