Capítulo 59 - La espera

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A la camioneta se subieron Arthur, Ludwig, Vladimir, Lukas y Natalya.
El resto se dirigieron al camper.

Dentro del camper, sin embargo, había una euforia explosiva de abrazos. Los hermanos norteamericanos estaban abrazados a un lado, los dos amigos se habían acercado a joder al español, (T/N) abrazaba a Peter, etc.
Yao corría de un lado a otro, insistiendo que no se movieran para poder revisarlos.

El primero en ser confinado a la cama fue Kiku. Ya se había despertado, pero Yao lo había llenado de ungüentos y vendas y ahora descansaba al lado de Elizabeta, quien parecía ayudarle a escribir en su libreta.

Luego siguió Ivan. No lo mandaron a la cama, pero sí fue obligado a sentarse en uno de los sillones luego de que dejara de abrazar a la (nacionalidad) junto con la ucraniana.
Se había asustado horrores cuando la dejó caer por la ventana.

El francés y el albino recibieron tratamiento, así como el estadounidense, pero ninguno de los tres estaba gravemente herido.
A Peter le pusieron curitas en los brazos y crema en las rodillas, pero más allá de eso, nadie estaba realmente mal.

(T/N) sacudió sus botas y capa del polvo, y la ucraniana la ayudó a limpiar su cabello. Mientras la joven estaba ocupada, el estadounidense se encargó de festejar con el niño.
Le ayudaron a colocarse su gorro de capitán y giraron dentro del camper.

Con la camioneta ya en marcha en dirección al recinto, los que se encontraban dentro del segundo vehículo se calmaron un poco y se sentaron en los sillones y cama.

La joven estaba sentada en el sillón más grande entre el italiano y Alfred, con el niño sobre sus piernas. Todos estaban cansados, por lo que nadie decía mucho.
Y eventualmente se quedaron dormidos.

Se despertaron a eso de las diez de la mañana porque los de la camioneta habían detenido el camino para, sí, para desayunar (recién). Yao y Francis estaban en el mueble de la cocina del camper disponiendo de los ingredientes y lo que necesitaban.
La (nacionalidad) despertó con el niño dormido en sus piernas, Lovino apoyado en su hombro y Alfred en el otro hombro.
Tenía mucha flojera, pero el hambre era aún mayor. De todas formas, solo era cuestión de tiempo antes de que llegaran al recinto.

—Oigan... —comenzó a hablar medio adormilada. Recibió tres flojos "¿hmm?" de respuesta.— Es hora de desayunar.

Alfred soltó un gruñido de niño.

—¡Cinco minutos más...! —se quejó, removiendo su cabeza en el hombro de la joven para acomodarse.
—(T/N), tengo sueño... —musitó Peter.

Ella suspiró y trató de ponerse en pie, recibiendo quejas silenciosas de los otros dos. Lovino ya se había levantado, y se estaba estirando al lado de la mesa frente a ellos.
La joven dejó al niño al lado del estadounidense y se desperezó, poniéndose en pie.

Dejó el camper junto con el italiano para encontrarse en medio de una planicie nevada, y un aire gélido que ingresó a sus pulmones y les hizo estremecerse, exhalando vapor como si el frío hubiera forzado a su alma a salir huyendo.

—¡Argh-! ¡Esto está congelado...! —tiritó Lovino, abrazándose a sí mismo y corriendo de vuelta dentro del camper para buscar abrigo.

(T/N) lo vio irse y regresó su atención a los que se habían bajado de la camioneta. Natalya y Lukas tenían la nariz, mejillas y orejas sonrosadas del frío, y del inglés solo se veían sus orejas (pues se había colocado la máscara).
En Ludwig y Vladimir no se notaba tanto.

—Yao y Francis están preparando el desayuno. —les informó, lamentando mentalmente haber dejado su máscara dentro. Sentía su nariz congelándose, y el vapor dejando su boca cada vez que la abría no ayudaban a cambiar su impresión del clima.
—Hehe, Francis nos dijo por el comunicador. —sonrió alegre el rumano.
—No nos hubiéramos detenido si no supiéramos. —soltó el inglés, como si fuera obvio.

Agua, por favor [Hetalia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora