Capítulo 2

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Capítulo 2

"Coffee"

Despertó agitada con una fina capa de sudor cubriéndole la frente, de nuevo había tenido otra pesadilla, las tenía desde hace un tiempo y nunca pudo encontrar el origen. Las sentía tan reales que siempre lograban atormentarle y  quitarle el sueño por completo, pero otras eran tan tranquilas que parecían...recuerdos, recuerdos de algo que nunca vivio.

Como era usual, el dolor de cabeza comenzó, a veces se preguntaba cómo podía aguantar eso cada casi tercer día. Se encontraba rodeada de la oscuridad de la noche, sólo un pequeño rayo de luz atravesaba su cortina pero no sólo lograba iluminar una esquina de la habitación.

Con su mano derecha comenzó a masajear su sien esperando que el dolor disminuyera, retiró la delgada sábana que la cubría y calculando los pasos hacia la escalera comenzó a caminar con precaución de no caerse. Cuando llegó a las escaleras fue más fácil bajar pues iba sujetada de la barandilla, se dirigió a la cocina de tamaño mediano donde la luna iluminaba la mitad de esta por la única ventana la cual carecía de una cortina.

Fue hacia el fregadero y cogio la jarra de agua y se sirvió en un vaso de cristal hasta la mitad y bebió el líquido lentamente,  intentando aliviar la resequedad de su garganta.

Subió las escaleras de regreso a su habitación y a pesar de la poca iluminación, tuvo un presentimiento raro, a que algo había cambiado pero no supo explicar el porque, simplemente lo sintió. Agudizó su vista intentando encontrar la razón de aquella sensación. Al principio pensó que solo estaba un poco alterada por la reciente pesadilla pero descartó esta idea cuando enfocó su vista en el mueble al lado de su cama donde se encontraba el retrato de su madre, el cual siempre se encontraba inclinado hacia la izquierda pero esta vez le daba la cara hacia la ventana.

Su primer reacción fue de que alguien había entrado, pero al mirar a su alrededor y ver que todo lo demás estaba en orden lo descartó y pensó que tal vez ella lo había movido y se había olvidado, decidió creer en eso pues a veces llegaba a ser muy distraída. Un ruido la sobresalto y miró que la ventana estaba completamente abierta, la ventana se abria de lado como si fuera una pequeña puerta y el viento provoco que chocará con la pared.

Camino hacia ella y la cerró después de fijarse si hacia un viento fuerte, pero solo sintió una pequeña brisa. El sol apenas empezaba a salir y se preguntó qué horas serian, se fijo en su enorme reloj color rojo cobre, las manesillas indicaban que eran las 6:56, sabía que aún era temprano pero el sueño se había ido por completo, así que se dedicó a recostarse mirando al techo con la esperanza de caer dormida, pero no ocurrió

Cuando llegaron las 10 de la mañana, decidió que ya era hora de comenzar su día, se dirigió a su armario y descolgó el vestido que usaría, tomó una ducha relajante y se vistió con calma. Los sábados solo trabajaba en la tarde, le gustaba salir a dar un paseo en la mañana antes de desayunar, lo encontraba satisfactorio. Divisó el libro que leía actualmente sobre su buro y lo tomó por si le daban ganas de continuar su lectura.

Cogio las llaves y abrió la puerta para después salir y cerrar. Caminó al menos por una hora cuando vio que cerca había una pequeña cafetería, donde a veces se sentaba a pasar el tiempo mientras leía y disfrutaba de su café caliente.

Al llegar al pequeño local abrió la puerta y una campaña resonó, haciendo saber a todos que alguien había llegado. Buscó primero una mesa sola, cuando la encontró caminó hacia ella y se sentó dejando su libro sobre esta. Después de unos minutos se levantó y caminó hacia una señora de cabello castaño que mantenía una enorme sonrisa en su rostro, Ameliia le sonrió por cortesía.

-Buenos días, señorita-habló con voz alegre-¿Qué desea ordenar?

-Amm...-lo pensó por última vez y después habló cuando vio el rostro de prisa en la señora-Un café sencillo, por favor.

-Claro que se-respondio aún con su sonrisa-¿En que mesa está sentada?

Ameliia le señaló la mesa junto a la ventana, la señora asintió y dijo que en unos minutos su café estaría listo.

Agradeció a la señora y regresó a su mesa, donde su libro "Discurso Poético" de Juan de Jáuregui la esperaba. Ameliia amaba la literatura de cualquier tipo, tía Camila tenia una enorme librería en su casa y eso era lo único que Ameliia extrañaba de aquel lugar.

Estaba tan sumergida en la lectura que no notó cuando la señora le dejo su café ya listo, lo vio cuando cambió de hoja y lo tomó distraídamente para darle un enorme sorbo logrando quemarse la boca, se regañó mentalmente e hizo una mueca dejando de nuevo el café en la mesa. Al hacer esto se dio cuenta de la presencia de alguien en especial.

 Niklaus el "ebrio extranjero" observaba a Ameliia detenidamente, logrando intimidaria y ponerla nerviosa. Pensó que tal vez no la veia a ella, sino a otra persona, pero sus ojos estaban clavados en ella, intentó ignorarlo regresando la mirada a su libro "¿Por que me observa de esa manera?" Se preguntó mirando las páginas del libro pero sin ponerle atención, por impulso volvió a mirar donde Niklaus se encontraba y lo vio caminando hacia su dirección, los nervios aumentaron y de manera disimulada regreso a mirar su libro.

-Bueno día, amor-saludo Niklaus mirando a Ameliia con la misma sonrisa de ayer-¿Puedo?

Hizo un gesto refiriéndose a la silla frente a la chica, lo dudó por unos segundos pero finalmente asintió.
 
-No sé porqué te permito sentarte en mi mesa, eres un desconocido para mi-explicó Ameliia con tranquilidad.

-Pero- alzó un dedo en el aire- nos podemos conocer.

Ameliia negó un poco divertida, aquel hombre era atractivo y tenía un aire misterioso y de alguna manera llamaba la atención de la pelinegra.

-Está bien -dijo casi en un susurro. La mirada de Klaus se fijó esta vez en el libro sobre la mesa.

-¿Juan de Jáuregui?-preguntó y la chica asintió con obviedad- gran libro, gran autor ¿crees en los fantasmas?-dijo en tono burlón, tomando el libro en sus manos con total seguridad.

-Claro que no-respondió la chica, tomando el libro de vuelta- Solo es un libro, y el autor probablemente estaba loco.

-¿Estás segura?- preguntó desafiante, como si estuviera apostando contra alguien que no tiene argumentos para defender su idea.

-Por supuesto, como lo dije son solo cuentos- Ameliia pensaba que no eran más que hojas con tinta, plasmadas de la imaginación o loquera de la gente.

No dijo nada y sólo sonrió.

-Me temo que es el momento de despedirme, cariño debo irme-Ameliia hizo una mueca al escuchar como la llamó, aquel hombre aprovechaba de su confianz, se levantó de la silla-no te preocupes nos volveremos a ver, yo me encargo de eso-le guiñó un ojo y salió por la puerta dejando a la chica sin palabras.

A Ameliia le pareció que su comportamiento era inapropiado, pero no podia evitar sentir curiosidad hacia él hombre, lo vio marcharse y cuando lo perdió de vista, se dedicó a terminar su café que ya estaba a una temperatura considerable y a intentar continuar su lectura, ya que se encontraba distraída pensando en Niklaus y en que tipo de persona sería.

-.-.-

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