XXI

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                 ¿Si los números se juntan de tres en tres es más fácil? ¿Qué tal si sólo escribe unos cuantos en un papel y los introduce sin la necesidad de agobiarse tanto? Golpea la cabeza contra el metal de la puerta cuando esa opción le regresa a la mente. No puede ser eso, porque es lo que ha estado intentado. Los números al azar no sirven, ni siquiera porque los muy hijos de puta son infinitos.

Gerard suspira. La pesadez no se le quitaría. Se sienta al borde de la mesa, gruñendo con frustración. ¿Acaso los Pasamontañas han pensado en ponerle cortinas a las ventanas? Cuando el frío no es abastecedor, el sol le hace competencia, pero en lo intolerante. Se queja del reflejo que le impide concentrarse, y los párpados le pesan, pero no iría a dormir.

Quizás es como un acertijo, piensas en las posibilidades y sólo introduces lo primero que tenga sentido. Y si no es eso, pues mejor seguir pensando porque no se quedaría tranquilo hasta que el bendito punto rojo se tornase verde. Lo está enloqueciendo.

—Gerard, ya ve a descansar —se ríe Vic tomándolo de los hombros. Billie llega desde uno de los pasillos junto a Matt, Andy y Will que cargan muchas cosas y las dejan caer en la mesa del centro antes de llamar al resto con un grito. El líder se gira a Way, quien masajea sus sienes con una mano. Da una una mueca semejante a una sonrisa, llegando a su lado y palmeando su hombro una vez Vic se aleja.

—Gracias por querer ayudar, pero sabes que es trabajo de Frank.

El pelinegro niega.

—Es trabajo de todos, Billie.

—Lo sé, pero has estado acá todos estos días, y no he querido decirte nada porque desconozco el por qué lo haces cuando jamás te viste entusiasmado en esto de los códigos. No me quejo porque todos podemos meter las manos ahí —murmura por lo bajo. No tiene mucha gracia, el resto está ensimismado en las nuevas provisiones y apartando todo lo que necesitarían de uso personal. Gerard vuelve a negar, haciendo el ademán de hablar. El mayor lo interrumpe—. No es obligatorio, por más que mi trabajo como líder es tal. Hay que aceptar que no somos demasiado capaces de hacer lo que Frank —suspira—. Deberías ir a descansar.

—Debería seguir haciendo esto —con su cabeza y una ceja arqueada apunta al gran y pesado control remoto que maneja los códigos. El mayor vuelve a suspirar.

— ¿Al menos has logrado algo?

—Lo único que he logrado es joder mi paciencia. Pero debe haber algo, Billie, con los números que ya tenemos o qué sé yo.

—Hay infinidades de números y por ende hay infinidades de códigos, Gerard —intenta de nuevo, ladeando la cabeza con fastidio.

—No, los números son del cero al nueve, si los juntas ahí sí son infinitos. A mí esto no me va a joder.

El ojiverde resopla regresando al control. Ingresa dígitos restantes al azar: nada. Lanzaría ese jodido aparato a la nueva piscina para acabar con el remordimiento de todos de una buena vez.

—Mira, todos estamos jodidos —dice Billie—. Unos más que otros por razones obvias, pero nuestro trabajo acá está ciertamente dividido, y... No es algo que yo pueda cambiar —se encoje de hombros—. Y lo haría, claro que lo haría, ¿pero recuerdas cómo era todo al principio? ¿Cómo todo tuvo que funcionar?

Gerard presiona la mandíbula, descendiendo la vista al control.

Lo recuerda todo, a excepción de una que otra cosa que pasa por su mente como un simple reflejo que de nada se desvanece. Nadie trataba con nadie, Billie se dirigía a ellos sólo para lo necesario y Danger tenía miedo de hablar con alguien más que no fuese Rafael, aunque volvieron a presenciarlo cuando Will llegó, y de eso también ha pasado un tiempo ya. Los tipos de Pasamontañas... En su recuerdo son claros, otras veces distorsionados y ahí se detiene. Amenazaron con volarle la cabeza a la Billie de no seguir sus indicaciones, y cómo todo parecía tener cada vez menos sentido, pero él no podía hacer nada al respecto, porque su trabajo se basa en guiarlos y ayudarlos. Deben ayudarse entre todos y la enemistad no es algo que les convenga. Es cuando las palabras de Mikey le hacen eco en la cabeza. Los días pasan y lo que le dijo persiste ahí, suspendido ante él.

stealers game › frerardWhere stories live. Discover now