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En los transcursos de las semanas, las cosas se han ido tranquilizando poco a poco. Frank dejó de contar los días y las noches, ya no valía la pena. Sin embargo, se halló contando todos los días que podía recordar, así que dedujo que desde la primera vez que Danger le dirigió la palabra han pasado aproximadamente tres semanas. Tres semanas en las que Ray ha vuelto a hablarle y él no tuvo problema con eso. Tres semanas en las que el grupo se unió un poco más —inconscientemente— para apoyar a Lindsey en su luto. Tres semanas en las que ha estrechado lazos con una adolescente de 15 años, y tres semanas en las que si de por sí no han salido a ninguna misión; ha tenido todo el tiempo suficiente para intentar joder a Gerard tal cual había planeado con Danger aquella noche en la azotea del edificio.

No obstante a todos sus intentos, el pelirrojo siempre lograba evitarlo. Siempre se alejaba, siempre lo ignoraba. Frank no intenta mucho, a pesar de todo, porque sabe que con el siquiera formular unas cuantas palabras en dirección a Gerard, éste ardería de furia por dentro, porque el tatuado sabe que así como Gerard no es su persona favorita en ese lugar; él tampoco lo es para el pelirrojo. Ha notado a Billie menos tenso, como más concentrado en su trabajo y cada vez más preparado para la próxima vez que les sea avisada la siguiente misión. Los entrenamientos han seguido, el obstáculo no ha avanzado mucho y... Todos están empezando a acostumbrarse al hecho de que ninguno saldrá de ahí.

Esa mañana se ha levantado temprano con intenciones de ayudar con el obstáculo que aún tienen por resolver, levantó a Danger cautelosamente queriéndole contar lo que tenía pensado hacer y ella no se negó. Las comidas han mejorado, eso ha de admitirlo, ya lo podía considerar como alimento comestible. Además de que junto a las conversaciones de Billie en los últimos días llegaron a una conclusión: a los tipos de Pasamontañas les conviene mantenerlos vivos mientras ellos estén encerrados. No comprendió muy bien el punto, pero tal como siempre, decidió dejarlo flotar en la inmensidad y no indagar en el tema porque sería una pérdida de tiempo.

— ¡Números impares! —salta Danger en su puesto sobre la mesa del comedor, Frank frunce su ceño, al igual que los otros tres.

—Dang, estamos diciendo números al azar —Ray alza su vista para verla desde el suelo—. ¿Y qué demonios son "números impares"?

—Los números impares —el tatuado hace énfasis metiéndose a la conversación—, son el 1, 3, 5, 7, 9... y así sucesivamente. Claro que tú no lo sabes porque tu cabello absorbe todas tus neuronas y estás a un grano de arroz de quedarte seco.

—Discúlpame, Einstein —se burla en puertorriqueño haciéndolos reír—. ¿Entonces números impares, o qué?

—Tenemos rato intentado números impares, Dang —ladea el avellana, Danger suspira bajando la vista a su café.

—Los números son infinitos, Frank.

—Podemos empezar a poner números telefónicos —sugiere Vic con su boca llena—. Todavía recuerdo el de la ex de Kellin que lo botó porque la tiene pequeña.

Ray lanza una sonora carcajada mientras Kellin reacciona al par de segundos, Vic se levanta con la intención de correr y el ojiazul de perseguirlo, Danger y Frank retienen sus risas cruzando miradas. No es la primera vez que Vic dice algo que cabrea a Kellin, resulta ser algo divertido hasta que cabrea a alguien más y éste los manda a callar. Usualmente es Matthew o Michael, ya que ambos tienen la gracia de las cosas escondida entre las nalgas.

—Llegas a tirar mi café y te mato, no tenemos más ropa, imbécil —gruñe Vic regresando a su lugar a un lado de Danger quien lo cubre cuando Kellin intenta acercarse. El ojiazul presiona su mandíbula apuntándolo.

stealers game › frerardWhere stories live. Discover now