Capítulo 9

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Capítulo 9

"Nightmare"

Ameliia pensó que tras el enorme cansancio que tenía, disfrutaría de una placentera y plena siesta pero fue todo lo contrario. Despertó sobresaltada y con la respiración agitada, una fina capa de sudor le cubría la frente, provocando que esta resplandeciera con la tenue luz que brindaba la luna. Por reflejo llevo una de sus manos a su vientre, y después de segundos se dio cuenta de que estaba comprobando si no tenía alguna herida, y así fue.

Soltó un enorme suspiro y sintió que la delgada sábana le estorbaba así que con la otra mano la retiró.

Las imágenes de la pesadilla llegaban a su mente de manera aleatoria, no lograba recordar una secuencia completa de aquel sueño que la había privado de dormir.

Inhalo y exhaló un par de veces para calmar su respiración y los latidos frenéticos de su corazón. Se levantó y tanteando a su alrededor para no estrellarse con nada se dirigió hacia la ventana e hizo a un lado la cortina para poder recargarse en el marco de la ventana y observar las calles vacías, la brisa nocturna refrescaba su rostro, de pronto su pesadilla regreso como una proyección.

Estaba en una cueva, o al menos eso era lo que pensaba, podía oler y sentir la humedad del lugar, se dio la vuelta encontrándose con varias antorchas iluminando un sendero que se extendía hacia adelante, bajó la mirada y observó su vestimenta, no era la que solía usar y tampoco había visto a alguien mas usarla, era un vestido largo color beige pero de aspecto descuidado, su cabello le caía por sus hombros casi hasta llegar a su cintura. En su subconsciente se hacía miles de preguntas pero no actuaba insegura, era ella pero se sentía como otra persona.

Un rayo de luz nocturna atravesaba un hueco de la cueva, por este hueco pudo ver la enorme luna llena, sintió en su ser una enorme seguridad en misma y camino a lo que parecía un altar, había un tazón de madera y un escrito que no era legible. Tomó una daga hecha de hueso y cortó su palma, dejando caer sangre dentro del tazón y comenzando a decir palabras que nunca había escuchado. Las llamas parecieron reaccionar ante las palabras pues se alzaron alto y con rabia.

Un grito llamó su atención, un nombre que no era el suyo pero así lo sintió pues llevo su vista a un hombre que corría hacia ella, sabía que querían detenerla de lo que estuviera haciendo por lo que alzó un brazo y una fuerza invisible lo impulso hacia atrás. Las antorchas se apagaron y sintió una sensación de satisfacción para después sentir algo clavado en su vientre, vio el filo de una espada, el dolor le recorrió todo el cuerpo.

Ahí fue cuando despertó, el dolor se había sentido tan real que por eso se aseguró de no tener nada en su vientre. No era la primera pesadilla que tenía, de ese tipo, sabía que una vez que despertaba no podría volver a dormir, soltó un suspiro y regresó a la cama, volviendo a recorrer la cortina de la ventana.

Apoyo su cabeza en la almohada pero no cerró los ojos, ni siquiera intento dormir, aunque  faltaban un par de horas para que el sol saliera. Comenzó a pensar que podría ir a trabajar a pesar de lo que Niklaus le dijo, necesitaba distraerse de aquella pesadilla.

Cuando finalmente los rayos del sol comenzaron a filtrarse por la cortina fue cuando decidió levantarse, se aseo y se colocó delicadamente el vestido lila con adornos verdes. Una vez lista, bajo a prepararse un desayuno ligero y cuando terminó de limpiar la cocina subió nuevamente para cepillarse los dientes.

Tomó las llaves de la pequeña caja de madera donde las guardaba y salió de la casa. Ameliia iba tan sumida en sus pensamientos que no vio a la pareja tomada de las manos, chocó contra el hombre quien soltó una maldición hacia ella y su mujer le miró disgustada. Ni siquiera se preocupó por disculparse, poco le importó y continuó su camino hasta llegar a la puerta del bar, soltó un suspiro antes de entrar.

Antes de salir a la barra a atender a los clientes, caminó discretamente hacia la cafetera y se preparo un café cargado, intentando de alguna manera deshacerse del cansancio. Se apresuró a acabarselo y dejó la taza en el fregadero. Cuando salió a la barra vio a su amigo Weasley atendiendo a un hombre acompañado de su hija, espero pacientemente a que terminara de servirlos para acercarse a saludarlo; en el tiempo de espera se encargó de ordenar los cubiertos y algunas sillas.

Cuando vio que finalmemte su amigo y compañero de trabajo se desocupó fue hacia él y tocó ligeramente su hombro, tomándolo por sorpresa.

-¿Por qué luces tan sorprendido?-Ameliia hizo una mueca olvidando que ella no debería ir a trabajar aquel día.

-Charles me dijo en la noche que no vendrías, que estabas enferma-explicó refiriendose al jefe del bar.

-Me siento bien-se encogió de hombros, Weasley la miró desconfiado-Es en serio, Weasley.

-Esta bien, te creo-Ameliia sonrió.

El trabajo le ayudo a despejar su mente por un tiempo, llego la hora de la comida y ya era costumbre que Weasley y ella fueran a comer a otro lugar, sabían que ahí mismo podían comer, pero querían un respiro del trabajo diario.

-Weasley-lo llamó mientras se quitaba el delantal-¿Estás listo?

-Si-miró a lo lejos-Sólo... deja recojo esa mesa y nos vamos.

-Seguro-asintió acomodándose un mechón de cabello detrás de la oreja-Te espero fuera.

Cuando salió al callejón se le afiguró ver una conocida figura femenina.

-¿Madre?-preguntó lo primero que le vino a la mente. Weasley la sacó del trance cuando salió al callejón.

-¿Dijiste algo?-preguntó algo confundido pero no tanto como Ameliia se sentía en aquel momento, ella se giró a verlo y negó con la cabeza repentidamente.

-No-soltó una risa nerviosa-Vamos.

Weasley, dejando el comportamiento raro de Ameliia a un lado, asintió y salieron del callejón para después caminar un par de calles, hasta llegar a un local de buen tamaño, el local era un merendero y Ameliia lo conocía desde que era pequeña.

Se sentaron en una mesa ubicada en la esquina, era un lugar tranquilo, el ambiente tenía un leve olor a café. Cada uno ordenó sus respectivos desayunos, Weasley estaba por preguntar qué era lo que ocurría en la cabeza de su amiga cuando una voz los interrumpió.

-Buen día, amor-saludó Niklaus con su típica sonrisa.

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