Capítulo 12 - La Refinería

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El grupo aceptó el único plan que tenían y se subieron a sus vehículos para acercarse a la refinería de petróleo abandonada que los "Darksiders" usaban ahora como base principal.
Dejaron la gruta y condujeron rodeando la ladera hasta que llegaron a la cima del barranco.

Ya con la oscuridad encima, se estacionaron tras unas grandes rocas que conformaban lo que era la plataforma natural sobre la que estaba la refinería, y el punto más alto del lugar. Desde ahí eran invisibles para los guardias, y la ruta de escape estaba abierta y lista.

Yao y Peter cogieron armas por si acaso. El niño se sentó sobre la moto y el chino dejó la puerta de la camioneta que daba hacia su compañerito abierta, sentado mirando afuera.

Los otros cuatro se armaron con lo que tenían. (T/N) les prestó pistolas a Kiku e Ivan, y a él sobretodo le entregó la tubería que había sacado de su cocina el primer día del caos.
Ella, mientras, se colgó diversas granadas a su riñonera: las normales, aturdidoras, de luz, de humo, de gas lacrimógeno y de cloroformo. Cargó su pistola personal y guardó un paquete de balas en sus bolsillos
El estadounidense se colgó su mochila con cohetes y municiones. Varios tipos de granadas colgadas probablemente de su cinturón, una automática de 9mm en su estuche y un rifle en la mano.
El japonés aseguró la pistola que la joven le entregó y también aseguró su espada de madera. Se colocó su mascarilla y verificó que tenía sus granadas a control remoto.
El ruso, por otro lado, simplemente colgó la pistola en su cinturón y sostuvo la tubería como un bastón.

Una vez listos, les prometieron a los otros dos que se cuidarían y comenzaron a avanzar con cuidado en dirección a la refinería.
Los cuatro se apostaron tras una roca, a unos cien metros de la central, para planear cuando correr.

—Yo digo que esperemos a que los que están patrullando se den la vuelta. — propuso Ivan.
—¿A qué te refieres?— preguntó ella.
—¿No ves que caminan de adelante a atrás, siguiendo un patrón?— señaló el ruso, todos miraron en silencio un par de las rondas. Y en efecto, seguían un patrón. — Comencemos a correr en cuanto lleguen al extremo más cerca nuestro y se den la vuelta para regresar.
—Buena idea. — comentó Kiku.

Esperaron a que el guardia terminara su ronda, y llegado el instante indicado, recorrieron los cien metros que los separaban de la refinería lo más rápido que pudieron sin ser vistos e intentando no hacer ruido ni levantar polvo o piedras.
Al llegar, se escondieron tras una serie de tanques altos y delgados que proyectaban sombra sobre ellos.

—Estos deben ser los tanques de lavado, neutralización y filtrado. — indicó Alfred por el comunicador, en una señal abierta entre los cuatro. — Yo digo que el siguiente punto es esa plataforma de tres pisos que ven allá. — señaló entre los tanques.

Era una estructura de hierro y metal algo oxidada, con una escalera para acceder a los dos pisos superiores. Sobre el pavimento en el primer piso había una serie de tanques posicionados horizontalmente, en el segundo piso había válvulas y pequeños tanques verticales y en el tercer piso apenas se veían unos tubos y tanques delgados y largos dispuestos por la plataforma.

—Ahí debían mantener el diésel y la gasolina normales, junto con los sellos de agua y condensadores. — dijo Alfred.
—Entonces esperemos a que giren los dos guardias de los puentes de allá. — la joven señaló un par de sujetos en plataformas más altas que el tercer piso de la estructura que tenían en frente.
Да, y deberíamos correr hacia la sombra del primer piso, entre los tanques. — completó el ruso, el japonés asintió tras la muchacha.

Nuevamente esperaron, cerca de cinco minutos, para que ambos guardias coordinaran su patrón de vigilia y les dieran la espalda. Llegado el momento, trotaron talón-punta para no hacer ruido y se acurrucaron entre dos de los tanques que creaban un estrecho espacio de sombra.

Agua, por favor [Hetalia]Where stories live. Discover now