Capítulo 64 - El río

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Al haber terminado de inscribir su frase en la pizarrita, la (nacionalidad) regresó la varita de metal a su lugar y retrocedió un par de pasos para observar bien la habitación y decidir qué camino tomar.

Sabía que había emergido de un túnel a la izquierda del cuerpo de agua que rodeaba la plataforma. A juzgar por los rastros de agua en el suelo, podía apostar que todos los que ya habían pasado por ahí habían salido de algún otro túnel en el agua o de las puertas frente a la pizarra. Y en realidad, ella comenzaba a ver esa sala como una zona intermedia entre todos los caminos, lo que significaba que era inevitable que todos pasaran por ahí al menos una vez. Lo que no sabía era qué camino le convenía tomar.
Es decir, si esa habitación era una conexión entre todos los caminos, entonces tenía al menos una o más salidas que la harían "avanzar" dentro del laberinto. Y con eso nos referimos a acercarse más a la ruta que la llevaría a la estancia final, no a seguir recorriendo todos los pasillos que podía encontrar tomando uno de los túneles de la antecámara.

Estaba a punto de ir de tín marín, de do pingüé para cuando oyó a alguien emerger de algún lado y respirar profunda y exageradamente, como si llevara buen rato sin encontrar aire.
(T/N) se giró y descubrió a la húngara nadando fuera del lado derecho de la sala e impulsándose sobre la plataforma.

—¡Elizabeta! —se sorprendió, apresurándose a su lado. Su voz había salido rasposa y casi ronca, y le había dolido un poco la garganta hablar tan fuerte.
—Eh- ¿(T/N)? —se confundió la otra, sentándose sobre la piedra a descansar.— No esperaba encontrarte aquí. —sonrió divertida.
—¿Has visto a alguien más? —preguntó curiosa la (nacionalidad). Se percató de que Elizabeta parecía estar disfrutando todo eso del laberinto.
—Me encontré con Francis y Gilbert, pero los perdí al rato. —rio como si estuviera avergonzada en broma.— Escuché un alarido hace unos minutos, pero estaba demasiado lejos. —añadió, emocionada como si le contara algo que había descubierto.— Me asustó un poco.
—Ahaha... —rio apenada (T/N), su risa saliendo rasposa. Había sido ella.

La húngara se puso en pie y caminó curiosa hacia la pizarrita. Leyó las inscripciones y la nota, y se giró a mirar a (T/N) con una expresión de duda.

—Acabo de llegar aquí, así que debo ser la octava. —comentó, caminando a su lado.
—Ah, bueno. —musitó la castaña, volviendo a mirar la pizarra. Pensó unos instantes antes de tomar la varita e inscribir algo también.

La (nacionalidad) observó la frase que había inscrito mientras la otra dejaba la varita en su lugar. En letra corrida y ovalada se leía algo como: "Gyakran becsukjuk a szemünket, hogy még szebb dolgokat láthassunk" y firmaba E.H con una florecita al final.
Elizabeta se giró a verla con una sonrisa emocionada.

—¿Y? ¿Tienes algún plan de a dónde ir? —preguntó, posando sus brazos en su cadera como una jarra.
—En realidad, no. —suspiró cansada nuestra protagonista.— Pensaba dejarlo a la suerte, así que...

Guardaron silencio y miraron los pasillos en la pared pegada al agua. Se volvieron a mirar y ambas se encogieron de hombros, suponiendo que de todas formas no importaba mucho.
(T/N) señaló con su dedo una de las cinco salidas/entradas y comenzó a contar.

—De tin marín, de do pingüé, cucara macara, títere fue. —canturreaba, apuntando a una salida distinta con cada parte de la cancioncita. Elizabeta la miraba confundida.— Yo no fui, fue Teté; pégale, pégale que ella fue.

Su dedo había terminado apuntando la salida del centro-derecha, así que ahí irían. La húngara seguía algo impresionada por lo que acababa de pasar, e hizo una expresión parecida a cuando uno toma nota mental de algo.

Agua, por favor [Hetalia]Where stories live. Discover now